Название | XII Simposio Bíblico Teológico Sudamericano |
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Автор произведения | Carlos Olivares |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877650525 |
23 Lothar Coenen, Hans Beyreuther y Erich Bietenhard, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, vol. 2 (Salamanca, ES: Ediciones Sígueme, 1985), 408.
24 Introduce oraciones condicionales y preguntas indirectas. Se le encuentra, con solo unas pocas excepciones, con el indicativo e implica que hay probabilidad de que la condición será cumplida, o de que no hay esperanza de cumplimiento, como en condiciones contrarias a los hechos. Véase H. E. Dana y Julius R. Mantey, Manual de Gramática del Nuevo Testamento Griego (Madrid, ES: Casa Bautista de Publicaciones, 1975), 238.
25 Pablo usa indistintamente el genitivo de aposición como apexegético: sinónimos y antónimos, fe y obediencia. Para Pablo, la fe es obediencia.
26 No se refiere a la vida futura en gloria, aunque esté implicado (véase comentario Rom 6,5). Pablo está destacando que la muerte que libera del yugo del pecado es seguida por una vida nueva de libertad (Rom 6,8-11), que ya no está más bajo el dominio del pecado, sino dedicado al servicio de un nuevo amo (Rom 6,12-14). Pablo se refiere particularmente a la “vida nueva” (Rom 6,4) de la que debe disfrutar el cristiano aquí en la tierra: la vida de Cristo en el creyente (Ga 2,20) y la vida del creyente en Cristo (Col 3,3). Véase Nichol, CBA, 6:535-536.
27 El reconocimiento del creyente muerto al pecado y vivo para Dios es la respuesta a la justicia de su Dios. Según el contexto es una palabra fuerte con una firme convicción (tiempo presente) expresada en la conducta diaria. La admonición confirma que 1) el creyente ha muerto y no es más un objeto pasivo manipulado por fuerzas trascendentes; 2) la muerte no es completa mientras hay un proceso de reconocimiento todavía envuelto; 3) el reconocimiento mismo es parte del proceso de la muerte de Cristo. En ello no hay nada ficticio o meramente simbólico, sino una determinación a vivir en la luz de la muerte de Cristo y en la fuerza del poder sobre el reino del pecado. Véase Dunn, Word Biblical Commentary, 38:323-324.
28 Cranfield, Critical and Exegetical Commentary, 1:314-315.
29 Véase Nichol, CBA, 6:536-537.
30 Cranfield, Critical and Exegetical Commentary, 1:317.
31 Otros textos que presentan estas mismas características son: Col 3,15 y 2 Co 6,2. La forma también es usada en oraciones de imprecación en el A. T.: Sal 7,7-10; 67,2-4. Aquí Dios llama a luchar contra las fuerzas del mal para librar a su pueblo. Véase Joel Marcus, “Let God Arise and End The reign of Sin!”, Bíblica 69, n.° 1 (1988): 386-395.
32 Ibíd., 317.
33 Balz, Exegetical Dictionary, 2:27-28.
34 Algunos comentadores han visto en este versículo una representación de la guerra entre el pecado y la justicia, y a ambos alistando reclutas en su ejército (véase Nichol, CBA, 6:537).
35 Es cierto que el pecado nos acosará y tentará; sin embargo, no tendrá dominio sobre el verdadero cristiano. Por tanto, el creyente debiera entregarse con valor al servicio de Dios, pues se le promete la victoria sobre el pecado (Nichol, CBA, 6:537).
36 Lo que quiere decir es que los cristianos no están bajo ley como un camino de salvación, sino bajo gracia (ibíd., 6:537-538).
37 Lo que quiere decir es que los cristianos no están bajo ley como un camino de salvación, sino bajo gracia (Nichol, CBA, 6:537-538).
38 Nichol, CBA, 6:214.
39 Gerald F. Hawthorne, Ralph P. Martin y Daniel G. Reid, eds., Dictionary of Paul and His Letters (Westmont, IL: InterVarsity Press, 1993), 62-63.
40 Ibíd., 63.
41 Hawthorne, Martin y Reid, Dictionary of Paul, 188-189.
42 Hawthorne, Martin y Reid, Dictionary of Paul, 253-255.
Una hermenéutica de la obediencia a la autoridad secular, según Lutero
Carlos H. Cerdá
Resumen
La aparición de la Iglesia cristiana como institución distinta del Estado y que incorpora a los mismos individuos que debían obediencia al Imperio romano puede considerarse como el cambio más revolucionario de la historia de la Europa occidental, hasta que en 1523, Lutero, en un contexto distinto, reinterpreta el rol y la extensión de la autoridad secular. Se trata, por lo tanto, de un estudio descriptivo que distingue en Lutero un giro hermenéutico hacia el cristianismo primitivo en cuanto a la obediencia a la autoridad.
Palabras clave
Lutero – Obediencia pasiva – Autoridad secular – Resistir – Autoridad espiritual
Introducción
La obediencia a la autoridad está basada en el principio de jerarquía como uno de los pilares que el Imperio romano ha transmitido a la cultura occidental a fin de lograr el orden como anhelo muy preciado de toda sociedad. Si bien es cierto que los sistemas políticos han ido variando a lo largo de la historia entre sistemas cerrados (imperialistas, monárquicos, dictatoriales) y sistemas abiertos (parlamentarios, democráticos, asambleístas), la experiencia testifica que si no se respeta la autoridad establecida, será muy difícil mantener el orden esperado, aspecto que tenía muy claro el apóstol Pablo según Romanos 13,1-5. Ahora bien, no siempre los que encarnan la autoridad en los distintos niveles jerárquicos han ejercido el poder en sabiduría y respeto al prójimo. Entre las respuestas sugerentes a la causa de la obediencia, se observa que esta es la conducta más reforzada desde la más tierna infancia, mientras que la desobediencia es la más castigada, que crea así una especie de reflejo condicionado hacia la obediencia pasiva que, a su vez, conlleva el riesgo de generar miedo a las consecuencias de ejercer la libertad. Esta realidad ha sido muchas veces explotada por poderes tendientes al corte cerrado o vertical que extralimitando el ejercicio de su autoridad han disminuido en las personas la capacidad de independencia o de pensamiento crítico. La aparición de la Iglesia cristiana como institución distinta del Estado imperial y que incorpora a los mismos individuos que debían obediencia al Imperio, puede considerarse como el cambio más revolucionario de la historia de la Europa occidental, debido a que se organiza como sistema abierto, cuyos líderes no podían iniciar sus funciones hasta no tener la aprobación de la asamblea.1 Este sistema les devolvía a los individuos el ejercicio de la libertad responsable, que incluía una dependencia voluntaria a Dios y a su prójimo. Este tipo de convivencia y orden social iniciado por Cristo se desdibuja en la Iglesia cuando esta asume la autoridad secular ante el vacío de poder dejado por el Imperio romano, hasta