180 días en Siria. Fabricio Pitbladdo

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Название 180 días en Siria
Автор произведения Fabricio Pitbladdo
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789878715216



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atención a Farah y a cualquiera que lo conociera al menos un poco.

      —¿DÓNDE DEMONIOS ESTABAS? —preguntó Aysel tapándose la boca para hablar lo más bajo posible.

      —Tardó mucho el transporte... no es mi culpa. Perdonen.

      —Bueno, no pasa nada. Lo importante que llegaste a tiempo... ¿Preparaste bien todos los temas por las dudas?

      —UY, NO... SOLO PREPARÉ 3 DE LOS 10.

      —¿Me estás jodiendo? —le reclama Aysel sin nada de paciencia y agobiada por los nervios por aquel importante examen.

      —¿Cómo voy a bromear con esto? —La joven quería aprovechar los nervios de la amiga para gastarle una broma pero pensó que quizás en ese momento no era lo más sensato, ya que eran más los nervios que su sentido de humor, que si bien por lo general era bueno, pero esta vez este parecía no existir—. Bueeeno, sí. Era una bromita de último momento —dice entre risitas en voz baja Farah.

      —¿Qué tanto hablan por allá atrás? —La clase se detiene, los alumnos del quinto año dejan de dar la lección y se quedan mirando al profesor esperando su orden de seguir o de callar, pero este parecía estar interesado en el descontrol y desconcentración de los alumnos, entre ellos Farah que estaba hablando sin escuchar a sus compañeros.

      —Eh, no, no, solo que, no... —tartamudea Elif sin saber bien qué decir. Por eso interrumpe Aysel que era más rápida a la hora de pelear, o defenderse.

      —No, profe, por favor... Es que estamos ordenando todo —exagera ese "todo"— lo que sabemos y como es tanto, no sabemos por dónde empezar. Usted, como es tan buen profesor y sabe tanto, asumo que entenderá...

      —Ehhh, bueno. —El profesor ante esa inesperada adulación, no sabía dónde meterse y optó por el camino más prudente que era el obvio, perder la batalla pero no la guerra, esta se las perdonaría pero se las cobraría en la lección—. Bueno, bueno, está bien, solo traten de ordenar todo ese saber en silencio para luego, si es verdad que son tantos... demuéstrenlo en el frente a la hora de la lección. —El astuto profesor les contesta con ironía y usa lo que la niña dijo para condenarlas. La joven era lista, pero no estaba a la altura del experimentado profesor.

      —¿Viste? A este solo hay que chuparle un poco las medias para que afloje. —Aysel hablaba egocéntricamente de la maniobra que, según ella, había salvado al grupo de desaprobar.

      —No es tanto, Aysel, tampoco te hagas la heroína —le recrimina Farah—. A todo esto, ¿cuándo rendimos nosotros?

      —Em, no sé —responde confundida Elif—. Ahora está dando el grupo de Gabriel, supongo que después de ellos o no sé, junto con nosotros faltan otros 2 grupos. Así que no sé...

      Mientras los grupos, en su mayoría ya habían pasado, solo quedaban el grupo de Farah, el de Gabriel, el que estaba rindiendo en ese preciso momento, y los grupos de Khan y de May. Había una bala con el nombre de cada uno, la verdadera pregunta era a quién le tocaría primero y la verdad era que esa lección le definiría el año a muchos... 2011 llegaba a su fin. Podía sentirse el nerviosismo y apuro de todos en el salón en aquella mañana de noviembre, incluso del profesor. Que según se decía a solo 4 meses de su divorcio ya tenía nueva novia y se iban a ir de vacaciones a Sudamérica al terminar con esos exámenes, ya que se había sacado las vacaciones y allá es verano para estas fechas, lo cual las hacía inmejorables. Ese día definitivamente era importante para todos.

      —Bueno, ya está. —El profesor les da el basta a las alumnas que estaban dando la lección, ya habían completado y defendido todos los temas que les tocaban a ellos—. Descuelguen todo y vengan, así les digo su nota... será una por equipo para todos y una individual.

