Breve historia de España para entender la historia de España. Manuel García Cabezas

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Название Breve historia de España para entender la historia de España
Автор произведения Manuel García Cabezas
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788411141741



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islas Baleares y Valencia, incorporadas a la confederación aragonesa en tiempos de Jaime I (1213—1276) y que pronto se convirtieron ellas mismos en reinos. La ocupación de Mallorca fue obra de colonizadores catalanes y el nuevo reino estará unido a Cataluña, incluso cuando tenga rey privativo. Cuando Jaime I murió (1276), dejó en su testamento que el reino de Aragón fuera para su hijo Pedro y el nuevo reino de Mallorca para su otro hijo, Jaime II; el reino de Mallorca comprendía además de las islas Baleares una serie de territorios del sureste de Francia. En 1349, el reino de Mallorca se incorpora definitivamente al reino de Aragón. El reino de Valencia fue ocupado conjuntamente por catalanes y aragoneses que intentaron, por separado, imponer sus costumbres y leyes, lo que obligó al monarca a crear un reino independiente y distinto del de Aragón, el reino de Valencia, unido a los anteriores por la corona. Tras las anteriores anexiones, el reino de Aragón inicia una expansión estratégica hacia el Mediterráneo central. Pedro III (1276—1285) incorpora Sicilia en 1282, defendiendo la herencia de su esposa Constanza de Suabia, en oposición al bando liderado por el francés Carlos de Anjou tras una revuelta en la isla contra la presencia francesa (Vísperas Sicilianas, 1282). Jaime II (1291—1327) iniciaba la conquista de Cerdeña y en 1380, bajo el reinado de Pedro IV (1336—1387), se añadirían los ducados de Atenas y Neopatría, aunque se perdieron poco tiempo después. Aquí se inició la orientación de la política aragonesa, y luego española, hacia Italia (que tanto influirá en la política española en los siguientes siglos) al mismo tiempo que se desentiende de los intereses sobre el norte de África y Marruecos. El dominio aragonés del Mediterráneo fue tan decisivo que por entonces se decía que hasta los peces debían llevar las barras aragonesas para poder nadar por el dicho mar. Estas guerras crearon en la corona de Aragón una gran cantidad de soldados mercenarios (llamados almogávares) que agrupados en compañías actuaban a menudo por su cuenta en busca de botín. Estuvieron presente en la conquista de Sicilia y, cuando se quedaron sin faena en favor de los aragoneses, llegaron a un acuerdo con el emperador de Bizancio Andrónico para apoyarle en su lucha contra los turcos, pero tras lograr bastante éxito en el campo de batalla las buenas relaciones pronto se deterioraron y para deshacerse de ellos el emperador invitó a la flor y nata de almogávares y cuando estaban en el banquete los hizo asesinar. Cuando el resto de mercenarios se enteraron, arrasaron con pueblos y personal: ese hecho se conoce como «la venganza catalana» y por aquellos lugares todavía se acuerdan de ello. Libres de alianza con los bizantinos, los almogávares crearían un pequeño imperio en Grecia (los ducados de Atenas y Neopatría) que pusieron bajo la soberanía de los reyes aragoneses los pocos años que duraron. Aquí se hicieron famosos los caudillos Roger de Flor y Roger de Lauria, que todavía resuenan en la actualidad.

      El siglo XIII es un periodo de expansión de los reinos cristianos, iniciado con la derrota sobre los almohades de las Navas de Tolosa (1212, un año bonito que merece recordar). A pesar de esta expansión, los reinos peninsulares acentuaron la incorporación económica y social con Europa, facilitada por la venida de los peregrinos que hacían el Camino de Santiago y con la creación de monasterios de origen europeo como fueron los cluniacenses y cistercienses. La llegada de las fronteras de los reinos de Portugal y de Castilla al Estrecho facilita la navegación cristiana entre el Atlántico y el Mediterráneo y con ello los intercambios comerciales con las ciudades italianas y flamencas. Por su parte, solo Navarra permanecía encajonada entre Castilla y Aragón, quedando al margen de la expansión de los reinos peninsulares, lo que acentuó sus relaciones con el mundo francés. Durante la segunda mitad del siglo XIII, al finalizar el impulso expansivo de los siglos anteriores, los reinos cristianos peninsulares se ven envueltos en rebeliones nobiliarias que desafían el poder de los monarcas. Hay variadas causas, pero una era la creciente importancia de mercaderes y juristas. Tanto Alfonso X en León (1252—1282) como Jaime I (1208—1276) sufrieron la embestida política nobiliaria con consecuencias en la política exterior de los dos reinos.

