Название | 180 días en Siria |
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Автор произведения | Fabricio Pitbladdo |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878715216 |
—De a poco... sé que vivía en Siria y que tenía 2 hermanos menores, creo que éramos huérfanos y después lo que te decía antes, que morí por un disparo en el pecho mientras viajaba a algún lado pero todavía no sé a dónde. —Farah corta de golpe la conversación—. ¿Sos zurdo?... me estás empujando con la mano izquierda.
—Eh, sí, otro recuerdo supongo que será... —responde William—. Eres muy perspicaz... ¿No?
—Sí... —ríe—. Siempre lo fui.
—¿Cómo se hace para reencarnar? —pregunta Farah un poco interesada en el tema—. ¿Yo podría?
William la abraza desde la espalda y le acomoda el pelo hacia un costado y desde el otro le besa la mejilla y le contesta:
—¡Claro que sí! ¿Por qué no? ¿Ves esto que yo estoy haciendo por vos? Acá le llaman ser un guardián... ¿te acordás que hace poco me preguntaste por qué era tan bueno con vos? Y yo te dije que alguien lo había sido conmigo, y a ese alguien, alguien lo había sido con él y así sucesivamente...
—Sí, me acuerdo, pero ¿qué tiene? No logro entender la relación.
—Bueno, también te mencioné que era un precio que tenía que pagar... para tener el derecho a reencarnar, primero tenemos que ser guardianes, ayudar a un alma perdida, una vez cumplida mi tarea, podré volver a vivir... así que si quieres reencarnar tendrás que ser guardián de alguien.
—¿Pero no hay más muertos que almas dispuestas a ser guardianes?
—Esa es buena pregunta... y no, al revés, hay más almas dispuestas a ser guardianes que tasa de mortalidad en el mundo. ¡Si no todas las almas se perderían y caerían en la locura!, un alma puede estar varios meses, quizás años esperando para reencarnar, se va asignando a medida que muere gente y luego una vez que esa alma está preparada hay que esperar a que un nuevo humano nazca y ¡listo! Sin darte cuenta estás llorando en los brazos de alguien, vivo una vez más... esto pasa porque todas las almas quieren volver a vivir, por eso en la mayoría de los casos, les cuesta tanto trabajo aceptar su nueva condición...
—En tu caso... ¿Cuánto tiempo fue?
—Creo que poco tiempo, unas pocas semanas... Pero en mi caso particular fue porque morí siendo muy joven... de la edad que aparento ahora. Acá más que en ningún lugar actúan las leyes de karma —responde William un poco triste.
—¿Qué tiene que ver el karma? —pregunta la joven de tez morena.
—Como morí joven, y tuve una vida triste, se me dio prioridad sobre mucha gente que vivió toda una vida repleta de abundancia y felicidad, ¡ah! Y aparte al parecer fui buena persona. —William suelta una cómplice risita—. Si fuiste un desgraciado tu alma tendrá más espera para ser guardián que los que no, o los que son niños, etc.
—Entiendo... ¿Sabes de qué moriste? —pregunta Farah interesada por lo que fue la vida de William.
—No lo sé... te soy completamente sincero, lo único que sé en torno a mi muerte es que creo recordar mucho fuego y sangre, y creo que dolor... pero no dolor físico, fue una muerte rápida, sino dolor pero de pena, supongo que fue algo muy triste... —William deja caer una lágrima sobre el hombro de Farah—. Como creo que ya te he dicho. —Y vuelve a aclarar—: No tengo buena memoria, no te extrañes si explico las cosas varias veces, eres por acción u omisión lo que tú quieras ser, y si tú eliges ser alguien sin pasado y no recordar nada... así será.
—¡Ey, no llores! Recuerda que tú tienes que ayudarme a mí, no yo a ti... —dice Farah riendo no muy fuerte para que Will no se lo tome a mal—. ¡Aparte nunca fui muy buena consolando gente, seguramente te deprimirás más si me escuchas hablar a mí!
