Название | Psicología e hipnosis en el tratamiento del dolor |
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Автор произведения | Martha Martín Carbonell |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587602609 |
Recientemente, Green, Smith y Kromer (2015) publicaron un estudio –el cual según Jensen (2016), tiene un diseño metodológico impecable–, en el que se evidenció que existen variaciones diurnas en la hipnotizabilidad, siendo el horario de la media mañana el mejor para realizar hipnosis, y la tarde el peor. Los autores no encuentran una explicación convincente de este resultado y Jensen (2016) examina cómo, en parte, se pudiera explicar por las variaciones diarias en la actividad eléctrica cerebral, específicamente de los conjuntos neuronales que se activan en la frecuencia theta (4-8 Hz), pero aún no hay suficiente evidencia de esto y, en última instancia, como bien señala Jensen (2016), la observación clínica individual sigue siendo el método más confiable para determinar el momento más favorable para la inducción hipnótica de una persona.
La investigación de los ritmos psicobiológicos ha conducido a Rossi a investigar en los últimos años la relación de estos con los genes, en lo que se plantea como el enfoque de psicobiología de la expresión genética. En el 2002 Rossi propuso el concepto “estados conductuales relacionados con la expresión genética”, para referirse a:
Una clase especial de genes que está asociada a cambios en el estado de activación, como el despertar, el sueño y los ensueños. Estos genes están frecuentemente asociados con los genes del reloj biológico en un amplio campo de las experiencias humanas incluyendo la activación emocional, crisis, y sentido de triunfo por una parte, y por otra con estrés, desesperación y depresión (2002, p. 12).
Este acercamiento, cuyas bases experimentales deben aún desarrollarse, curiosamente nos indicaría que los estados especiales de consciencia son frecuentes, lo que en el fondo y paradójicamente, haría especiales también a los estados “normales”.
Por otro lado, aunque el término estado alterado de conciencia nos remita a una concepción de la hipnosis como un estado patológico, realmente en la actualidad se usa de forma descriptiva y no explicativa, para referirse al concepto de trance como estado característico de la hipnosis, en el que se pueden producir fenómenos aparentemente no habituales, generalmente algún tipo de distorsión del juicio crítico, alteraciones de la percepción, de la memoria y experiencias anómalas en general.1
Charles Tart (citado en Santana, 2002) fue quien agrupó por primera vez bajo el concepto de estados alterados de conciencia, diferentes fenómenos extraordinarios o poco comprendidos, los cuales son el resultado de diversos procedimientos (meditación trascendental, yoga, hipnosis, relajación zen, etc.), cuyo principal fin es lograr la expansión de la conciencia con el propósito de captar y comprender mejor otras realidades humanas, e incluso aumentar la capacidad intelectual (algo actualmente descartado en el campo de la hipnosis) y contribuir a la curación de enfermedades diversas.
El metaanálisis de Baer (2003) y revisiones cualitativas como la de Morone y Greco (2007) sobre este tipo de intervenciones con ancianos, proveen evidencias de los efectos salutogénicos de estos procedimientos, lo que contrasta con la idea de la hipnosis como un estado patológico de conciencia.
El denominado estado alterado de conciencia se tipifica como una percepción ensanchada, mediante la cual se pueden vivir y experimentar unas secuencias espectaculares, con una intensidad, un realismo, una verdad y una intensidad sensorial que superan ampliamente la de la percepción normal. Debe señalarse cómo los autores que parten de esta concepción consideran que las característica de estos estados son: la relajación, la calma y la absorción (concentración en la experiencia y desconexión de los estímulos externos) y, en este sentido, se pueden ubicar en las citadas coordenadas de relajación y apariencia de un estado parecido al sueño.
