Название | Psicología e hipnosis en el tratamiento del dolor |
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Автор произведения | Martha Martín Carbonell |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587602609 |
Los defensores de la nueva definición argumentan que existe suficiente evidencia de correlatos neurofisiológicos del estado hipnótico, incluso que este puede producirse de manera espontánea (Barabasz y Barabasz, 2015), con lo que efectivamente restan importancia al enfoque sociocognitivo.
Invito al lector a sacar sus propias conclusiones, para lo cual será necesaria una reflexión sobre las teorías acerca de la hipnosis que se abordan en el próximo epígrafe.
Teorías acerca de la hipnosis
Con una historia plena de controversias, la cual ha tenido que enfrentar prejuicios y mitos, así como contar cíclicamente con el rechazo y la aprobación social, no es de extrañar que haya una profusión de modelos teóricos que pretendan explicar qué es la hipnosis. Como vimos en el epígrafe anterior, el cambio de la definición ha revivido nuevamente una de las grandes polémicas que, con una nueva apariencia, reproduce la que se ha provocado de manera persistente a lo largo de los poco más de 200 años de la historia moderna de la hipnosis: ¿Se trata de un estado especial?, ¿tiene sus propias características? o, ¿lo que ocurre en la hipnosis no es diferente a lo que ocurre en la vida cotidiana, en el sentido de no representar un estado de conciencia particular o trance?
Estas posturas se conocen como teorías del estado (alterado o especial de conciencia) y del no-estado que, como aluden Woody y Sadler (2014) en el título de un artículo publicado en el marco de estas discusiones, han originado “A Somewhat Altered Debate about the Hypnotic State” (“Un debate algo alterado sobre el estado hipnótico”). Ya en los trabajos de Mesmer se insinuaba la idea según la cual la hipnosis es un estado especial, diferente al habitual, si bien se hablaba de magnetización y no de hipnosis. Charcot y los seguidores de la escuela de la Salpêtrière consideraban que era un fenómeno patológico, así como una manifestación histérica, y de sus trabajos proviene gran parte de la terminología psicopatológica que se utiliza en hipnosis (catalepsia, alucinaciones, etc.).
Desde Bernheim y Liébault se rechazó el enfoque patológico, algo que se ha encargado de demostrar posteriormente el trabajo clínico y la investigación experimental con personas sanas. Sin embargo, subsistió durante mucho tiempo e impregnó la obra de destacados investigadores, como, por ejemplo, la obra de don Santiago Ramón y Cajal, quien afirmaba que el estudio de la hipnosis le produjo desilusión y una,
Decepción dolorosa, al considerar que el tan decantado cerebro humano, la obra maestra de la creación, adolece del enorme defecto de la sugestibilidad; defecto en cuya virtud, hasta la más excelsa inteligencia puede, en ocasiones, convertirse por ministerio de hábiles sugestionadores, conscientes o inconscientes (oradores, políticos, guerreros, apóstoles, etc.), en humilde y pasivo instrumento de delirios, ambiciones o codicias. (Ramón y Cajal, citado en Nieto, 2009)
Estrechamente relacionada con la visión de la hipnosis como un estado patológico (no por casualidad Freud comenzó sus trabajos con Charcot), se encuentra la concepción basada en los postulados del psicoanálisis, de acuerdo con la cual en la hipnosis el paciente actualiza sus relaciones infantiles con las figuras de autoridad, en especial con sus padres. Independientemente de que casuísticamente podemos encontrarnos ante fenómenos de esta índole, aceptar esta teoría implica aceptar todos los supuestos del psicoanálisis freudiano, supuestos que otros clásicos del psicoanálisis tales como Adler, Jung, Rank o Sullivan, entre otros muchos, no compartieron.
Una postura próxima es la de considerar la hipnosis como un estado “regresivo” en el que, por efecto de la inducción, se desactivan los mecanismos racionales habituales y se activan mecanismos de pensamiento arcaico, propios de etapas anteriores del desarrollo onto y filogenético (Wolberg, 1960). Sin embargo, la evidencia indica que en muchas ocasiones los elementos persuasivos y sugestivos se combinan con mucho éxito para lograr la inducción hipnótica. De hecho, es más fácil aceptar sugestiones que tengan una fundamentación lógica que sugestiones arbitrarias, lo que niega entonces el hecho de que en la hipnosis la persona esté utilizando modos arcaicos de pensamiento.
