Название | Damnare silentium |
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Автор произведения | Adrián Misichevici-Carp |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418996665 |
—¿Por qué, padre? —gritó Emma y se despertó sudada. Se dio cuenta de que fue un sueño y que había gritado lo suficientemente fuerte como para despertar a sus padres. Escuchó con atención si alguien se movía por la casa y sin escuchar a nadie, puso su rostro en la almohada y estalló en un lloro histérico, repitiendo continuamente: «¿por qué, padre, por qué?...».
LA PARTIDA
Tarde tarde tarde, tardía hora, tarde demasiado tarde y podrido año; viento enemigo, mar amargo, cielo gris, triste triste triste6...
T. S. Eliot - ***
El 9 de noviembre de 1938 pasaba muy lento y opresivamente. Emma, sin ningún deseo, tuvo que ir a trabajar. Allí, al cabo de unas horas, bajo el pretexto de que se sentía mal, pidió permiso para irse a casa. Dijo que tenía temperatura y que se quedaría en la cama unos días; seguía los planes preestablecidos. Se pusieron de acuerdo con David en no decírselo a nadie, simplemente desaparecer. En aquellos tiempos de delatores fanáticos, este plan parecía el más seguro. No podían deshacerse de la sensación de que la gente ya no controlaba sus acciones, se habían vuelto completamente locos: se denunciaban entre personas desconocidas, se denunciaban vecinos, esposas, parientes, se denunciaban hasta los perros, por eso eran muy cautelosos. Una atmósfera incomprensible y extraña flotaba en el aire, intensificándose continuamente por todos los lados. Tanto Emma como David se enfocaban en la partida secreta y no querían observar nada más de todo lo que sucedía a sus alrededores.
El 7 de noviembre, en París, se produjo un atentado muy conveniente para los nacionalsocialistas. El joven judío Herschel atacó al diplomático alemán Ernst von Rath, que murió dos días después, a «causa de sus heridas». La máquina de propaganda nazi se alimentaba y ganaba fuerzas de tales iniciativas. Aclamaban por lo alto que fue un ataque organizado por parte de los judíos internacionales contra el pueblo alemán. Este último se tragaba toda esta basura propagandística, aumentando progresivamente su odio hacia el pueblo elegido como chivo expiatorio. La situación de los judíos en la nueva Alemania se estaba volviendo cada vez más difusa. Sin embargo, nuestros jóvenes, aunque estaban involucrados directamente en este ataque informativo, quedaban lejos de la actualidad del momento. Vivían en un mundo paralelo e imaginario; estaban enamorados y contaban las horas hasta el gran éxodo personal.
Los padres de David tampoco se quedaron con los brazos cruzados; esperaban que se les llamara desde Hamburgo, para actualizar sus visas para ir a Chile. Por supuesto, ellos no sabían nada acerca de los planes de su hijo y planeaban la emigración para la familia completa. David tenía la intención de dejarles una carta, deseándoles buen viaje y pidiéndoles que partieran sin él. Las explicaciones iban a impresionar por una ausencia casi total. En lo que puso más énfasis fue en que no lo buscaran y que no se preocuparan; sabía hacia dónde se dirigían y más tarde, cuando fuera un hombre libre y pudiese, los encontraría y daría cualquier explicación que ellos necesitaran. Los padres de Emma, al ser arios, no corrían peligro directo. Ella iba a dejarles una carta en la que les iba explicar, en la medida de lo posible, todo lo sucedido. Las nubes de la política nazi amenazaban con desatar una tormenta sin precedentes, y los jóvenes enamorados contaban las horas hasta la partida.
