Название | Damnare silentium |
---|---|
Автор произведения | Adrián Misichevici-Carp |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418996665 |
La escrupulosidad alemana hizo que la ciudad de Emma tenga dos estaciones de tren. Para la comodidad de los pasajeros, una se construyó en la ciudad y otra en la zona industrial. El tren de los enamorados partía de la primera a las 6:15 y de la segunda a las 6:30. La estación de la ciudad, y la primera por donde pasaba el tren, no estaba lejos de la casa de Emma, a unos diez minutos a pie. Sin embargo, la segunda, la del polígono industrial, estaba cerca del bar donde trabajaba. David, del otro lado de la ciudad, tenía que viajar unos 30 minutos hacia las dos. Como lugar de encuentro, eligieron la de la zona industrial por dos motivos: porque estaba fuera del pueblo, así que podían llegar por caminos ocultos a las malas miradas. La segunda razón y las más importante: la mayoría de los trabajadores eran extranjeros. Los vendedores de billetes no eran originarios y no los conocían. Si iba buscarlos la policía, esto sería un pequeño obstáculo. Hasta Dusseldorf querían ir con los documentos reales, pero separados. Allí se reunirían, cambiarían los documentos y viajarían a Eindhoven, como Niklas y Aliz Gensler.
Emma no encontraba su lugar. Parecía el lobo de la jaula del zoológico que camina de un lado a otro con la mirada difusa y soñando con la libertad. Como el animal que no entendía cómo su mundo ilimitado se redujo al tamaño de la jaula, ella se sentía prisionera del sistema y del tiempo en que se encontraba, sin poder comprender qué había hecho mal. La pureza de su amor prohibido redujo su espacio vital al tamaño de una jaula. Al no ser libres de expresar sus sentimientos, de vivir como quisieran, eran los esclavos del sistema. Comenzó a llorar esperando que todo terminara lo antes posible. Sintió que se sofocaba, le faltaba el oxígeno. Abrió rápidamente la ventana y llenó su pecho con el aire frío y húmedo de la noche. Se secó las lágrimas y se quedó en silencio ante la oscura extrañeza. Desde muy lejos le llegaban sonidos extraños: una especie de mezcla de canciones, gritos de entusiasmo y desesperación. Filtrándose a través de la confusa y angustiosa oscuridad, la alcanzaban como unos sonidos extraños de otros mundos; algo raro y nada más. Sin saber la fuente de aquel retruécano de sonidos, rápidamente cambió su atención a otra parte. Cerró la ventana y continuó su caótico ir y venir por la casa. No sabía por dónde empezar ni qué hacer para que el tiempo pasara más rápido.
Después de aproximadamente media hora de deambular sin rumbo por la habitación y de abrir la ventana unas cuantas veces más, se detuvo y miró su reloj. Eran casi las 00:00. Hasta las cinco tenía un largo camino por recorrer; lo que no tenía en absoluto: eran paciencia y sueño. Estaba segura de que no iba a poder cerrar los ojos en toda la noche. La impaciencia, el miedo a lo desconocido y la tensión que aumentaba la consumían por dentro. Recordó el diario que había empezado la noche anterior y rápidamente lo sacó del cajón. Se sentó como de costumbre en la cama y se dejó llevar por su musa personal:
¡Dios, qué emocionada estoy! Todavía me quedan cinco horas hasta que salga el tren y me estoy volviendo loca. Por mi cabeza pasan muchos pensamientos que son cada vez más terribles; no los controlo más. Ya no son aquellas fantasías mías, llenas de optimismo. El miedo al desconocido me consume, siento que me estoy volviendo loca. ¡Me gustaría poder quedarme tranquila aquí donde nací y amar a quien quiero! ¿Por qué tengo que huir? ¿Qué tienen que ver ellos con mi sangre? Todos se volvieron locos, de pequeños a grandes. Si un adulto, que ha visto la vida, todavía se puede dar cuenta dónde están las fronteras de la locura, y aun así sigue el camino establecido por los de arriba, ¿qué puedo decir sobre los niños que crecen en esta demencia absurda? Lo natural, para ellos, se ha vuelto todo lo que se les mete en la cabeza, por todos los medios posibles. Esta generación me hace temblar; su séquito normal es el odio. Los pobres están tan mareados que no pueden pensar por sí mismos, el Führer y su malvada compañía piensa por ellos.
