Breve historia de España para entender la historia de España. Manuel García Cabezas

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Название Breve historia de España para entender la historia de España
Автор произведения Manuel García Cabezas
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788411141741



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mediterráneas y por tanto más avanzados cultural y materialmente; al norte de una línea imaginaria que partiría de Gerona hasta Cádiz, viven como pueden los pueblos de influencia indoeuropea, que algunos llaman celtas; más alejados de las influencias civilizadoras que vienen de Grecia y de los fenicios. Entre medias, a medio camino en casi todos los aspectos, pueblos denominados celtíberos. Podemos matizar hasta el infinito, pero creo que para lo que viene es suficiente.

      los romanos

      (siglos II a. C.— siglo v d. c.)

      Seguramente el avispado lector ya estará echando de menos a los romanos. Con toda probabilidad, cerca de cada uno de nosotros hay un recuerdo romano y a algunos, los más veteranos, todavía nos levantará pesadillas recordar los sudores escolares para distinguir los dativos de los acusativos en las declinaciones del latín. Paciencia, lector, ya casi llegamos. Estamos a mediados del primer milenio antes de nuestra era y tenemos a nuestros españolitos del momento influenciados por las corrientes civilizadoras de griegos y fenicios que, como consecuencia, producen cierta uniformidad cultural según sea mayor o menor lo aprendido. Los del Levante y Andalucía parecen que van un poco más adelantados con respecto a los más asilvestrados del centro y norte de la península (lo que sucede por no tener playas en mares calentitos).

      Los romanos llegaron España (a partir de ahora Hispania, nombre dado por los romanos, frente al de Iberia, que era de origen griego) de modo casi circunstancial e involuntario; hasta cierto punto. Resultó que su venida fue provocada por la expansión de otro pueblo que seguramente a muchos les resultará familiar: los cartaginenses. Eran estos los habitantes de Cartago y sus alrededores, en la actual Túnez; la ciudad había sido fundada en el siglo VI a. C. por colonos fenicios procedentes de Tiro (Líbano); los cartaginenses construyeron un pequeño imperio comercial en Sicilia, Córcega y Cerdeña y también en la península ibérica, en clara competencia con los intereses griegos en las mismas zonas. Cuando Tiro decayó, Cartago se hizo con los intereses comerciales que aquellos tenían por el Mediterráneo central y en las costas españolas, en particular Gades (Cádiz).

      Al mismo tiempo que los intereses de Cartago se extendían por el Mediterráneo occidental, una nueva potencia estaba surgiendo en la península itálica: Roma. Los romanos se hicieron primero con la región cercana a su capital y después subyugaron a todos los pueblos de la península itálica, incluidos a los etruscos. Roma se arrogó la defensa de las antiguas colonias griegas en todo el Mediterráneo, entre ellas Massalia (Marsella) y las que se encontraban en Iberia: Emporion (Ampurias, Gerona), Rhodes (Rosas, Gerona) y Hemeroskopeion (Denia, Valencia).

      En esta situación era casi inevitable que las dos potencias emergentes chocaran en algún momento. El primer enfrentamiento fue la llamada Primera Guerra Púnica (púnica es por el nombre que los romanos daban a los cartaginenses, púnicus) librada entre el 208 y el 201 a. C. Los enfrentamientos no se dieron en Hispania sino en el sur de Italia y la guerra acabó con la derrota de Cartago y la pérdida de Sicilia, Córcega y Cerdeña. Dice la leyenda que una familia, y en particular un miembro de ella, Aníbal Barca, juró venganza y odio eterno a Roma. Tendría ocasión de demostrarlo, pues tras la derrota en el sur de Italia, los cartaginenses, liderados por la familia Barca, se afanaron en afianzar su dominio de la península ibérica, donde tradicionalmente tenían intereses heredados de sus antepasados fenicios, y fundan nuevas ciudades como Carthago Nova (Cartagena) y Akra— Leuke (la futura Alicante). Los romanos no tenían intereses por entonces en Hispania, pero, aleccionados por las colonias griegas, empezaron a inquietarse por los avances de Cartago. Ya en el año 226 a. C. habían llegado al acuerdo con los cartaginenses (Tratado del Ebro) para fijar sus límites de expansión en el río Ebro, cosa que pareció funcionar durante bastantes años. Pero en el año 219 a. C. los cartaginenses se empeñaron en conquistar Sagunto, cuyos dirigentes piden ayuda a Roma; esta no interviene durante el asedio, ocupados en otras tareas más importantes para ellos, pero cuando Sagunto cae exige a Aníbal que se retire de la ciudad; Aníbal rehúsa y eso es el comienzo de la Segunda Guerra Púnica que va a extenderse desde el año 218 hasta el 201 a. C. y que va a suponer la llegada definitiva de los romanos a la península ibérica; y un cambio transcendental en la historia de España, y de Europa. Esa guerra es larga y empieza con la iniciativa de Aníbal de marchar hacia Italia con un ejército de cien mil hombres (acompañado de elefantes) cruzando los Pirineos y los Alpes para caer sobre Italia por el norte; una proeza militar que sorprendió a los romanos. Aníbal vence en varias batallas (batallas de Tesino, Trebia y Trasimeno y, sobre todo, Cannas), pero cuando en el año 216 a. C. se encuentra a las puertas de Roma, casi indefensa, decide pasar unas vacaciones en Capua (las «delicias de Capua»): grave error que permite a los romanos reforzarse y, al final, vencer a Aníbal en la batalla de Zama (202 a. C.). Aníbal huiría, pero finalmente se suicidaría en el año 182 a. C. Fue un buen general.

