Название | 180 días en Siria |
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Автор произведения | Fabricio Pitbladdo |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878715216 |
Ríe Farah del humor negro de su amiga.
—¡Bueno! ¿Vamos caminando?
—Sí, obvio, si estamos a pocas cuadras.
Elif se había ido durante la hora de Literatura porque se sentía mal, por lo que solo eran Farah y Aysel. Guardaron sus cosas, salieron del aula, caminaron los largos pasillos, bajaron las escaleras y al fin salieron del colegio
—¡Cómo amo el frío! Estambul en invierno es tan hermosa que se le podría dedicar toda una historia solo a ella —dice Farah con una alegría envidiable.
Y así las chicas, abrigadas hasta el cuello, comenzaron a caminar por las largas calles de Estambul, en dirección al centro, buscando al principio una heladería pero por el clima pensaron que sería mejor un café o simplemente alguna bebida fría. El pronóstico decía probabilidad de nieve y por eso las chicas decidieron apurar su paso, ya que de ser así, la temperatura bajaría fuertemente. Una vez estando en la avenida principal, se decidieron por una cafetería muy popular en Estambul, a la que ellas ya una vez habían ido y se habían hecho amigas del dueño, así que como mínimo las atenderían bien y hasta quizás les hagan un descuento. Uno nunca sabe.
—¡Entremos a esta que es la del Polaco! ¿Te acordás? —pregunta Aysel a Farah.
—Eh, sí, creo que sí. ¿Es a la que vinimos el año pasado?
—Esa misma. Dale, vení, ¡vamos!
Las dos chicas entran al barcito, se sientan en la mesa que daba a la ventana de la calle y cuando se les acerca el mozo, un joven robusto y muy apuesto para preguntarles qué iban a ordenar, Aysel lo asusta diciendo que las había mirado mal y que querían hablar con el dueño del lugar ya que eso era acoso.
—PERO, CHICAS... ¡YO NO LES HICE NADA! SOLO IBA A PEDIR SU ORDEN —exclamó con toda desesperación por miedo a perder su nuevo trabajo el mozo.
—ESTO ES IMPERDONABLE, POR FAVOR TRAEME A TU SUPERIOR ¡YA!
El mozo sin saber qué hacer y muy nervioso, ya que esto nunca le había pasado, corre a llamar a su jefe, sin darse cuenta de que había tirado una silla.
—¡Aysel! ¿Por qué hiciste eso? Si no nos hizo nada el pobre mozo...
Ríe Aysel agachando la cabeza y cubriéndose la boca con las manos para que no se la escuchara desde la oficina del gerente.
—Ya sé. Solo para reírme un poco, total el polaco a mí me conoce desde que soy chiquita, y te aseguro que me conoce bien. Ahora le aclaramos todo y lo invitamos al chico una Coca, que es bastante lindo...
—¡Ja! Qué loca que estás. —Farah no sabía muy bien qué decir, ya que conocía la salidas de su amiga, y como era todo una broma, un poco pesada pero broma al fin, decidió simplemente dejarla y reír con ella.
Desde la oficina del Polaco, podían escucharse la pequeña discusión que se había armado ahí dentro, por un lado el jefe reprochando a su empleado y, por el otro lado, el empleado tratando de defenderse y explicando que no había hecho nada.
—La cosa pinta seria. ¿No lo echarán? —pregunta algo preocupada Farah.
—Nah... Aparte el bar está vacío, no les haría esto con toda la clientela acá, ahora cuando vuelve le pido disculpas y listo, queda todo en el olvido. Quédate tranquila. —Aysel tranquiliza a Farah con su personalidad dominante y segura que tanto la caracterizaba.
—Bueno... Está bien. Pero que conste que estas cosas a mí no me gustan.
La joven comienza a reírse de nuevo.
—Ya sé, Farah, quedate tranquila... ¡Ahí vuelve! Seguime la corriente.
Con algo de cara de triste y mucha vergüenza salió de la oficina el mozo y detrás de él, efectivamente salía su superior, el jefe del lugar, el afamado "Polaco".
—¡Dale, camina! A ver qué cagada te mandaste... —exclama antes de salir de la oficina el Polaco algo enojado.
