180 días en Siria. Fabricio Pitbladdo

Читать онлайн.
Название 180 días en Siria
Автор произведения Fabricio Pitbladdo
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789878715216



Скачать книгу

empty-line/>

      Fabricio Pitbladdo

      180 días en Siria

      

      Pitbladdo, Fabricio

      180 dÌas en Siria / Fabricio Pitbladdo. - 1a ed. - Ciudad AutÛnoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

      ISBN 978-987-87-1521-6

      1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. TÌtulo.

      CDD A863

      Índice de contenido

       Portada

       Créditos

       Índice

       Capítulo I: Purgar

       Capítulo II: Estambul

       Capítulo III: 180 días en Siria

       Capítulo IV: Guerra

       Capítulo V: Pérdidas

       Capítulo VI: Viaje de regreso a Turquía

       Capítulo VII: Ascenso

       Capítulo VIII: Reencarnación

      Capítulo I: Purgar

      —Hacía varias semanas ya lo veníamos planeando, pero los recursos escaseaban y el viaje sería un suicidio... pero si nos quedábamos lo único que conseguiríamos sería una muerte en vida, larga y extremadamente dolorosa. Pienso que eso fue lo que nos animó a lanzarnos y a emprender el famoso viaje de la vida... hoy lo recuerdo en esta eternidad de silencio, de pura nada y no hago otra cosa que no sea llorar y maldecir mi decisión. Mi madre siempre me decía que no hay decisiones malas o buenas, simplemente hay decisiones. Quizás si lo analizo en frío no fue tan mala, ¿no?

      —¡Pero por supuesto que no! Me acerque a él y definitivamente fue lo mejor que me pasó en la vida aunque tuvo sus costos, y los que más me pesan es que lo tuvo que pagar él y no yo... ¡Qué desgraciada que fue la vida conmigo! Pero supongo que lo es con todos... ¿Habrá sido así con todos? No lo sé, pero pensar que no soy la única infeliz, aunque suene egoísta mi pensamiento, noto que me hace bien, me da un sentimiento de acompañamiento. Qué extraño... Cuando me deprimo el cielo aquí se oscurece, me pregunto por qué será, todo es muy raro.

      —Y... ¿Por qué te parece raro, Farah? —preguntó una voz jovial y pura, parecía la de un joven no mayor de 20 años.

      La joven comenzó a mirar hacia todos lados, girando en su propio eje, con intención de ver algo más que esa espesa niebla blanca en una eternidad de universos completamente gris... eterna que la rodeaba, quizás con ver de dónde provenía la voz o solo quizás con intención de ver algo, la locura se encontraba a un paso en ese lugar.

      —¿Quién eres tú? ¿De dónde me hablas? —preguntó Farah un poco asustada y sorprendida, ya que no podía conocer de quién era esa hermosa voz ni mucho menos reconocer su procedencia.

      Por tanto girar, termino cayéndose.

      —¿Te asusté? Perdóname no fue mi intención... si quieres puedo irme y volver más tarde.

      —Un poco tengo que admitir, pero por favor no te vayas... no hablo con nadie hace demasiado tiempo... —La joven mujer aún en el piso seguía mirando hacia arriba, como si fuera a ver algo o a alguien—. ¿Eres real o estás en mi cabeza? —insinuó al borde de un colapso nervioso.

      —¿Y porque esté en tu cabeza no soy real? —rio la voz—. Aquí te vas a llevar unas cuantas sorpresas si no expandes tu visión un poco—. Y pregunta—: ¿Hace cuánto tiempo crees que estás aquí? —preguntó la voz en un tono burlón.

      Farah se queda pensando unos instantes...

      —Demasiado tiempo creo, días enteros, no lo sé en verdad... no tengo referencia de nada aquí. —Agacha la cabeza y se agarra el estómago—. No tengo hambre ni sed ni sueño, ni tan siquiera deseo, solo tristeza —dijo Farah un poco decepcionada.

      —Quizás te sorprendas o te extrañes al enterarte que estás aquí hace tan solo unas pocas horas, me atrevería a especificar unas 10 o 9. El problema es que aún no te has acostumbrado y no sabes dominar este nuevo poder que tienes... por eso es que estás tan triste y este lugar te parece... ¿Cómo lo habías llamado? Una eternidad de puro silencio, pura nada —dijo la voz—. Pero ¡tranquila! Todo eso que quieres aquí ya no te será necesario.

      —¡Espera un minuto! —exclamó Farah.

      El único ser en toda la faz de esa nada volvió a pararse y erguirse con toda seguridad, seguridad que no sentía hace mucho, se acomodó su blanco vestido, se tiró el pelo para atrás, con su nueva paz, la niebla se había hecho menos espesa y se podía ver mejor... kilómetros de pura nada, ya no era gris, sino blanco, su premio había sido pura inexistencia.

      —Dime... ¿Qué sucede? —susurró la voz—. ¿No está bueno que ya seamos amigos y podamos hablar así con tanta confianza? —La voz decía barbaridades como esta, siempre de manera burlona.

      —¡No somos amigos!

      —No te conviene tenerme como enemigo...

      A Farah le molestaba mucho que la sobraran, y sentirse "menos" que alguien, aunque ese "alguien" sea una voz omnipresente, pero ante la innegable verdad de que esa voz era su única compañía, decidió aceptar sus cargadas y de tanto en tanto seguirle el juego al dueño de esa voz, que parecía un poco loco o como mínimo un ser bastante morboso, la joven entre los intervalos de la conversación había pensado una serie de interrogantes que ella seguía sin poder resolver.

      —¿Puedo preguntarte una cosa?

      —Sí, por supuesto... ¡ya lo hiciste!

      —¿Perdón? —Farah no podía entender con qué nueva bromita le iba a salir.

      La voz comienza a reírse de una manera ya ni siquiera infantil, como su habla y tono delataba que era, sino enfermiza, ya no podía entenderse para qué estaba esa voz, si para ayudar o para hacer su estadía más larga y poco llevadera... ¿Era un castigo?

      —Me dijiste si me podías hacer una pregunta, ¡y sí... ya me la hiciste! —a carcajadas arremete contra la golpeada conciencia de Farah—. Palabras tuyas, no mías...

      —Pero por favor te lo pido. —Farah se dejó caer sobre sus rodillas, ya completamente decepcionada y sintiéndose derrotada—. Ayúdame, eres todo lo que tengo.

      La voz al ver a Farah caer en un nuevo estado de tristeza, al ver el cielo ponerse gris nuevamente... ¿Eso podía llamarse cielo?, decidió cambiar rápidamente de tema, al ver que sus bromas no estaban ayudando en nada, decidió ser un poco más benévolo y comprensivo con la niña que estaba derrotada en el suelo.

      —Bueno, perdón... solamente quería hacerte reír un poco, con risas este lugar se te hará más llevadero, ¡bah! Todo en la vida es más llevadero con risas, ¿o no? —La