      El anticuado profesor hizo descolgar todas las láminas y mapas a los chicos, como el aula al igual que todo el edificio era muy vieja, el final de los pizarrones era un poco alto, por lo cual los alumnos tuvieron que usar sillas para bajarlos. Todo el salón en silencio, todos los oídos a la escucha de las notas que habían sacado sus compañeros. "¿Cuánto sacaron?", preguntaba el vago de la clase que se había sacado una pésima nota y lleno de envidia —la cual era muy difícil de esconder— deseaba que a sus compañeros les vaya igual. Todo era incertidumbre a la hora de tener a ese hombre en la clase, no por nada le decían "La muerte silenciosa". Cualquiera que sería merecedor de un apodo así era dueño de una gran experiencia haciendo lo que hace, y él no era la excepción, llevaba más de 20 años dando clases, tanto en colegios como en universidades. Experiencia definitivamente le sobraba y más a la hora de las ocurrencias de los alumnos y de los que querían ser más que él o adelantarse a su juicio, absoluto e irrefutable, hasta para los más listos en la materia de historia y cultura en general.

      —Listo. Perfecto... Pueden retirarse. —Los 5 jóvenes de uno en uno, dan media vuelta y se alejan del frente de la clase, 4 de ellos con caras alegres y el último, no tanto. Podía suponerse que en la nota general del trabajo le había ido bien, pero en la individual no tanto. Pero todo era especulación. Solo quedaban unos pocos por rendir y Farah estaba entre esos pocos—. Los siguientes... ¿Quiénes son? —Silencio sepulcral en el aula—. ¿Nadie? ¿Ningún valiente? No me hagan tener que llamar a mí.

      —¿Qué hacemos? —pregunta Farah a su compañera de equipo—. ¿Abrimos la boca o esperamos a que el viejo nos llame?

      —¡Ni loca hablo! Que nos llame él... —exclama Elif en voz baja y por las dudas tapándose la boca para asegurarse que no se escuche.

      —Bueno. ¿Nadie va a pasar?

      Los 2 grupos que quedaban se miraban entre sí, para ver quién era el primer traidor que mandaba a su compañero al muere, o quién era el valiente que decidía cargar la responsabilidad de condenarse a sí mismo y a todo su equipo. Pero parecía que los dos grupos iban a tomar el camino más sencillo y cobarde, este consistía en callarse la boca y esperar que el docente llame, dejando todo al azar... justo, 50 y 50, imparcial. Difícil decisión tenían por delante estos chicos

      —Bueno, si nadie va a hablar, entonces hablo yo. —El profesor agarra unas hojas que estaban en su escritorio, podía suponerse que esa era la lista de los grupos—. De los 7 grupos que ustedes armaron, ya dieron 5, o sea que solo quedan dos. Y como no se deciden voy a llamar yo.

      Todos los adolescentes que quedaban por rendir tragaron saliva, podía verse —si era un ojo atento el que observaba— cómo se habían dilatado las pupilas de todos ellos, ante un buen oído, la respiración de todos ellos se había acelerado al igual que su pulso cardíaco. Definitivamente el nerviosismo general había aumentado exponencialmente en ese instante en el que el verdugo había decidido tomar partida de sus destinos.

      —A ver, quedan los grupos de: por un lado el de "Elif Jackson, Aysel Topal y Farah Pamuk". Y por el otro lado el de "Yizman Guney, Nicolas Ecevit, Ihan Balik y Mesut Demirci". Va a pasar el grupo de Topal, Pamuk y Jackson... Vamos, chicos, apúrense, así dan los dos grupos hoy.

      Las 3 niñas se miran entre sí, para ver quién se paraba primero y la que tomó la iniciativa era la más extrovertida de todas, Farah.

      —¡Vamos, chicas!

      Un poco desganadas y con miedo, las chicas casi por la fuerza, se levantaron y desde la última fila se dirigieron hacia el frente del aula, lo que eran unos metros parecía una larga caminata. Ya una vez en el frente del aula, rompieron formación y comenzaron a desplegar todo su armamento en láminas y mapas, Aysel como era la más alta de las 3 chicas, buscó una silla para poder colgar los mapas y afiches que habían preparado unos días antes, mientras que Elif fue al escritorio del profesor a hablar unas cosas sobre la presentación con él, este a su vez le explicaba algunas cosas sobre su modalidad de evaluación, entre otras cosas sobre la materia y por último, Farah estaba ordenando sus cosas y las de sus amigas sobre una mesa que había dispuesto los grupos anteriores para apoyar sus apuntes, una vez todo aclarado y listo, las 3 chicas se pararon delante del viejo pizarrón, pero por detrás de la mesa, la cual estaba copada por todos sus apuntes y referencias y a la izquierda del profesor que las observaba muy detenidamente.

      —Bueno,