Psicología e hipnosis en el tratamiento del dolor. Martha Martín Carbonell

Читать онлайн.
Название Psicología e hipnosis en el tratamiento del dolor
Автор произведения Martha Martín Carbonell
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789587602609



Скачать книгу

entre el tiempo cronológico y el tiempo subjetivo, sustentada desde 1890 por William James. Se utiliza frecuentemente como estrategia terapéutica para el dolor (Pérez, Fernández, Fernández y Durán, 2012), como se verá en próximos capítulos.

      Las sugerencias poshipnóticas, como indica su nombre, se refieren a que la persona realiza determinadas acciones que le fueron sugeridas durante la hipnosis, tiempo después de finalizada la misma, siendo ese lapso de minutos o de meses.

      Las sugerencias poshipnóticas son ampliamente utilizadas por su valor terapéutico. Una explicación es la ofrecida por Rossi (1982), en relación con el concepto “aprendizaje dependiente del estado”, de manera que en el estado hipnótico se daría la sugestión y esta se asociaría a una señal que volvería a evocar dicho estado en otro momento, si bien parece depender mucho más de expectativas, contexto y atribución que de este aspecto (Spanos, 1996). Recientemente, Damaser et al. (2010) reportaron un estudio experimental en el que encontraron que la ejecución de una conducta fuera del contexto hipnótico se relacionaba más con las características de la demanda que con el nivel de hipnotizabilidad, o el hecho de que la demanda se estableciera con o sin hipnosis.

      Pacheco (1993) cita los estudios de Matheson (1986), según los cuales tan solo del 2 al 3% de las personas han presentado una larga duración de los respuestas poshipnóticas, aunque esto depende también de su dificultad y de que la persona las retroalimente con auto-hipnosis, por ejemplo (Capafons, 2001).

      Otro aspecto a considerar en el análisis de la fenomenología de las experiencias hipnóticas es el tema de la profundidad, particularmente importante en el caso del tratamiento del dolor, ya que está bastante extendida la creencia en que los fenómenos de analgesia requieren de niveles profundos de hipnosis.

      Fue Charcot quien estableció la existencia de tres niveles de profundidad: letargia, catalepsia y sonambulismo (Wagstaff, Cole y Brunas-Wastagff, 2008), y su influencia se mantiene en la terminología que se usa para referirse a la fenomenología de las experiencias hipnóticas (catalepsia, alucinaciones, etc.). Sus planteamientos estaban dirigidos a demostrar que la hipnosis no era más que un estado especial de la histeria, producida de manera artificial, y que las tres fases de la hipnosis tenían su contrapartida en las manifestaciones histéricas. Es decir, que la hipnosis era una neurosis histérica inducida artificialmente.

      Así, la hipnosis, considerada desde la teoría patológica de la Escuela de la Salpêtrière de París, pasa por las tres etapas o períodos que se describen a continuación (García y Viera, en prensa):

       Letargia. En este periodo, los miembros se encuentran en completo estado de flacidez muscular, obedecen a las leyes de la gravedad, y cuando se levantan y se sueltan, caen pesadamente. Los ojos están cerrados o entreabiertos, y en los párpados existe un estremecimiento continuo. Hay hiperexcitabilidad neuromuscular en diferentes grados, pues va de una zona determinada a otra de los miembros superiores, y a toda la musculatura del cuerpo. Existe analgesia completa de la piel y de las mucosas accesibles, y los aparatos sensoriales conservan cierto grado de actividad.

       Catalepsia. Se caracteriza por una disminución del tono muscular. La mirada posee una fijeza que constituye uno de los signos más característicos de este periodo, al igual que la inmovilidad. Los miembros conservan durante mucho tiempo las posturas más difíciles que se hayan indicado. Cuando se levanta a la persona o se le cambia de sitio, no se observa ninguna resistencia. Son abolidos los reflejos tendinosos, no aparece hiperexcitabilidad neuromuscular ni flexibilidad cérea. Existe anestesia cutánea.

       Sonambulismo. Esta es la etapa más profunda. El paciente está “conectado” con el hipnotizador, siente la voz del mismo muy distante, y no escucha las voces de las demás personas ni el ruido más intenso que se pueda realizar a su lado. Los párpados aparecen bajos sobre los globos oculares y estos se presentan convergentes y dirigidos hacia arriba.

