Название | Breve historia de España para entender la historia de España |
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Автор произведения | Manuel García Cabezas |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788411141741 |
El siguiente estadio evolutivo importante en la historia de nuestro españolito se produce hace unos diez mil años en lo que se llama Neolítico. La llamada revolución neolítica al parecer se inició en la zona de Mesopotamia (actual Irak); quién lo diría ahora, pero en esa región se produjeron unos cambios que, casi nunca mejor dicho, serían transcendentales en la historia humana. El hombre ya usa el fuego deliberado; también empieza a domesticar los animales (el perro, la oveja) y lo que hoy llamamos agricultura; y cambió para siempre el ecosistema Tierra, para bien o para mal: para algunos, las innovaciones nos permitieron asegurarnos la alimentación mejor, pero, al mismo tiempo, empezó la rapiña de los recursos naturales; la seguridad alimenticia procura el nacimiento de las ciudades, pero también una nueva estratificación social que irremediablemente evolucionaría hacia la formación de grupos dominantes (una minoría) sobre una mayoría, a veces inerme ante los abusos de los anteriores.
Existe constancia de agricultura en la península ibérica desde el V milenio a. C. y es probable que la domesticación de animales (cerdo, perro, buey, oveja, cabra, conejo) sea ligeramente anterior; el trigo y la cebada son los cultivos básicos del periodo y lo seguirán siendo durante toda la Edad del Bronce; luego el centeno, mijo, habas, lentejas o lino; la vid y el olivo continúan siendo silvestres. A medida que avanza la Edad del Bronce se incrementa el cultivo de cereales y leguminosas; el caballo fue domesticado en esos momentos; en este contexto se desarrolló la cultura de Los Millares. Con la influencia de griegos y fenicios se consolida la agricultura durante el primer mileno a. C. y ahora es cuando empiezan a cultivarse la vid y el olivo y se generaliza el uso del arado tirado por bueyes. Ya queda dicho: el Neolítico, un pequeño paso en su tiempo, pero un gran paso (¿bueno?, ¿malo?) para el futuro de la humanidad.
En la península ibérica los cambios propios del Neolítico están presentes desde hace unos siete mil años y fue una revolución importada. Pero no caigan en el pesimismo muy español de que aquí no producimos más que bares. El final del Neolítico y los comienzos de la Edad del Cobre (IV y II milenio a. C.) están marcados por el origen y extensión de una peculiar arquitectura a base de grandes bloques de piedra que se ha llamado megalitismo y que está asociado a la aparición de un nuevo rito funerario. El megalitismo está presente en varios sitios de Europa —y más renombrados—, pero en nuestra península ese fenómeno tiene unas particularidades que lo hacen único. Los productos se llaman menhir (monolítico de piedra clavado en el suelo) y dolmen (mesa de piedra) y los más antiguos datan del 3500 a. C., aunque su máxima extensión fue durante el II milenio antes de nuestra era. Todavía más particular es la cultura talayótica de las islas Baleares, con taulas (enormes monolitos colocados uno encima del otro a modo de capitel coronado por un pilar), talayotes (obra de mampostería en forma de torreón o atalaya) y navetas (construcción de piedras en forma de nave invertida) que van desde la Edad del Bronce hasta la Edad de Hierro. Otra producción autóctona de esta época es el arte levantino caracterizado por su finura estilística y trascendencia inmaterial.
Después del Neolítico, a veces al mismo tiempo o en evolución diferenciada, surge lo que se conoce como Edad de los Metales. La entrada en la península de la economía incipiente de los metales se produce en el tercer milenio a. C. y trae consigo la expansión de la agricultura, la evolución hacia núcleos urbanos y prosigue la estratificación social. La presencia de yacimientos mineros (cobre) en el sur de la península pone a esta región en la vanguardia de los cambios, producto de los cuales florece la cultura del El Argar. Las ciudades ya levantan murallas y los enterramientos son colectivos, lo que indica que la organización social está más avanzada que en otras regiones. Las Baleares entran plenamente en un proceso de contactos casi regulares con el entorno a causa avance de la navegación. Hacia el 1700 a. C. se puede marcar el final de esta primera fase del uso de los metales.
