Название | Psicología e hipnosis en el tratamiento del dolor |
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Автор произведения | Martha Martín Carbonell |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587602609 |
Un suceso dramático precipitó la vuelta de la hipnosis a la escena médica occidental: la Primera Guerra Mundial. La ingente cantidad de heridos, principalmente soldados aquejados de lo que se dio en llamar la “neurosis de guerra”, hizo imposible el tratamiento masivo desde el punto de vista psiquiátrico. Por otro lado, las autoridades militares necesitaban de nuevo a los combatientes cuanto antes en los campos de batalla.
La hipnosis también se usó por varios dentistas durante la guerra como anestesia. Esto situó la hipnosis en una posición de respeto que no había tenido durante años, y a partir de entonces comenzó a ser reconicida por la medicina de manera oficial, aunque los anestesistas le prestaron poca atención. Solo hasta 1955 la British Medical Association declaró:
Hay un lugar para el hipnotismo en la producción de la anestesia o analgesia para la cirugía y las operaciones dentales, y en algunos sujetos es un método efectivo para el alivio del dolor en el parto sin alterar el curso normal del trabajo de parto. (Wobst, 2007, p. 1129)
En 1958, la Asociación Médica Americana siguió ese mismo camino. Se establecieron sociedades de hipnosis clínica y experimental, con investigaciones y publicaciones, así como cursos de hipnosis en facultades de medicina de Estados Unidos e Inglaterra. En varias universidades de importancia se establecieron laboratorios de investigación con fuerte apoyo económico de gobiernos y fundaciones. Actualmente, la tendencia a promover la sedación consciente en anestesia ha vuelto a despertar el interés en la hipnosis, y la hipnoanalgesia emerge como una combinación de técnicas hipnóticas y farmacológicas que ha encontrado su espacio en la práctica cotidiana de muchos especialistas (Wobst, 2007).
Las relaciones de la hipnosis y la psicología han sido (y continúan siendo) complejas. Según Neubern, “pueden ser comprendidas como un proceso que se inició con el entusiasmo y terminó en ostracismo” (2006, p. 347).1 Sanz (2012) coincide con Neubern (2006) en que las instituciones involucradas en la formación psicológica no ofrecen información sobre acontecimientos históricos relevantes de la relación entre psicología e hipnosis porque, entre otras razones, pueden poner en crisis determinados modelos de la psicología clínica, dando lugar a reformulaciones fundamentales en términos de prácticas institucionales y principios epistemológicos.
Sin embargo, tras los trabajos de T. X. Barber y su revisión de la literatura sobre hipnosis y dolor (1959, 1963), se incrementó el interés, pues según Chávez “la hipnosis se posicionó en las corrientes principales de la Psicología Social” en Norteamérica (Pearce, 2005). También tuvo un fuerte impacto en el acercamiento entre hipnosis y psicología, el trabajo de laboratorio de E. R. Hilgard (1969, 1975).
La evidencia acumulada acerca de la eficacia de la hipnosis en el tratamiento del dolor, al abrir las puertas a los hipnotistas expertos a servicios e instituciones de salud, influye también en que la academia sea cada vez más consciente de la necesidad de recuperar la hipnosis para el arsenal de herramientas de intervención psicológica. Así, en los últimos tiempos se producen cada vez más esfuerzos institucionales orientados a avalar la formación en hipnosis desde las facultades de psicología, como, por ejemplo, el Diploma de Especialización en Hipnosis Clínica que imparte la Universidad de Educación a Distancia de España (uned).
La complejidad de la relación entre psicología e hipnosis se enmarca también en el hecho de que el control del dolor mediante influencias psicológicas no se consigue exclusivamente con este estado mental. Chaves (1993) reporta informes que datan de inicios del siglo xx, sobre control del dolor mediante conversaciones del médico con el paciente. Sin embargo, es la definición actual de dolor que planteó la International Association for Study of Pain (iasp), derivada de los avances logrados en la década de 1970 en neurofisiología, la que abrió las puertas a la intensa investigación sobre la eficacia de las técnicas psicológicas de tipo cognitivo-comportamental para el tratamiento de diversos tipos de dolor. Esta definición conceptualiza el dolor como “una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a una lesión hística presente o potencial o descrita en términos de la misma” (iasp, 1979, p. 250).