Braid en el Reino Unido, y Pavlov con la escuela soviética, plantearon inicialmente la idea según la cual la hipnosis era un tipo de sueño. La realización de muchos estudios electroencefalográficos, e incluso las investigaciones realizadas en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss), condujeron a negar este planteamiento en la década del sesenta del siglo pasado, pues no se encontraron similitudes en los patrones de electroencefalograma de las personas dormidas y las hipnotizadas (Gordon, 1960).
A pesar de la evidencia científica, la idea según la cual la hipnosis es un tipo de sueño es la que predomina en la mayor parte de la población, en muchos profesionales de la salud e, incluso, en muchos investigadores y teóricos de la hipnosis. Tal como plantea Capafons:
En el punto donde se entrecruzasen las coordenadas relajación y aspecto de sueño [refiriéndose a las características que deben observarse en una persona para decir que está hipnotizada] aparecerían la mayoría de los autores clásicos [...] cuando entrecruzamos las coordenadas no trance –no estado distinto de conciencia– con ojos abiertos e instrucciones alerta, es difícil encontrar autores que rotulen sus métodos como hipnóticos. (1998a, p. 22)
Difícil, pero no imposible, ya que, como el propio Capafons indica, a partir de la publicación del trabajo clásico de Wells (1924), muchos autores han utilizado el término hipnosis vigil o despierta.
El papel del inconsciente también ha jugado un rol importante en la polémica “estado vs. no estado” (Chapman, 2006). Un precedente histórico se encuentra en la integración original de la hipnosis y el psicoanálisis. Freud en sus inicios consideró la hipnosis como un método productivo para el trabajo psicoanalítico, aunque después lo desechara por la asociación libre y el análisis de los sueños. No obstante, la perspectiva psicoanalítica dejó la impronta de considerar el inconsciente como fuente de patologías, y la hipnosis como una vía para acceder a este inconsciente desconocido, inaccesible y, con frecuencia, amenazador.
Asimismo, en relación también con este enfoque de lo inconsciente, aparecen las concepciones de Milton Erickson de la hipnosis como un estado especial (Erickson, 1948/1980: 1960), aunque Erickson mostró una faceta más amable del inconsciente. En sus palabras:
La hipnosis es un estado de conocimiento muy definido. La persona hipnotizada no es un inconsciente en ningún sentido del término, más bien adquiere una consciencia excesiva sobre un gran número de cosas y aún puede no ser consciente de otro número de cosas, también grande. (1960, p. 52)
Evidentemente, esta definición es muy vaga, como él mismo reconocía. Erickson fue un clínico más preocupado por innovar en los procedimientos de inducción para incrementar su eficacia, que por plantear teorías explicativas. Para este autor, el verdadero cambio terapéutico ocurría cuando se producía una reorganización, re-asociación y re-síntesis internas de los propios potenciales del paciente, los cuales estaban dados por los aprendizajes psicológicos, fisiológicos y conductuales que toda persona posee por el simple hecho de estar viva. Erickson adaptaba las técnicas de inducción a las necesidades individuales de cada paciente y defendía el uso de las sugestiones indirectas.
De sus aportes se derivaron la psicoterapia ericksoniana (Erickson, 1948/1980) y la programación neurolingüística (pnl) (Bandler y Grinder, 1980), así como diversas terapias estratégicas que han pautado una serie de indicadores y técnicas que permiten optimizar el proceso de comunicación no solo en terapia, sino también en otros ámbitos tales como la enseñanza, los negocios, etc.
Un discípulo de Erickson, Rossi (1982), se basó en los hallazgos de la investigación acerca de los ritmos psicobiológicos para plantear su teoría de la existencia de una “respuesta sanadora ultradiana”. Mientras trabajaba con Erickson, Rossi observó que muchas veces este no utilizaba inducciones formales, a pesar de lo cual las personas entraban en trance hipnótico. Erickson decía que las personas manifiestan espontáneamente en el curso de la sesión un comportamiento similar al trance hipnótico al que había denominado “trance común de cada día”,