      Como hemos visto, la procedencia y origen de los conquistadores y colonizadores de las tierras musulmanas tendrán una gran importancia para el momento y para el futuro (cuyas consecuencias llegan hasta hoy día). Los castellanos colonizarán el campo andaluz y murciano y trasladarán a ellos su idioma y sus costumbres. Sevilla se transformará en ciudad comercial gracias a la llegada de mercaderes genoveses, catalanes y francos interesados en el comercio italiano—flamenco; en Murcia, la permanencia de muchos musulmanes permitirá conservar la agricultura de huerta de época islámica frente al cultivo extensivo castellano—andaluz. Artesanos y mercaderes catalanes serán atraídos por los núcleos urbanos de Mallorca y del litoral valenciano (donde permanecerán huertanos musulmanes), mientras que el interior de Valencia, conquistado por nobles aragoneses, continuará dedicado a la agricultura y hablará aragonés. Por el tratado de Almizra (1244), los soberanos de Castilla y de Aragón fijarán los límites de la expansión de sus reinos en el antiguo reino taifa de Murcia, fijándose el límite por la actual provincia de Alicante (lo que explica que en dicha provincia haya pueblos cuyo idioma natural sea el español mientras que en otros vecinos se hable el valenciano).

      Las campañas de reconquista entregaron muchas tierras a los reinos cristianos. Pronto el nuevo territorio castellano—leonés se organiza en un conjunto de núcleos urbanos a los que la monarquía les reconoce un estatuto de singularidad mediante fueros especiales (inmunidad fiscal, consideración social de infanzones, autonomía de gobierno) con la obligación de cultivar el alfoz (terreno agrícola circundante alrededor del núcleo urbano) y el compromiso de ayuda militar al rey en caso de necesidad. Y así, apenas cae Toledo, surgen ciudades como Salamanca, Ávila, Cuéllar, Segovia… La entrega de fueros facilita la llegada de artesanos y comerciantes (muchos de ellos de origen europeo) que da lugar a otras serie de villas a lo largo de vías de peregrinaje (Jaca, Pamplona, Estella, Logroño). La rapidez con que se asaltan los cursos altos del Guadiana y La Mancha, y la debilidad demográfica, imponen una repoblación señorial y latifundiaria de cuño pastoril a la nobleza laica y a las órdenes militares. En el ámbito de la corona aragonesa o en el reino murciano, por el contrario, la pervivencia de la población musulmana obligó a realizar pequeños lotes que se solapaban con los derechos de la minoría nobiliaria. Por otra parte, la incorporación de Andalucía, Levante y Murcia introduce en las sociedades cristianas una gran diversidad étnico—religiosa, sustrato de no pocos conflictos. En Cataluña, la tradición carolingia respalda modelos vasalláticos particulares; al pago de las rentas de la tierra acompañarán otras cargas a títulos personas (los llamados usos y malos usos). Al acercarse el siglo XIII la sociedad hispana aparece, por tanto, jerarquizada de acuerdo con la posesión de riqueza territorial; los tiempos caminan hacia el progresivo sometimiento de los pequeños propietarios libres y su reducción a meros colonos instalados en tierras de señoríos y obligados por ello al abono de un conglomerado de cargas y rentas. Habrá ciertos alivios de esas cargas, excepto en Cataluña donde los malos usos mantienen su vigor hasta el siglo XV; especialmente gravoso era el de la remensa, que obligaba al campesino a indemnizar a su señor en caso de abandono del cultivo. En cambio, es en Cataluña donde la burguesía (ciutadans honrats) apuntala su ascendencia en el gobierno de las ciudades.

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      Escenario de la batalla de las Navas de Tolosa. El escenario de la batalla de Tolosa se encuentra en las inmediaciones de Despeñaperros, donde actualmente se encuentra un museo conmemorativo de la batalla. Foto del autor.

      La reconquista diversifica los rendimientos de las tierras. La inestabilidad bélica catapultó la ganadería ovina, fácil de ser transportado en caso de peligro. Para mantener esa cabaña y mediar en los conflictos con los campesinos nacerán diversas juntas de ganaderos que dan lugar a la instauración del Honrado Concejo de la Mesta (1273), obra de Alfonso X de Castilla, que supone la etapa inicial de imposición de los intereses ganaderos sobre los agrícolas. En Cataluña, los afanes comerciales de la ciudad de Barcelona se ven compensados con la instauración del Consulat del Mar con el que los comerciantes catalanes se equiparon con un instrumento de defensa corporativa. No obstante, la nobleza siempre será un factor de contrapeso a la acción real y verán involucrarse en los asuntos de gobierno por medio de instituciones como