      Actualmente, la mayoría de los autores se han desmarcado de la noción de la hipnosis como un estado patológico, aunque se conserva la idea de los diferentes niveles de profundidad, con sus indicadores fisiológicos y conductuales. El concepto de profundidad hipnótica puede verse desde la perspectiva de la hipnosis como un estado especial, pero también desde el modelo socio-cognitivo que plantea que la hipnotizabilidad se refiere a la responsividad, especialmente asociada con el contexto o rol hipnótico, por lo que el reporte de profundidad hipnótica refleja el grado en que la persona está preparada para aceptar y responder a la invitación o sugestión de estar en un estado o condición que denominamos hipnosis, además de la dificultad de las sugestiones a las que está respondiendo (Sarbin y Coe, 1972; Wagstaff et al., 2008).

      Por último, hay un fenómeno interesante y que se ha investigado poco, dado a las dificultades que hay para provocarlo, el llamado “trance plenario”. Erickson ha sido uno de los psicoterapeutas que ha logrado con mayor frecuencia provocar este estado, así que lo describiremos con sus propias palabras:

      El trance plenario es, simplemente, un trance demasiado profundo, en el cual el hipnotizado pierde literalmente el sentido de orientación del cuerpo, esto es, se va quedando poco a poco estupefacto, pero retiene siempre, un cierto grado de su sentido de orientación corporal. […] En ese estado de trance, se le puede pedir el cumplimiento de ciertas órdenes, por ejemplo, que haga aumentar el flujo de sangre al riñón derecho y es fácil averiguar que efectivamente lo hace, introduciendo una sonda intrauretral a algún estudiante de medicina a quien le entusiasme sobremanera ser conejillo de indias hipnotizado […] La persona retiene el contacto con Ud., lo oye, pero el proceso de oírlo se le vuelve lentísimo, esto es, se produce un enorme retardo temporal. Si Ud. pregunta a la persona, ¿me está escuchando?, es posible que tenga que contar hasta 15, hasta 20, o hasta 25 antes de que le responda que sí, que lo escucha. Moverse en este estado implica gran esfuerzo, el relajamiento muscular del hipnotizado así es muy profundo. Yo he descubierto por medio de la experimentación que cuando se trabaja con individuos que confían en uno, relajan los músculos de los esfínteres a medida que se profundiza el trance plenario; si por el contrario, no están enteramente familiarizados con uno, por regla general, en algún momento del desarrollo del trance, reaccionan reprimiendo la profundización hipnótica y poniendo en tensión los músculos de los esfínteres con el fin de retener el control de sí mismos, y no llegar al trance plenario.

      Sacar a un individuo del trance plenario al estado de consciencia ordinario es una tarea que debe hacerse muy, pero muy despacio, de otro modo se puede provocar un choque […], ¿para qué sirve el trance plenario? Creo que no tiene ninguna aplicación terapéutica, pero es decididamente útil para la fisiología y la investigación de la psicología. Puede enseñarnos muchísimo acerca de cómo orientamos nuestro cuerpo. (1960, pp. 230-231)

      Erickson distinguía entre el trance plenario y los estados de hipnosis profunda. Lo que distingue a ambos estados es la desconexión total con el propio cuerpo asociada a una profunda relajación. Planteaba que no todas las personas podían llegar al trance plenario y, en su experiencia, lo había logrado con mayor facilidad en las personas sonámbulas, asimismo afirmaba que, dada su escasa utilidad terapéutica, las dificultades para conseguirlo, lo poco que se conoce sobre el mismo, etc., no resulta recomendable que hipnotizadores poco experimentados intenten provocar este tipo de trance.

      Quisiera, además, llamar la atención sobre la importancia que tiene la relación con el paciente para lograr el trance plenario, como muy bien señala el propio Erickson. Dado que está demostrado que una variable que interviene en el éxito de la hipnosis está constituida por las expectativas de quien hipnotiza, así como por el deseo del paciente de cumplir con las mismas, cabe esperar que, si el terapeuta espera inducir a este tipo de estado, es muy posible que el paciente se lo ofrezca, de acuerdo con la teoría según la cual la hipnosis es una activación de roles, tal y como parece ser que le ocurrió a Charcot (Sarbin y Coe, 1972), quien gozaba de un inmenso prestigio en su entorno (como el que tenía Erickson). Esta reflexión de ninguna manera niega la existencia de este tipo de estados, el propio Erickson enfatizaba que en hipnosis no ocurre nada que no pueda ocurrir en la vida cotidiana, por ejemplo las experiencias de levitación, salirse del cuerpo, etc., han sido frecuentemente comentadas por místicos, santos, ascetas y yoguis. Así que lo verdaderamente interesante, a mi juicio, es que