Falcata: espada de filo curvo originaria de la península ibérica antes de la llegada de los romanos. Museo Arqueológico Nacional. Foto del autor.
Poco después, la península empieza a recibir las primeras influencias desde el Mediterráneo oriental, especialmente de los fenicios, provenientes de las costas del actual Líbano (¡pobre Líbano! ¿Quién te ha visto y quién te ve?) y de los griegos (antiguos). Es lo que los expertos llaman la influencia orientalizante frente a la indoeuropea, que era la que nos venía del centro de Europa a través de (los extremos) del Pirineo. La situación geográfica de las costas levantinas y de Andalucía hace que esas regiones sean las primeras en recibir a los nuevos visitantes; no venían de turistas sino en busca de metales y mercados para vender sus productos elaborados. Cádiz es fundada por los fenicios, seguramente alrededor del siglo VII a. C. (la Biblia menciona Cádiz en su Antiguo Testamento, pero las referencias escritas no coinciden con los restos materiales encontrados hasta ahora) lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas de Europa. No vienen muchos fenicios, pero su influencia fue decisiva: se produce una aculturación (proceso de recepción de otra cultura y de adaptación a ella, en especial con pérdida de la cultura propia) de las poblaciones indígenas que las cambiará para siempre. La interacción de los fenicios con las poblaciones indígenas crea una de las culturas peninsulares más particulares (y mitificadas): Tartessos; se menciona en la Biblia y en otras referencias escritas de los griegos, pero no se han encontrado restos materiales definitivos que permitan localizarla geográficamente; a pesar del esfuerzo que se ha desplegado en ello. Lo más probable es que estuviera en la desembocadura del Guadalquivir y es el fruto de influencia fenicia (sociedad urbana, compleja, estratificada) y la cultura indígena (preurbana, organización social simple y poco diferenciada, economía agrícola y ganadera, sin especialización). Algunas fuentes hablan de un basileus y dinastías (Gerión, Gárgoris y Habis), pero no se puede hablar de monarquía hereditaria, aunque sí parece claro que hay un proceso de unificación regional. Tras un prolongado asedio de trece años, Tiro cae en manos de Nabucodonosor (573 a. C.) y el desorden comercial se adueña del Mediterráneo; para Tartessos, el desbarajuste de los mercados metalíferos es mortal en beneficio de la emergencia de la colonia griega de Marsella; la civilización tartesia desaparece hacia el siglo VI a. C. dejando un halo de misterio… y faena para las futuros arqueólogos.
Dama de Elche. Escultura íbera del siglo VI a. C. Pieza hallada en 1897 en Elche. Fue comprada por el Museo del Louvre, pero vuelve a España en 1941. Nótese la perfección y finura de la dama. Actualmente, se exhibe en el museo Arqueológico Nacional. Foto del autor.
Hacia el año 600 a. C., los griegos desembarcan en Ampurias (Gerona). Tampoco vienen de turistas: vienen a fundar colonias comerciales que posibilitarán nuevas relaciones e influencias con los pueblos indígenas de alrededor, más débiles cuanto más hacia el interior nos movemos. Estamos ya a las puertas de la historia, el tiempo en las que ya hay referencias escritas. Hemos visto como durante milenios a la península ibérica han venido gentes del norte (indoeuropeos) y procedentes del Mediterráneo oriental y del norte de África. Siempre entre dos mundos. Las interacciones crean mundos diferenciados, pero también rasgos comunes. Estamos en el primer milenio antes de nuestra era; los pueblos de la península ya no son lo que eran: los griegos y los fenicios han cambiado la estructura cultural y material de los indígenas para siempre; han introducido el alfabeto, expandido la agricultura y la minería, han fundado o mejorado urbes y han abierto un nuevo espacio comercial con lo que ello conlleva de nuevos aires y apertura a nuevos estímulos. Los expertos