Breve historia de España para entender la historia de España. Manuel García Cabezas

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Название Breve historia de España para entender la historia de España
Автор произведения Manuel García Cabezas
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788411141741



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de unidad nacional, con capital en Toledo, perturbada por un intento de reconquista romana a través de los bizantinos, quienes durante el siglo VI intentaron mantenerse en la parte sur de la península. De cualquier forma, el periodo visigótico en España fue un periodo de inestabilidad y de guerras civiles y religiosas, a lo que contribuyó el carácter electivo de los reyes.

      Uno de los motivos de discordia entre la sociedad goda y los hispanorromanos fue la religión. Los visigodos entraron en Hispania como cristianos arrianos, una forma de cristianismo que no reconocía al Hijo la misma divinidad que a Dios Padre. Los hispanorromanos eran católicos y su religión estaba íntimamente ligada a su condición de ciudadanos romanos. Al principio, los visigodos reprimieron el cristianismo, pero —a mediados del siglo VI— un santo de Cartagena, San Leandro, consigue la conversión al cristianismo del gobernador godo de la Bética, Hermenegildo que, además, era hijo del rey Leovigildo (568—586). Hermenegildo se rebela contra su padre, busca el apoyo de los bizantinos y de la antigua aristocracia hispanorromana de la Bética, pero es vencido y hecho preso por su padre; mientras estaba encarcelado en Valencia, su carcelero lo asesina en el año 58. Muchos años después, el rey Felipe II, quien también tuvo problemas con un hijo, consiguió que Hermenegildo fuera canonizado por la Iglesia católica.

      Un hermano del mártir, Recaredo, cuando sube al poder en el año 586, se convierte al catolicismo uniendo ya de manera indeleble religión y poder político en España (poco antes, Clodoveo, rey de los francos, había hecho lo mismo en su reino; Francia y España serán a partir de entonces baluartes de la fe cristiana en Europa). Muchos autores consideran a Recaredo el primer rey de una España unificada, política (promulgación del Liber Iudiciorum) y religiosamente (instauración de los Concilios de Toledo); la contrapartida a este hecho importante fue que, a partir de entonces, la religión (católica) y el gobierno político estarán fuertemente imbricados en España. De momento, las autoridades religiosas visigóticas jugarán un papel importante a través de los sucesivos concilios celebrados en la capital Toledo. Sin embargo, la unificación religiosa y política del mundo visigodo no será completa: una parte de los habitantes del reino eran judíos, y la nueva situación no les favorecerá; empiezan a sufrir persecuciones y jugarán un papel desestabilizador en el futuro inmediato.

      Los años que van de mediados del siglo VII al año 711 son periodos de desintegración interna de la estructura visigótica y una tendencia hacia la fragmentación, cuyo reflejo son los enfrentamientos nobiliarios, sobre todo con ocasión de las sucesiones de reyes. Los monarcas intentarán afianzar el poder central, asegurar la sucesión, pero los nobles y sus clientelas siempre serán un freno a esta intención. Los pueblos germánicos (germanos, francos, sajones, etc.) fueron el origen de muchas naciones actuales (Francia, Alemania, etc.). En España, los visigodos supusieron un intento serio de unificación de la península, pero, quizás por falta de líderes adecuados, quizás por la división interna, quizás por la politización de la iglesia católica, el reino visigodo siempre fue inestable.

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      Corona visigótica de Recesvinto del Tesoro de Guarrazar. El tesoro se encontró por casualidad en 1858 y poco después fue vendido a Francia, donde todavía se exhiben parte. La corona de la fotografía se puede ver en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