Como ya hiciera notar Chaves (1993), la relación entre el control del dolor mediante la hipnosis y mediante las técnicas cognitivo comportamentales ha sido fundamentalmente ignorada. Por consiguiente, la investigación en estos dos dominios avanza a lo largo de caminos paralelos, aunque no es raro encontrar en la literatura descripciones de técnicas conceptualizadas como “cognitivo-conductuales”, las cuales solo se diferencian de los procederes hipnóticos en el hecho, justamente, de que no han sido conceptualizadas como “hipnosis”.
Algunos autores han intentado llamar la atención sobre los puntos de contacto y diferencias entre las terapias hipnóticas y las comportamentales. Kroger y Fezler (1976), por ejemplo, muy pronto presentaron un modelo que integraba los aportes de la hipnoterapia con la modificación de conducta y los enfoques psicodinámicos. Asimismo, Spanos y T. X. Barber (1976), y en España Capafons y Amigó (1993a). Este es un proceso que continúa en la actualidad (Elkins, Johnson y Fisher, 2012).
Chapman (2006) considera que las barreras que obstaculizan esta integración son la visión sobre el inconsciente, la falta de acuerdo entre las definiciones de hipnosis y de las propias terapias de conducta, y la limitada comprensión de la hipnosis como un tratamiento adyuvante a la terapias cognitivo-comportamentales. Si bien estos temas serán abordados con mayor profundidad en otros capítulos de este texto, baste decir por ahora que en este intento de integración puede vislumbrarse un porvenir prometedor, de manera que en la práctica se utilicen al máximo los recursos psicológicos –hipnosis incluida–, con el propósito de potenciar el alivio del dolor y el bienestar humano.
Lamentablemente, en el tema de la historia de la hipnosis, como en tantos otros, es escasa la bibliografía latinoamericana accesible. Aunque se reportan publicaciones sobre uso de la hipnosis para control del dolor desde finales del siglo xix en diversos países como Cuba (Espinosa, Pérez y Reyes, 2008), México (Vallejo, 2015), Colombia (Villar-Gaviria, 1965) y Argentina (Vallejo, 2014), los artículos y textos de los autores de nuestro medio son difíciles de localizar mediante los sistemas de búsqueda más usados en la actualidad.
Las limitaciones de las bases de datos para generar conocimiento fidedigno sobre la ciencia en los países en desarrollo ha sido reconocida (Manzano-Arrondo, 2010). En una investigación que tuvo como objetivo identificar las tendencias en las publicaciones latinoamericanas en psicología del dolor, y en la que se utilizó la metodología de revisión sistemática cualitativa para analizar la base de datos psicodoc (Martín-Carbonell, 2014), solo se encontraron artículos de autores de siete países, concentrándose la mayor productividad en Brasil, lo que se puede explicar, entre otras razones, por el auge que ha cobrado la psicología de la salud en este país (Seiji, Spink y Bernardes, 2012).
Es una importante tarea pendiente profundizar en la historia de los aportes que se han realizado a la hipnosis para el tratamiento del dolor desde nuestro continente. Dada la escasa información disponible, vale la pena revisar –de manera breve– la historia de la hipnosis en Cuba, pues tuvo la peculiaridad de que quienes la introdujeron y popularizaron fueron médicos y odontólogos, lo que puede explicar que haya sido relativamente bien aceptada en los círculos de profesionales de la salud y exista una tradición de su uso en el tratamiento del dolor.
Hay noticias de que en una revista que circuló entre noviembre de 1878 y julio de 1881 con el título de Gaceta Médica de La Habana, se publicó un artículo dedicado a la hipnosis en 1879 (Espinosa, Pérez y Reyes, 2008). También se publicaron dos trabajos sobre hipnosis en la revista La Emulación Médica, continuadora de El Eco de París como publicación concebida a principios de la segunda mitad del siglo xix para satisfacer las necesidades de información de los estudiantes de medicina (López, 2006). En 1882 llegó a Cuba la noticia de que en Europa el Dr. Josef Breuer, médico vienés, había curado a sus pacientes con la ayuda del hipnotismo.
Hacia 1890, en la Sociedad Odontológica de La Habana, se leyó un trabajo que presentó el Dr. Alberto Colón-Silva: “Anestesia sugestiva aplicada a la práctica dental”, publicado en los Anales de la Sociedad