180 días en Siria. Fabricio Pitbladdo

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Название 180 días en Siria
Автор произведения Fabricio Pitbladdo
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789878715216



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la curiosidad había sido más fuerte que ella y prefirió quedar mal ante sus padres que quedarse con la duda.

      La madre de Farah algo molesta interviene en la conversación.

      —¿Estabas escuchando la conversación nuestra a escondidas? Nosotros no te hemos enseñado eso hasta donde yo recuerdo.

      —No, Annesa, no hace falta el enojo... aparte me preguntó a mí —con bastante calma Murat maneja la situación—. Mira, lo que pasa es que en la empresa van a despedir a unos empleados y como soy el gerente de la sucursal de Estambul, el que les tiene que dar la mala noticia soy yo.

      —¡Murat! ¿Me bajas las galletas? No llego. —La madre de los 3 niños golpea sus dedos uno por uno en señal de espera, del meñique al índice, repetidas veces contra la mesada de mármol negro—. Te dije que había que bajarla, la pusiste muy alta, ninguno de tus hijos llega...

      —Ahí va, Annesa, ahí va... por Dios.

      Cuando Murat deja su café sobre la mesa, el viento que provocó el flamante y recién ascendido gerente de la compañía Textiles Robbinson S. A. deja volar unas hojas del diario y Khan llegó a leer un fragmento de noticia.

      11 de noviembre de 2011

      Luego de las protestas en Siria con motivo de manifestar el desencanto con el régimen del presidente Al-Asad (asumido a través de un referéndum a principios de este siglo), dichas protestas llevan ya varios meses, dándose en distinta intensidad y en focos concentrados por cada rincón del país, el gobierno nacional en temor a un golpe de Estado, lleva reprimida cada una de estas protestas y como los manifestantes, en un importante número son guerrilleros, se arman pequeñas guerras en cada ciudad. Se estima que en lo que va del año los muertos superan el centenar de personas, aunque Naciones Unidas, pocos días después del paquete de sanciones impuesto por la Unión Europea en mayo de dicho año, asegura que los muertos rondan cerca de los 900, tanto civiles como paramilitares, provocando millones de dólares en pérdidas al Estado y al sector privado y el destrozo de la identidad que tiene este golpeado país y la deslegitimación del gobierno central.

      El Gobierno en constate estado de sitio y aplicando la ley marcial, sigue en duda de qué hacer con los miles de detenidos políticos que lleva en este año, mientras que en la cumbre de G-8 siguen analizando el accionar militar contra del régimen [...]

      —No leas cosas que a tu edad no vas a entender, hijo... —El padre le agarra la mano al niño y con la otra mano, le saca el diario y lo arruga—. De verdad está todo bien, preocúpate por tus cosas que nosotros con esta guerra no tenemos nada que ver.

      —¿Están matando gente a solo unos kilómetros de acá? —pregunta el confundido niño con algo de incertidumbre y un tímido miedo,

      —Seguramente y como en todos lados, pero nosotros no podemos hacer nada...

      —¿De qué hablan? —mira extrañado Abdel a su padre y hermano.

      —De nada importante, hijo, no te preocupes, ¿o no, Khan? —aprovechando que hacía unos instantes le había agarrado la mano, se la aprieta para que este, captara la indirecta bastante directa y no dijera nada.

      —Pa... ¿Por qué van a echar gente? —pregunta Abdel sentado en la fina silla de roble que había sido un regalo por parte de su tío "el mecánico" como cariñosamente lo llamaban de cuando compraron la casa.

      —Porque quieren abrir un nueva sede en Alepo, y bueno... hace falta desviar fondos —mira para abajo el señor Murat, quizás por algo de vergüenza o porque sabía que él iba a ser cómplice de que por intereses de personas que ni conocía iba a dejar a cientos de familias sin un plato de comida y sería el verdugo... toma su caliente café—. Lo más triste es que eran hombres con familia e hijos, pero bueno... a estos empresarios solo les importa sus ganancias, y que no son nada chicas.

      —¿Cuándo la van a instalar? —Annesa pregunta mientras pelea con la canilla de la cocina que no quería andar, giraba para un lado, giraba para el otro y era inútil, el agua no quería salir—. Murat, Dios mío, tienes que hacer algo con esta canilla, desde la semana pasada te lo vengo diciendo y te haces el sordo.