—Como digas, Farah...
—¡Ah! Y si consideraste que era mejor olvidar, y liberarte de todo para volver a ser... —piensa un instante—. Simplemente algo. Está perfecto, todo sea con tal de alcanzar la felicidad que no pudimos tener en vida. ¿O sí? Si no me equivoco para eso estamos acá.
—Digamos que sí. —William guarda silencio por unos instantes y cambia de tema rápido—. Farah me dijiste que moriste de un disparo en el pecho... ¿no? —pregunta William.
—Qué rápido que te pones bien... para mí esa lágrima era falsa. ¿Cómo es que se le dice?... ¡Lágrima de cocodrilo! Eh, sí, así es...
—Muchas veces la muerte deja su firma en el cuerpo mortal —intenta explayarse para parecer más listo—. En casos de muertes violentas como la tuya o la mía, u otros tantos miles, la muerte se presenta en persona a llevarnos, el dolor para la muerte es como el polen para las abejas, donde hay dolor, pena o sufrimiento, la muerte irá a buscarte en persona, quizás lo hace como un intento de perdón, la muerte no nos quiere muertos, aunque suene irónico. Por eso en los casos de muertes feas, tenemos el honor de que sea la mismísima muerte en persona la que viene a buscar nuestra alma para llevarnos.
—Y en el caso de muertes naturales... ¿Quién guía el alma?
—Generalmente algún ángel, acá los conocemos como los "guías", al igual que los guardianes, cuya función es cuidar del alma hasta que esta se haya aceptado en su nueva existencia, de los guías, por su parte, su función es guiar al alma desde la tierra hasta este lugar, y dejarla en un lugar seguro hasta que el guardián tome posesión de ella.
—O sea que en muertes violentas, ¿la muerte es un guía?
—Exactamente, Farah.
—¿Y viste a mi guía?
—No... nunca hay contacto entre nosotros cuando se trata de almas...
Farah, sin estar segura de haber entendido, asiente con la cabeza solamente para no seguir escuchando al pedante de William, en especial cuando explica... es más pedante que nunca.
—Farah, seguramente el disparo sigue ahí en forma de lunar o cicatriz, ¡muéstrame! —exclamó William con toda seguridad—. ¡Confía en mí!
—¡NO VOY A MOSTRARTE LOS SENOS! —exclamó Farah toda sonrojada y enojada.
—¡DALE! Solo una miradita... aparte será con fines exclusivamente académicos.
—¡NO, HE DICHO! —Farah, tomándose bastante mal esta broma de William, se ofendió un poco y no sabía si irse o simplemente tomárselo con "fines académicos" como decía él, o simplemente por lo que ella sabía que era... una broma.
—Pero, Farah, no me muestres nada, solo desabróchate los tres botones que trae tu vestido en la parte del escote, eso será más que suficiente. —William riendo acota—. ¡No tengas miedo!
—Bueno... pero que no se te vaya la mano... no quiero pegarle un cachetada a mi guardián —insinúa Farah.
Farah, medio dudosa comienza a desabotonarse, dejando al aire un considerable parte de su pecho, y se gira su cuerpo sobre la hamaca para poder estar más cómoda con William:
—¡Ya está! —susurra medio avergonzada—. ¿Y ahora qué?
William le apoya la mano en el pecho con mucha suavidad y delicadeza, su intención ni se acercaba a algo sexual —como pensaba Farah— sino él solo quería generar toda la confianza posible y lo intentaba de la única manera que le salía, siendo coqueto y algo atrevido, aparte si tenía la marca del disparo era una manera de "corroborar" todo lo que le había dicho.
—Tenés el pecho caliente, nena —susurra en su oído derecho de una manera que le dio un escalofrío por todo el cuerpo a Farah.
—Y tú la mano fría... ¡mira! Se me pararon los pelitos de brazo...
El apuesto