      La discordia definitiva vino a propósito de la sucesión del rey Vitiza en el año 710. A la muerte de Vitiza se eligió como rey a Rodrigo, pero los hermanos de este (y el arzobispo de Sevilla, Oppas) no lo aceptaron y llamaron en su auxilio a los musulmanes, quienes ya habían llegado a la otra orilla del Estrecho de Gibraltar desde su foco de expansión en Arabia. Aunque ya dominaban toda la costa del norte de África, al parecer todavía resistía en Ceuta un personaje sumido en la leyenda llamado Olbán, Urbán, Ulyán o Julián, cuya raza o condición (godo, bizantino o berberisco) es discutida. El jefe de los musulmanes norteafricanos era Muza y su comandante del ejército era un tal Tariq ben Ziyad. En julio del 710, Tarif ibn Maluk hace una incursión y desembarca en Tarifa (llamada así por él a partir de entonces) con quinientos hombres; no tuvo gran resistencia: el rey visigodo Rodrigo no puede acudir a la batalla, pues en ese momento estaba combatiendo una rebelión de los vascones. En la noche del 27 al 28 de abril del 711, Tarif vuelve a desembarcar en la roca Calpe (a partir de entonces, Gibraltar: la montaña de Tariq) con siete mil hombres; los oficiales son de origen árabe, pero la mayoría de los soldados son bereberes del norte de África. El 19 de julio, cerca de río Guadalete (o Wadilaka, o de la Janda, no se sabe con certeza el lugar exacto), tropas árabes y bereberes de Tariq, jefe liberto del gobernador Muza, derrotan al ejército visigodo del rey don Rodrigo, víctima de la traición de los hijos de Vitiza (al parecer, algunas fracciones del ejército de Rodrigo desertan en medio de la batalla) y sus allegados (entre los que destaca el obispo de Sevilla, Oppas, a quien veremos más tarde actuar otra vez). El reino visigodo de España desapareció ese día. El cadáver del rey fue encontrado en el campo de batalla y llevado por sus fieles fuera de tal escenario; se dice que lo enterraron cerca de la actual Viseu.

      Pero la leyenda persiste. A los motivos señalados anteriormente para entender la «pérdida de España» se pueden añadir otros; algunos autores piensan que la victoria y posterior triunfo de los musulmanes fue debida a la ayuda que les proporcionó una especie de quinta columna formado por judíos que vivían en este lado del Estrecho. Otra leyenda es menos prosaica y más humana: se cuenta que Rodrigo había seducido a una chica llamada Cava, hija del mencionado Julián, gobernador de Ceuta; este, por despecho de padre, se alió con sus vecinos musulmanes y les facilitó el paso del Estrecho.

      Se puede decir que la herencia romana se salva con los visigodos y en ellos se funden el cristianismo y la herencia clásica. Con los visigodos la antigua Hispania adquiere una personalidad cultural y unos límites geográficos que permanecerán fijos hasta la Edad Moderna.

      la alta edad media (SIGLOS viii — xi). cristianos contra musulmanes.

      Tras los acontecimientos ocurridos aquel 19 de julio del año 711, en lo que se conoce desde entonces como batalla de Guadalete, Tariq avanzó audazmente hasta Toledo, que conquistó con la ayuda de los judíos de la ciudad el día de San Martín (11 de noviembre) de ese mismo año: la pérdida de España se había consumado. Los nobles godos habían huido de la ciudad con sus tesoros (uno de ellos se encontraría siglos más tarde en Guarrazar, Toledo) buscando refugio en las montañas cántabras. Tariq los persiguió hasta Astorga, pero regresó a Toledo cuando su jefe, Muza, celoso de las victorias de su subordinado, cruzó el Estrecho con un contingente entre diez y dieciocho mil hombres más. Muza marcharía hasta el Ebro, donde un noble godo, el conde Casius, se le rindió sin oposición, se convirtió al islam y sus descendientes, los Banu—Qasi, jugarán un papel importante en la historia de los musulmanes españoles. Los vascones tampoco ofrecerían mucha oposición y los invasores islámicos cruzaron los Pirineos y se extendieron por el sur de Francia hasta que el rey de los francos, Carlos Martel, los derrotó en el año 732 en la batalla de Poitiers, librando del dominio musulmán a la parte continental europea. Una batalla fundamental para la historia de Europa. Los musulmanes se harían con el casi total de la península en siete años (los romanos tardaron dos siglos) y la opinión más extendida es que esa rapidez fue debido a la desunión de la clase política goda, a la división entre la aristocracia y la plebe visigodas y a la colaboración de los judíos con los invasores. Para la población más desfavorecida, los nuevos amos traían una liberación fiscal: si se convertían a su religión, no pagaban impuestos; si se mantenían siendo cristianos, de todas formas pagarían menos.

      Entre los nobles que buscaron refugio en las montañas de Asturias se encontraba un espatario (militar, miembro de la guardia de palacio de los reyes godos) llamado Pelayo. La zona asturiana bajo dominio musulmán estaba gobernada desde su capital Gijón por Munuza. La nobleza goda se había asentado en el valle de Cangas, pero nadie intentaba restaurar la monarquía visigoda; poco a poco Pelayo es reconocido con cierta autoridad sobre el resto de los nobles. Una tradición cuenta que Munuza quiso conseguir a la hermana de Pelayo, para lo cual había enviado a este a Córdoba —la capital de los musulmanes— como rehén;