Mi primo, de solo diez años, delató a sus padres en la escuela. Los escuchó saludar a su vecino judío. Los padres fueron llevados a las oficinas de la Gestapo, de donde salieron obedientes y correctos. Han aceptado llevar sus máscaras y ya no saludan a sus vecinos, y siempre que tienen la oportunidad hablan sobre los temas de la propaganda nazi, por supuesto, totalmente a su favor. El pequeño recibió un premio y un diploma de agradecimiento por parte de la escuela, los padres tuvieron que colgarla en la pared. Los líderes saben que mientras estemos solos, nos pueden reeducar por los gabinetes subterráneos de la Gestapo.
¿Quién es el Führer para prohibirnos amar? ¿Un monstruo con rostro humano, sediento de sangre? ¿Un pobre hombre que no se ama ni a sí mismo, y su corazón negro se alimenta de nuestros sufrimientos?
¿Por qué el pueblo alemán guarda silencio? ¿Por qué se deja esclavizar? ¿Por qué convierte su sufrimiento en aversión, subyugando a su vez a otros? ¿De dónde viene tanto odio y enemistad en los corazones humanos? Algunas preguntas de las cuales no tengo respuestas. Quizás algún día entenderé mejor lo que está pasando en el alma humana y podré responder. Hasta entonces, te dejo con un montón de preguntas y espero, de todo corazón, que nuestro pueblo se recupere de este entumecimiento indiferente.
Cerró el diario y lo colocó, con cuidado, en su bolsa de viaje, pero lo sacó de inmediato. Pensó que, si tuviera un control más serio en el camino, se metería en problemas. Si alguien le abriera el diario, terminaría el viaje antes de que comience. Tenía que ser arrojado al fuego, cosa que no quería hacer, o camuflado con algo para que no parezca en absoluto lo que era. Recordó el montón de papeles con todo tipo de citas nazis, acumulados a lo largo de los años y lo sacó rápidamente del cajón. La primera hoja de papel era de un periódico que citaba a Hitler del Mein Kampf. Esto le dio una idea; irrumpió en el salón, sacó de la biblioteca el libro del ciudadano número uno y volvió a su habitación. Tan pronto como abrió el libro, recortó muy bien la foto del Führer. Hubiera querido cortarlo en pedazos, pero lo necesitaba para otra cosa. Abrió el diario y la pegó ligeramente en la portada. En la parte inferior de la página pegó la siguiente cita:
«Nosotros, los nacionalsocialistas, creemos que Adolf Hitler es el emisario de una nueva Alemania. Creemos que Dios lo ha enviado para liberar el pueblo alemán de la judería chupa sangre y todopoderosa»7.
Julius Streicher Der Sturmer ,1932.
En cuestión de minutos, las pocas páginas que había escrito se llenaron de las citas de los nazis que odiaba con todo su corazón:
«No se combate a las ratas con una pistola, sino con veneno y gas»8.
Reinhard Heydrich, 1934.
«Los alemanes, especialmente los jóvenes, saben apreciar de nuevo la valía de la raza; se han liberado de las teorías cristianas que han gobernado en Alemania durante más de mil años y han provocado la decadencia de la Volk alemana, y casi han provocado su muerte»9.
Himmler, 1936.
«Ninguna nación de la Tierra posee un solo metro cuadrado de territorio concedido por el cielo. Las fronteras se trazan y modifican conforme a la voluntad humana solamente»10.
A. Hitler. Mein Kampf, 1925.
«El diablo es el padre de los judíos. Cuando Dios creo el mundo, invento las razas; los indios, los negros, los chinos, y también una perversa criatura llamada judío».
Poesía en un libro infantil 1936.
Cuando terminó de leer la última cita, sus ojos se empañaron: «Libro infantil», pensó Emma y las lágrimas escaparon de su control bajando por el rostro. «¿Cómo manchar unas almas tan puras con semejantes tonterías? El niño cree todo lo que se le dice, porque confía en quienes le enseñan, ¿y qué hacemos nosotros? Le llenamos el cerebro de tonterías y lo criamos como un monstruo. Este pecado nos va a costar muy caro», pensaba Emma mientras camuflaba las últimas letras que podrían haberla traicionado. Después de terminar el maquillaje de su diario con frases y fotos políticamente correctas, lo cerró y lo tiró a un