Se esperaba que el día previo a la salida fuera largo y sofocante. Emma no quería ver a nadie, por eso inventó una simple enfermedad y se evaporó del trabajo. Al entrar en casa, rápidamente besó a su madre que estaba dando forma a algo en el salón, también besó al padre que estaba leyendo un periódico no muy alejado y con el pretexto de una migraña se fue a su habitación. Después de acostarse en la cama, comenzó a soñar con los ojos abiertos, mirando al techo. Se imaginaba su vida feliz en Holanda. Veía a David, la cabeza de su nueva familia, regresando a casa del trabajo por la noche. Inmediatamente estaba rodeado por tres niños: uno más hermoso que otro, y él, aunque estaba muy cansado, se veía feliz y jugaba con ellos. «Dejad a vuestro padre en paz, traviesos», les decía ella con una sonrisa en su rostro, besándolos uno a uno. «Jugad fuera, vuestro padre está cansado y hambriento». Los niños salían ruidosamente, después de que David los besara y ella ponía sobre la mesa los platos preparados con tanto amor y cariño. «¿Vosotros comisteis?» preguntaba David, y solo después de que ella respondiera asintiendo con la cabeza, comenzaba a comer. Mientras él cenaba con ganas, Emma le contaba cómo habían pasado el día, tanto ella como los niños. En un momento dado, entraban los tres en casa, con la pequeña llorando y agarrándose de las rodillas. David se levantaba de la mesa, la cogía en su brazos y le besaba la rodilla. Emma se acercaba y seguía su ejemplo, después de que la pequeña dejaba de llorar. Estaban tan felices todos...
Soñando así con los ojos abiertos, ni siquiera se dio cuenta de cómo se quedó dormida. Eran las dos y media y ella dormía enamorada, vestida y sin ninguna preocupación. Se hundió directamente en un letargo profundo y sin sueños del que se despertó asustada, sin saber dónde estaba, qué hora era ni cuánto tiempo había dormido. Afuera era de noche, así que saltó de la cama, miró rápidamente su reloj para ver si no llegaba tarde al tren y exhaló un suspiro de alivio. Eran las nueve y cuarto y le quedaban algunas largas horas. Se calmó lo más que pudo y comenzó a ordenar sus pensamientos; qué tenía que hacer y en qué orden. «Antes que nada, tengo que escribir la carta para los míos y que no se preocupen después de mi desaparición», pensó Emma. La hoja de papel y el sobre estaban preparados sobre el escritorio desde hacía varios días. Mientras Emma comenzaba su carta, la calamidad racista del país adquiría proporciones inimaginables.
Queridos padres:
Si encontráis y leéis la carta, significa que ya me estáis buscando. Primero, sentaos. Papá, dale a mamá un vaso de agua y no os preocupéis. La carta léela tú, porque veo a mamá temblando seguramente por el cúmulo de emociones.
Intentaré explicaros brevemente lo que pasó. Sin demasiados detalles para no poneros en peligro. Aun así, cuando terminéis de leerla, tirarla al fuego, por favor, por vuestro bien. Si veis que tenéis problemas debido a mi desaparición, renunciar a mí por escrito. Firmar que soy moralmente decaída, una ramera y me escapé con un chico a Polonia. Sé que os será muy difícil hacer tal cosa, pero por el bien de todos, renunciar a vuestra hija y os dejarán en paz...
Hace bastante tiempo, me enamoré. Un amor puro y recíproco. Un amor magnético al que le es indiferente de la forma de la nariz, del color de la piel, del pelo o de los ojos, un amor que no hace política, por lo que no puede estar sujeto a las leyes externas. Nos amamos locamente y una persona normal preguntaría: «¿Cuál es el problema? ¿Por qué no os casáis y no vivís felices hasta que la muerte os separe?».
El problema es este país con todas sus normas absurdas y sus falsos ciudadanos. Aquí la muerte nos separaría de antemano y nosotros queremos vivir un poco más, queremos amar y ser felices, eso es todo. Aquí, donde ya no puedes confiar en nadie, porque todos se están delatando, nuestro amor está prohibido. Parece molestar a los que no saben amar, a los que tienen el corazón lleno de odio.
En un mundo artificial, el amor puro no es bienvenido y se sofoca. Está quemado de todos los lados. Su pureza y transparencia llenan las almas negras de odio y envidia.
Por lo tanto, queridos míos, estamos seguros de que aquí no tenemos futuro. Hay muchas razones y espero que algún día os enteréis de todo y así, estaréis de acuerdo con nosotros. Hemos decidido huir de aquí. Que sepáis que ambos oramos para que algún día podamos regresar y estar cerca de vosotros.
Por mí, no os preocupéis, cuando pueda, os haré saber más. Aun así, espero que no os traiga problemas. Os pido por favor que nos perdonéis y que nos bendigáis. Realmente lo necesitaremos mucho. En vuestras oraciones recordarnos a nosotros, vuestros hijos. Os queremos mucho...
Vuestros: Emma y ... su otra mitad.
Metió la carta en el sobre, la dejó sobre la mesa y se