Caminaron los dos por el corto bar, debía tener unos 3 metros de ancho por unos 10 de largo, atravesaron las 4 filas de mesas hasta llegar a las chicas, ahí el no tan elegante dueño pudo ver quiénes eran...
—¡Son ustedes!... Era todo una broma. ¿No? —pregunta el Polaco sin saber qué cara poner.
—¡Sí! Era para que vengas vos a saludarnos...
—¡Tranquilo, Martin! Era todo una broma de estas pibitas... no te preocupes. —Como buen jefe que era, él sabía la clase de empleado que elige y bien sabía que el joven Martin era incapaz de hacerle algo malo a alguien—. Dejá, ya por hoy trabajaste... te doy permiso de irte antes, sigo yo solo por hoy. Acordate, mañana a la misma hora de siempre.
—Bueno... ¡Gracias, señor! —El joven empleado después de agradecer, se va a cambiar y se retira rápido del pequeño bar. No vaya a ser cosa que su jefe se arrepintiera y lo haga trabajar toda la jornada.
—¿Ven lo que hacen? —preguntó el Polaco algo enojado a las chicas—. Por culpa de ustedes lo tuve que dejar ir.
—¿Y qué tenemos que ver nosotras con esos? ¡Yo ni siquiera dije nada! —exclama Farah igual de enojada.
—Que por la culpa de ustedes tuve que dejar ir al pibe. No iba a dejar que se quede si unas amigas le hacen una broma así...
—Bueno, perdón. No lo hago más, lo prometo. —Aysel pone fin a la conversación con una sincera disculpa.
—Con eso me alcanza. Esperen que les traiga un chocolate caliente y me voy a la oficina que tengo que hacer unos papeles. ¡Ah! y obvio la casa invita. —El exitoso dueño del negocio va a la cocina y le pide al cocinero los pedidos—. ¡2 chocolates calientes! —La gruesa voz del obeso hombre retumba por todo el bar vacío de gente.
—Día largo. ¿No? —insinúa Aysel a Farah mientras apoya la cabeza sobre sus brazos estirados en la mesa.
—La verdad sí... ¿Estará bien Elif? —pregunta Farah frunciendo las cejas—. Me tiene algo preocupada.
—Por Dios, Farah, sí. Obvio que sí, quédate tranquila. —Aysel al ver a Farah algo distraída por no saber cómo se encontraba su amiga, se acerca y se sienta al lado de la joven deprimida para poderla abrazar y hablarle suavemente.
—Pero acordate que Elif sufre del corazón, es mi amiga hace mucho tiempo, no quiero perderla. Farah pasó a estar realmente triste y angustiada, imaginándose lo peor.
—No, no, no, no pienses todo esto, no te hagas mala sangre por algo que ni sabes si está pasando, aparte solo dijo que le dolía un poco el pecho, puede ser cualquier cosa. Yo ya le mandé un mensaje, cuando lo vea... Me lo va a contestar. —La joven al ver que sus palabras no tenían grandes frutos, le agarra los cachetes a Farah para doblarle la cara y que esta quede mirándola fijamente, para repetirle—. Una vez más, quédate tranquila.
—Bueno, está bien. Pero si no contesta, después me pongo peor. —Con algo de risas tímidas y la cabeza gacha afirma Farah.
—¿Para cuándo los chocolates?... —se pregunta Aysel a sí misma en voz alta. En lo que la atrevida y vivaz adolescente no tiene mejor idea que comenzar a llamar al dueño a los gritos—. POLACO ¿Y LOS CHOCOLATES PARA CUÁNDO?
Desde la cocina no hubo respuesta pero sí desde la oficina...
—¡AHÍ VA, NENA! —por el tipo de voz, podía reconocerse fácilmente que era la del Polaco.
—BASTANTE LENTOS SON, ¡EH!.... ¡ACORDATE QUE SOY TU CLIENTA FAVORITA! —exclama gritando la joven.
"Tu clienta favorita dice la pibita", podía escucharse desde las mesas eso susurrarse desde la cocina y las risas desde la oficina, definitivamente, para Aysel,