La postura que propone la hipnosis como estado está muy bien ilustrada por Wagstaff (2014), quien afirma que un estado alterado de conciencia identificado por “los cambios en sensaciones, percepciones, pensamientos o comportamiento” (p. 92), debe ser una característica central en la definición de la hipnosis. A partir del origen etimológico del término y de las definiciones que proporcionan la mayoría de los diccionarios y compilaciones, se le define como un estado alterado de conciencia. Subraya Wagstaff que se puede usar una palabra sin compartir los significados primigenios que tuvo; por ejemplo, las personas dicen ser “espirituales”, sin creer necesariamente en el espiritismo.
Así, Wagstaff plantea que se trata de un “supuesto” estado alterado de la conciencia (2014, p. 102), y que a pesar de que los estímulos específicos o las interacciones sociales (una inducción hipnótica, la presencia de un hipnotizador) pueden facilitar la hipnosis, el factor más importante que permite decir que esta se ha producido, es que las experiencias subjetivas de los individuos sobre sí mismos y sobre el mundo se modifican de una manera que ordinariamente no lo harían.
La concepción de la hipnosis como un estado de consciencia especial se apoya en modelos recientes que explican la cognición y la conciencia como estados emergentes de múltiples y diversas regiones cerebrales funcionalmente coordinadas (Canales-Jhonson, Lanfranco, Vargas e Ibáñez, 2012), de manera que la hipnosis sería un estado cerebral neurofisiológicamente específico y diferente de otros estados de conciencia, tales como la vigilia o el sueño (Rodríguez Sánchez y Rodríguez Rodríguez, 2011).
Las investigaciones que intentan sustentar que la hipnosis es un estado especial se basan en la identificación de correlatos neurobiológicos de los estados hipnóticos, utilizando la denominada “hipnosis neutra”, en la que el hipnotizador induce la hipnosis sin sugerir posteriormente cambios en las percepciones de los sujetos. Se han realizado múltiples estudios de neuroimagen y análisis de señales electromagnéticas, los cuales sugieren evidencia, tanto anatómica como funcional, de un posible estado de conciencia hipnótico durante hipnosis neutral. Esta incluye la participación de diversas regiones corticales y subcorticales, con especial énfasis en la corteza cingulada anterior y la corteza lateral dorsolateral. Sobre la base de estudios de coordinación funcional, el estado hipnótico se caracterizaría además por una disminución en la conectividad cortical (Canales-Jhonson, Lanfranco, Vargas e Ibáñez, 2012).
Sin embargo, dado que la “hipnosis neutral” en sí misma implica sugestión, la evidencia neurofisiológica expuesta a favor de los teóricos del estado no permite determinar de forma concluyente si los cambios observados son debidos a la existencia de un estado de conciencia, o son un efecto del procedimiento sugestivo, como sostienen los teóricos del no estado.
Ellos plantean que la experiencia de un estado de conciencia podría ser una manifestación más de los muchos efectos subjetivos de la sugestión, de manera que cierto tipo de sugestiones específicas (en este caso, las que se dan para conseguir la llamada “hipnosis neutra”), provocaría cambios neurofisiológicos particulares. Aportes empíricos recientes de las neurociencias sugieren que existen, a nivel cognitivo, múltiples efectos dependientes del contexto (Ibáñez, 2007), por lo que variables tales como la interpretación de las sugestiones, las expectativas o las motivaciones, son suficientes para caracterizar las experiencias bajo hipnosis y producir cambios neurofisiológicos, que es el postulado subyacente al modelo sociocognitivo de la hipnosis (Lynn, Lawrewnce y Kirsh, 2015).
El modelo sociocognitivo o cognitivo-comportamental de la hipnosis es el que más ha fustigado la concepción de la hipnosis como un estado especial de conciencia, siendo incluso criticado por exagerar la idea según la cual las conductas hipnóticas son estratégicas, dirigidas a metas y volitivas (Lynn y Kirsch, 2006). Recientemente, los autores han reformulado su modelo integrando lo social, lo cultural, lo cognitivo y las variables neurofisiológicas que están en juego, tanto dentro, como fuera de la hipnosis, considerando la interacción dinámica de estos aspectos como determinantes de la experiencia multifacética de la hipnosis (Lynn, Laurence y Kirsch,