Название | 180 días en Siria |
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Автор произведения | Fabricio Pitbladdo |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878715216 |
—¡Farah, vamos! Despierta que se hace tarde para la escuela... —dice gritando a través de las escaleras la madre de Farah, Annesa.
La madre de Farah, Annesa Smith era nieta de un militar británico al que en la Primera Guerra Mundial lo habían mandado junto con escuadrón de 200 soldados a atacar una fábrica de municiones que se encontraba en las afueras del Imperio otomano —actual Turquía— durante los primeros días del mes de septiembre del año 1918, unas pocas horas antes de efectuar el ataque, fueron sorprendidos en una emboscada sangrienta por soldados del Imperio, de 200 solo sobrevivieron 20, de los cuales 16 murieron al caer la noche debido a las grandes heridas provocadas durante el ataque, de los 4 pobres hombres sin rumbo que quedaban, estaban entre intentar entrar al país, a través de la frontera o intentar escapar a algún país aliado, pero bien sabían ellos que eso era un suicidio ya que atravesarían toda la zona donde la guerra estaba al rojo vivo. Sin más remedio, decidieron entrar a Turquía e intentar mimetizarse con la gente de aquel —para ellos— lejano país hasta que termine la guerra, que para sorpresa de ellos, eso sería unos meses después, una vez terminado el conflicto bélico, ya podían andar libremente por las calles, se fueron a Estambul y 3 de los hombres decidieron volver a Londres. Víctor Smith se quedó, toda su familia había muerto en la guerra y él creía que en Inglaterra ya no había nada para él, en su infancia, antes de unirse a las Fuerzas armadas británicas, había pasado gran parte de su tiempo en una bicicletería, por lo que como era un gran conocedor del tema, decidió abrir una en Estambul, a los pocos años conoció a la mujer que sería su esposa y la madre de sus 2 hijos, Oscar y Nadia. La niña con un prodigioso oído para la música sería concertista en la ópera de Estambul y el joven Oscar sería arquitecto y posteriormente padre de 2 hijas, Annesa y Malak. La mayor de las hermanas, Malak, se convertiría en abogada, mientras que Annesa, mujer realmente hermosa hasta para el ojo más exigente, una piel morena que rozaba la perfección, ojos verdes que había heredado del inglés, de altura promedio pero de largas piernas. Fanática de los idiomas, a sus 22 años ya hablaba con fluidez el alemán y el inglés. La historia mundial y en especial de la Europa medieval habían sido el motivo de su vida, y por eso se las dedicó a la hora de elegir la docencia orientada a la Historia pero lo que podía enloquecerla era unas buenas pastas, siempre y cuando estén bien preparadas y algo mucho muy importante, que sean acompañadas con un vino francés, si usted no había probado vino con las pastas que se comen en los restaurantes de Estambul, usted entonces nunca había tomado vino —o eso decía ella— siempre había mostrado inclinación a la ayuda al prójimo y a la enseñanza, a finales de 2012 estaría cumpliendo sus 45 años.
—¡Ahí va, ma! —dice repetidas veces Farah, en la oscuridad de su cuarto y tapándose la cara con la sábana y con un enojo que fácilmente podía distinguirse.
Farah responde aun sin encender la luz de su habitación y aún un poco dormida se para en el frío piso de alfombra, el cual ella ya había pedido a su padre que sacara porque la hacía estornudar mucho, procede a vestirse y ponerse algo especial, estaba entre un vestido elegante que tenía o un jean con una camisa que a ella le gustaba mucho, pero termino decidiéndose por una pollera a cuadros roja con una camisa y, por ser un evento especial, no la obligaban a ir con el uniforme, ese día tenía una importante presentación ante sus compañeros y sus profesores de historia, geografía y alemán.
—¿Ya me hiciste el desayuno, ma? —pregunta Farah bostezando mientras baja las confusas escaleras caracol de bronce, recientemente colocadas.
—¿Te lavaste los dientes? —le responde su madre a los gritos desde la cocina, su voz desgastada por años de tabaco y alcohol atravesaba toda la casa.
—Eh... no. La embobada adolescente gira sobre su propio eje, teniéndose de las barandas, vuelve a subir en dirección al baño, con cerámicas azules en sus paredes y un llamativo blanco y negro en el suelo, adornado con un muy lujoso espejo y un lava manos sobre lo que había sido una cómoda de algarrobo.