      —Ya sé, Anna... Dame tiempo por favor, estoy con todo con el tema de la empresa, la nueva sucursal y el tema de la pobre gente que van a echar, teneme paciencia unos días más. —Murat suspira por el golpe de estrés que había tenido—. Ehhh, no sé, no estoy muy seguro... En teoría, para febrero del año que viene ya está todo listo para trabajar... iba a estar lista para julio de este año, pero la situación inestable de ese país del demonio no lo permitió, así que siendo sincero, si te digo, te miento. —Murat no había mentido en ninguna de sus palabras, le estaba dedicando todo su empeño a la empresa, ya que él tenía un pensamiento muy lógico, "yo soy un trabajador más, para ellos soy un sueldo más que pagar... no tengo ningún valor, es feo pero es la verdad, y si echaron a 400 personas y dicen que según como se pinten los números podrían echar más, ¿qué hago si me echan a mí también? Tengo una familia que alimentar, hijos que ni siquiera terminaron la escuela, jamás permitiré que mis hijos tengan que salir a ganar el pan que yo no pude darles, que tengan que mendigar comida por la calle... TENGO QUE HACER TODO LO QUE ESTÉ A MI ALCANCE PARA QUE ESTO NO PASE". El pobre hombre trabajaba sus 8 horas reglamentarias diarias y a eso le sumaba otras 2 horas extras que las trabajaba gratis para darle buena impresión a sus jefes, él buscaba tanto esto a tal punto que, sin tener la necesidad de hacerlo, porque esa tarea no le corresponde a él, iba a poner la cara para los despidos de sus compañeros de hace más de 15 años... y en lo otro tampoco había mentido, en realidad no iban a echar a nadie y la nueva fábrica debía estar ya funcionando a su máxima capacidad hacía varios meses, pero para variar, nunca nada sale como uno lo planea y los platos rotos, también para variar, los paga el que no tiene nada que ver. Él bien sabía que le había vendido su alma al diablo, pero sus opciones a la hora de barajar eran realmente pocas...

      —Y si es inestable... ¿Por qué tu empresa va?

      —Como la inestabilidad provocó que muchas empresas privadas se vayan del país y la mayoría de las nacionales quebraron... quieren aprovechar la brecha y el mercado básicamente sin competencia alguna para meter sus productos por la fuerza. ¡Y sí, por la fuerza! Si hay un maldito monopolio a la gente no le quedará otra que comprarles y para maximizar aún más sus ganancias, hicieron un contrato con el gobierno para fabricar los trajes de los soldados del ejército y a cambio este le va a dar toda la protección necesaria, aparte de las enormes ganancias, claro.

      —A vos no te van a mandar... ¿no? —La agotada mujer se agarra la pera con la mano derecha y lo mira fijamente a su esposo—. No vaya a ser cosa de que nos lleves a una guerra, solo por un buen empleo... —Annesa se prende un cigarro por el momentáneo estrés que generó esa pequeña reflexión—. Prefiero morirme de hambre acá en Turquía a vivir bien en el medio de una guerra.

      —No, amor, por supuesto que no, aparte para los cargos importantes ya tienen todo elegido, y los obreros van a ser personas de Alepo... para propagandear que le dan trabajo a la gente de ahí, el gobierno de allí tiene que hacer buena imagen a como dé lugar, no puede permitirse perder el poco apoyo que le queda.

      —Ma, es muy temprano todavía... no fumes que te va a hacer mal —exclama Farah moviendo la mano en el aire para desviar el humo producido por el cigarro recién encendido.

      —Cuando llegues a mi edad, vas a entender lo que es soportar todo lo que tengo que soportar... ¿ya desayunaron todos?

      —¡Sí! —dijeron todos al mismo tiempo.

      Uno por uno, del más grande al más chico y del más chico al más grande comenzaron a pararse y organizar qué iban a llevar y qué no, Abdel (el del medio) guardó sus cosas de dibujo, ya que tenía una presentación con los profesores de arte, Khan (el más pequeño de los 3 hermanos) ordenó su mochila. Él no tenía nada importante que hacer o presentar ese día, para él era un día más. Pero para Farah no, guardó los mapas y láminas, mientras que por celular, arreglaba con sus amigas en cómo iban a dar la presentación ya que daban en la primera hora y debían organizarse qué decir cada una, el padre