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      Mapa de pueblos prerromanos.

      En medio de estos acontecimientos, los romanos habían enviado un ejército a Ampurias en el verano del 218 a. C. para cortar la retaguardia de Aníbal de camino hacia Italia; ya no se irían durante los próximos cinco siglos. Al parecer, Roma no tenía mucho interés, de momento, en nuestras tierras, ocupada como estaba en consolidar la península itálica y contrarrestar, momentáneamente, otras amenazas en el Mediterráneo oriental. Pero la realidad es que una vez aquí, la voluntad o los acontecimientos hicieron que aquel primer desembarco fuera el primer paso de la conquista, consolidación e incorporación del mundo ibérico a la esfera romana. Fue un proceso duro y proceloso, pero el resultado fue que la ahora Hispania quedó irremediablemente unida a Roma, al Mediterráneo y a Europa de una manera definitiva. El mundo ibérico antiguo y medio prehistórico desapareció y un nuevo pueblo surgió al cabo de los siglos: el mundo hispanorromano. Los encargados de cortar la retaguardia a los cartaginenses en su camino hacia Roma fueron dos hermanos: Cneo y Publio Cornelio Escipión. El primero que desembarcó fue Cneo; en el verano del 218 llega a Ampurias con dos legiones y un cuerpo de tropas auxiliares itálicos; avanza hacia el sur y vence a los púnicos en la ciudad de Cesse, que se convertirá con el tiempo en la ciudad romana de Tarraco (Tarragona); luego avanza todavía más hacia al sur para alcanzar la línea del Ebro a la altura de la ciudad actual de Tortosa. Con esta operación imposibilitó a Asdrúbal, hermano de Aníbal, reforzar a este último en sus operaciones en Italia. En el 217 a. C. llega Publio, pero a partir de ahí los dos hermanos sufrirán sucesivas derrotas que les obligan a replegarse más al norte.

      Los romanos ya tienen puestos sus ojos sobre Hispania. Un nuevo miembro de la familia Escipión vuelve a Tarraco en el año 209 a. C. para acabar con la resistencia cartaginesa. Mediante la fuerza, o por medios diplomáticos, consigue el apoyo de pueblos hispanos y tras victorias en Carthago Nova y en Bailén (recuerden este nombre, que aparecerá muchas veces en la historia española), finalmente se hacen en el 206 a. C. con la última y más grande colonia púnica: Gades. La presencia fenicia en España acababa; los romanos van a sustituirla. De momento, solo dominan una pequeña franja a lo largo del levante español y otras porciones a lo largo de los valles del Ebro y del Guadalquivir, pero se iniciaba un largo proceso de romanización en la que a través de guerras crueles y, a veces, diplomacia van a imponer una depredación económica, pero también una impregnación cultural que marcará para siempre a este país y sus habitantes. Hispania se convertirá en una de las primeras regiones del Mediterráneo a la que llegaron los romanos, pero una de las más obstinada en cederle el dominio. Los romanos se empeñaron cerca de tres siglos para dominarla. Lo nunca visto.

      Los romanos fueron durante su apogeo un pueblo nada clemente con los que se le resistían. A pesar de la derrota de Aníbal y de la consecuente decadencia del poder cartaginés, hubo un romano y gran orador, Catón, que se empeñó en que la destrucción de Cartago debía ser total. Sería en el año 146 a. C. cuando Cornelio Escipión Emiliano pasa al norte de África y arrasa la ciudad de Cartago y sus alrededores, acabando con la historia de los cartaginenses. Sus habitantes fueron vendidos como esclavos.

      Después de prestar atención a otros intereses en el Mediterráneo