—¡Ah! Y de paso despierta a tus hermanos —exclama la estresada mujer a los gritos desde abajo.
—Bueno, ahí va....—la adolescente ya más despierta que dormida vuelve a subir las escaleras caracol de su casa, una vez arriba entra a la habitación de sus hermanitos y los despierta.
—¡Khan, Abdel! Son las 6:30... DESPIERTEN QUE YA ES TARDE —grita con enojo y nada de paciencia en la pequeña habitación color celeste y con una cama cucheta, la de arriba de Abdel, el privilegio se debía por ser el mayor de los hermanos varones.
—Bien, iré a lavarme los dientes y terminar de vestirme —diciéndose a sí misma las cosas que tenía que hacer y decir en unas horas, Farah estaba haciendo todas las primeras actividades del día.
—Nena, ¿de qué es el trabajo ese que das hoy? —pregunta el padre de Farah mientras se abrocha la corbata y toma su café, el cual como para no machar el mantel de la mesa principal, decidió apoyarlo sobre su diario impreso hacía pocas horas.
—De la Segunda Guerra Mundial, pa, causas, consecuencias, conflictos y las características en general, y como está el profe de alemán y creo que el de francés, así que por las dudas, muchos nombres me los tengo aprendidos en alemán.
El padre de Farah, hijo de un matrimonio con creencia religiosa cristiana, y de ahí su fe en esta religión, el cual le incorporo a sus 3 hijos a través del bautismo y la comunión. Murat Pamuk de 45 años, 1,70 de altura, relativamente flaco pero ancho de hombros, de morena piel y ojos oscuros como la noche. Hombre de moral inquebrantable y de ideología marxista en lo económico y social pero se contradecía a sí mismo con su creencia religiosa y, por motivo de esto, muchas veces no era tomado en serio, tanto en la iglesia como en los lugares de debate donde le gustaba ir. Fanático del buen fútbol, de la caza, era un admirador incansable de las armas, tanto que a sus 18 años intentó enrolarse en el ejército, pero su pie plano le imposibilitó su sueño, ante esta decepción, decidió seguir una carrera universitaria en el extranjero. Había obtenido un máster en gerencia y contaduría en sus años de juventud, cuando estudió en una universidad en España, más puntualmente en Madrid, de ahí su facilidad para hablar el español y el inglés, ya que también lo había estudiado. Es el mayor de 3 hermanos, uno murió de joven debido a una grave enfermedad, que en su época era incurable y su otro hermano, Onur Pamuk de 39 años, se había inclinado de joven a la mecánica y como decía su madre "desarma todo lo que encuentra" y a eso le dedicó su vida, estudió ingeniería mecánica y dejó la carrera en 4.to año, por motivos del repentino embarazo de su novia y la que hoy sería su esposa y madre de sus 2 hijos.
—Ah, bien, no es tan difícil... ¿o sí?
—No, para nada... —responde Farah con mucha confianza mientras come algo de pan.
—Farah, ¿por qué no vas a ver por qué tus hermanos todavía no bajaron?
—Es cierto, ya deberían haber bajado... espera que me voy a fijar.
Mientras Farah se aleja de la cocina, escucha a Annesa preguntarle al elegante hombre de traje con su café y su diario.
—¿Cómo vamos a decirles, Murat? Farah vaciló un poco en seguir o detenerse unos segundos a escuchar la conversación a escondidas, pero lo consideró bastante descortés y asumió lo obvio, que sería una estupidez lo que a alguien tenían que decirle y decidió seguir su camino, subir por segunda vez las escales y ver por qué sus hermanos aún no había bajado.
—Farah... ¿Qué hora es? —pregunta Khan, su hermano de 11 años.
—6.45, nene... APURATE, ¿y Abdel?
—Ya se levantó y vistió, está en el baño —responde el joven niño mientras abrochaba su blanca camisa planchada cuidadosamente la noche anterior por su madre.
—¿Por qué gritas tanto, Farah? Qué ruidosa sos... —le dice desde atrás su hermano Abdel, de 14 años.
—Mira, no me enojo más, solo porque ya estás totalmente vestido...
No muchos minutos más tarde ya estaban los 5 integrantes de la familia en la mesa