Название | Psicología e hipnosis en el tratamiento del dolor |
---|---|
Автор произведения | Martha Martín Carbonell |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587602609 |
Para los partidarios del enfoque sociocognitivo, los denominados “fenómenos hipnóticos” pueden ser explicados dentro de los planteamientos de la psicología cognitiva y la psicología social, sin necesidad de acudir a constructos hipotéticos como el trance, el sonambulismo, o un estado de alteración de la consciencia (Lynn et al., 2015). Así, los fenómenos hipnóticos se fundamentarían en una compleja interacción de variables tales como las actitudes, las motivaciones, las expectativas y las habilidades cognitivas e imaginativas (Kirsch, 1993).
Entre las diversas teorías que se adscriben a este modelo, se encuentra la teoría dramatúrgica de la hipnosis, en la que se asume que se “activan roles” –role enacting o taking, según textos– (Coe y Sarbin, 1991), una vez la persona está hipnotizada. Es decir, enfatiza que la persona hipnotizada adopta e interioriza este rol, socialmente determinado, a la manera en que adoptamos otros roles en nuestra vida (el de madre, profesor, el duelo, etc.), actuando “como si” creyera en su imaginación y sus fantasías (en este caso hipnóticas).
Desde las aproximaciones sociocognitivas, la persona, además de mantener el control sobre sus conductas en todo momento, estaría continuamente esforzándose de un modo activo –pero no necesariamente consciente– para experimentar las sugestiones hipnóticas, y así adaptar sus respuestas a los cambios contextuales y las demandas relacionadas con el rol. En este sentido, los informes de involuntariedad asociados a dichas sugestiones y la experiencia de los fenómenos hipnóticos (como la amnesia poshipnótica), serían reflejo del uso que la persona hace de las estrategias cognitivas (incluyendo la imaginación, la fantasía, la atención y la distracción), y su esfuerzo por crear esas experiencias subjetivas.
Otra de las explicaciones que se enmarcan en el modelo sociocognitivo es la teoría del set de respuesta (Kirsch y Lynn, 1997; 1998; Lynn, 1997), la cual se centra en plantear cómo la mayoría de la actividad humana no es planificada sino automática. Son momentos de activación que inician automáticamente, más que por una intención consciente. El set de respuestas prepara para la activación automática e incluye las intenciones y expectativas, las cuales difieren solo en la atribución que hace la persona del carácter volitivo del acto anticipado. Las personas con alta sugestionabilidad hipnótica tienen la expectativa de responder muy bien a su inducción. Las respuestas se perciben como involuntarias no solo por el set de respuesta preestablecido, sino también por la valoración culturalmente extendida según la cual deben ser involuntarias.
En estrecha relación con lo anterior (y quizás también sean en parte, base de ello) se encuentran las teorías que proponen la hipnosis como un estado de disociación de la consciencia.
Los estudios acerca de la disociación comenzaron a mediados del siglo xix con los trabajos de Jackson y Janet, y tienen una marcada influencia del desarrollo del psicoanálisis (Nakatani, 2000). En la década de los setenta del siglo pasado, el interés en la disociación fue reavivado en diferentes áreas. Por una parte, el movimiento feminista hizo hincapié en la importancia del abuso sexual infantil como factor etiopatogénico de muchos trastornos psíquicos. También la curiosidad del público por el trastorno de personalidad múltiple se incrementó gracias al cine y la literatura. Además, en esta época comenzó la descripción del trastorno de estrés postraumático (tep) en los veteranos de la guerra de Vietnam.
La importancia de esto para el tema de la hipnosis radica en cómo, desde el enfoque de la disociación en cuanto fenómeno patológico relacionado con la histeria, se plantea que hay un continuum que va desde experiencias normales de la vida cotidiana, como el soñar despierto, hasta el extremo más patológico representado por los casos de tep. En alguna parte de este continuum, los autores ubican a la hipnosis, aunque en la parte del continuum en la que ya no se da patología.
Una de las teorías más conocidas sobre la hipnosis es la teoría neodisociativa de Hilgard (1977), inspirada en la teoría de la disociación de Janet (1893/1894). Durante su intenso trabajo experimental, Hilgard encontró que algunas personas a las que se inducía analgesia hipnótica reportaban que una parte de sí mismos no sentía dolor, mientras que otra parte sí. A este fenómeno se le ha llamado el “observador oculto”, y es muy frecuente que sea reportado por las personas que practican auto-hipnosis, quienes sienten cómo una parte de sí mismos hace las sugestiones y está consciente de todo el proceso, mientras que otra parte de sí cumple con las sugestiones como si fueran exteriores e independientes de su voluntad (Hilgard, 1979).
La teoría neodisociativa postulaba que la consciencia se puede dividir en dos o más subsistemas cognitivos, separados entre sí por una especie de “barrera amnésica”, la cual permite que, si bien ambos subsistemas son controlados jerárquicamente por el control central del “ego”, pueda darse un relativo desconocimiento de los contenidos entre uno y otro. Desde esta postura, en la hipnosis lo que se busca es disociar esos subsistemas, alterando la pauta del control ejercido por el ego de la persona. Dos supuestos básicos de esta teoría son: a mayor nivel de trance, mayor nivel de disociación; y, el nivel de trance máximo varía entre las personas pero es inmodificable en un mismo individuo, es decir, existen diferencias individuales con respecto a la sugestionabilidad hipnótica. Desde estas teorías, además, se considera que la sugestionabilidad hipnótica es una capacidad preexistente en el individuo (Hilgard, 1977; 1979), y podría considerarse un rasgo estable, similar a otros rasgos de personalidad.
El fenómeno del observador oculto ha sido cuestionado por Spanos (1996), y más recientemente, por Green et al. (2005), quienes realizaron una serie de estudios altamente controlados y encontraron que los datos derivados de la investigación del “observador oculto”, más que indicar la disociación de la conciencia, muestran cómo las personas se involucran en roles al desarrollar expectativas en respuesta a las demandas inherentes a las situaciones experimentales. Es decir, el observador oculto es un artefacto experimental, aunque pueda tener una interesante aplicación clínica.
Otra teoría reciente que se fundamenta en la disociación es la del “control disociado” de Woody y Bowers (1994). Según esta, hay una relación no jerárquica entre un control automático y uno racional, este último dependiente del lóbulo frontal. Algunas investigaciones recientes realizadas con técnicas neuropsicológicas y neurofisiológicas, han aportado evidencias sobre este modelo (Bob, 2003), aunque también en sentido contrario (Wagstaff, Cole y Brunas-Wagstaff, 2007), por no hablar de las interpretaciones inadecuadas en esta dirección de inhibición de los lóbulos frontales como indicadores de disociación (Capafons, Lamas y Lopes-Pires, 2008). De hecho, actualmente se reconoce que gran parte del procesamiento de la información ocurre sin que las personas se den cuenta, lo que no quiere decir que estén disociados, tal y como plantean Spanos y Chaves:
Es poco frecuente que las personas puedan especificar las variables más importantes que determinan su conducta, y las atribuciones causales que desarrollan las personas para explicar su comportamiento suelen ser inadecuadas y reflejar más convenciones culturales que una adecuada introspección. (1989, p. 12)
Hay dos grupos de datos que sustentan la posición de no-estado. El primero se refiere al modesto efecto de la inducción hipnótica en la sugestionabilidad. El segundo es el fracaso en el propósito de encontrar indicadores fiables del estado alterado. Los marcadores conductuales asumidos como indicadores de “estar hipnotizado” (literalismo, catalepsia y amnesia), o bien no han podido distinguir a los participantes hipnotizados de los no hipnotizados, o bien se ha demostrado que son producto de las percepciones que tienen