Название | XII Simposio Bíblico Teológico Sudamericano |
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Автор произведения | Carlos Olivares |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877650525 |
Cabe destacar aquí que, bajo el reino de la espada secular, la vida se torna en una puja por intereses egoístas que en la modernidad se caracterizará por una ética distinta a la propuesta bíblica y propia a los individuos que están bajo la ley y que pretenden sortearla mediante métodos anómicos, me refiero a la ética utilitarista. Sobre esto, José Ingenieros analiza la simulación en la lucha por la vida, donde sostiene, por ejemplo, que los cruzados y la conquista en la época de Colón simulaban o fingían sentimientos religiosos (que no eran de su interés) y disimulaban u ocultaban la expansión de economías feudales (que era lo que realmente les interesaba).27 Este mismo fenómeno se hace presente en todo tipo de organización social, incluidas las eclesiásticas, causa por la cual Lutero consideraba que también estas están bajo la espada secular. Sostiene que donde impera el régimen secular o la ley, solo habrá pura hipocresía, aun cuando se trate de los mismos mandamientos de Dios”.28
5.Porque, para el cristiano, la aceptación de la autoridad deriva del amor al prójimo. Aquí Lutero reflexiona sobre el hecho concreto de que, si los cristianos no necesitan del derecho y el poder secular, entonces ¿por qué someterse a él, según Romanos 13,1 y 1 Pedro 2,13? A dicho interrogante responde diciendo que, de no hacerlo, el cristiano obraría contra el amor dando un mal testimonio que seguramente causaría confusión en muchos, por lo cual aconseja:
Condúcete de tal manera que sufras todo, de modo que no necesites de la autoridad para que te auxilie y te sirva, te sea útil e imprescindible, sino al revés, para que tú la ayudes, le sirvas y le seas útil y necesario. Quiero que estés tan alto y seas tan noble que no necesites de ella, sino que ella tenga necesidad de ti.29
Extensión de la autoridad secular, según Lutero
En el mismo documento escrito en 1523, Lutero presenta cuatro razones hasta donde ha de extenderse la autoridad secular. Aquí cabe destacar qué entiende Lutero por autoridad secular o autoridad temporal, pues en el reino espiritual solo Cristo gobierna y se relaciona con el control interno de la vida de los creyentes, que impacta en su estilo de vida o manifestación externa de la conducta cristiana, mientras que a la autoridad temporal, que no debe entrometerse en el régimen divino, le corresponde el control exterior de la conducta humana a través de leyes que regulan los bienes y todo lo externo en la tierra. Significa, por lo tanto, que la hermenéutica de Lutero sobre autoridad secular incluye a la administración o el poder eclesiástico, pues sostiene que príncipes y obispos han de darse cuenta de “cuán insensatos son al pretender, con sus leyes y mandatos, obligar a la gente a creer en una forma u otra”.30
Surge entonces, la inquietud de cómo se deben gobernar exteriormente entre cristianos, a lo que Lutero considera que no puede ni debe haber autoridad alguna más que la de Cristo, ya que todos son iguales y tienen el mismo derecho, potestad y honra. Además, citando a Pablo, recalca que nadie desea ser superior a otro, “antes bien con humildad, estima cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Flp 2,3). Donde existen tales personas no se puede instituir autoridad alguna, a no ser la de Cristo, y donde no hay gente de esta índole, tampoco existen verdaderos cristianos.31
Para Lutero, el liderazgo de la iglesia no debe confundir un servicio y una función con superioridad o poder, pues “su gobierno no es otra cosa que predicar la palabra de Dios y conducir con ella a los cristianos y vencer la herejía”.32 Al respecto, Jesucristo había sido muy claro con sus discípulos al decirles “… Sabéis que los príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no será así; sino que el que quiere entre vosotros hacerse grande, será vuestro servidor” (Mt 20,25-26). Sin embargo, la iglesia a lo largo de la historia se ha parecido mucho a las organizaciones seculares, no solo en su estructura organizativa, sino también en sus actitudes políticas. Por lo tanto, Lutero pretende instruir el corazón del príncipe cristiano sobre cuál debe ser su actitud a fin de que Dios le dé la inteligencia de arreglar acertada y piadosamente todos los asuntos al momento de gobernar.
En primer lugar, el príncipe cristiano debe opinar así: “Pertenezco al país y a la gente, he de hacer lo que es provechoso y bueno para ellos. No debo tratar de ser altanero y dominante, sino tratar de que sean protegidos y defendidos”.33 Este dicho de Lutero, iluminado por el Espíritu Santo desde la interpretación de las Escrituras, va a ser corroborado por la inspiración que el mismo Espíritu dio a Elena G. de White. Ella expresa: “Dios no vindicará ningún artificio mediante el cual el hombre gobierne u oprima en el más leve grado a sus semejantes. Tan pronto como un hombre comienza a establecer una regla de hierro para los otros hombres, deshonra a Dios y pone en peligro su propia alma y las almas de sus hermanos”.34
En segundo lugar, el príncipe debe cuidarse de los grandes bonetes, sus consejeros, no despreciar a ninguno y no confiar a ninguno todas las cosas.35 Considera que lo más perjudicial es cuando el príncipe se deja dominar por los grandes bonetes y los aduladores.
En tercer lugar, ha de proceder rectamente con los malhechores, ser prudente y sabio, a fin de castigar sin perjuicio de otros. Ahora bien, si un príncipe está errado, ¿deben seguirlo sus súbditos? Lutero responde categóricamente que “no”, argumentando que nadie está obligado a ir contra el derecho (conciencia). Regresamos entonces a Romanos 13,1 donde encontramos un aspecto clave del pasaje que, al parecer, Lutero no alcanzó a percibir. Recordando que el texto griego no incluía signos de puntuación, la traducción implementada por Lutero fue esta: “Toda alma se someta a las potestades superiores; porque no hay potestad sino de Dios; y las que son, de Dios son ordenadas”.
Pero si corremos la última coma, respetando el contexto y sin temor de forzar el texto, quedaría como sigue: “Toda alma se someta a las potestades superiores; porque no hay potestad sino de Dios; y las que son de Dios, son ordenadas”.
Se observa, entonces, que el sentido del texto cambia y habilita la posibilidad de pensar en la obediencia pasiva cuando las potestades seculares, civiles y eclesiásticas son de Dios. Pero cuando estas salen del orden divino, con los pies presurosos para abrazar y hacer el mal, pasan a encarnar el mal y, por lo tanto, en absoluto se espera del cristiano un sometimiento de obediencia pasiva, sino la obligatoriedad de resistir doblemente al mal. Por un lado, y como ya fue dicho, resistir al engaño de pretender echar mano del mal para combatir el mal. Por otro lado, resistir a la obediencia pasiva cuando el poder corrupto pretende violentar la conciencia construida en la palabra de Dios. Al respecto, Lutero sostiene:
… es el colmo de la locura ordenar que se crea a la iglesia, a los padres y a los concilios, aún cuando no haya palabra de Dios. Los que mandan esto son apóstoles del diablo, y no iglesia. Pues ésta no prescribe nada, si no está segura de que es palabra divina, como dice San Pedro: ‘Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios’. Están lejos de demostrar que lo estipulado por concilios sea palabra de Dios.36
El mismo Espíritu Santo que iluminó a Lutero en la ardua lucha de despertar en los creyentes una actitud reflexiva en las Escrituras, lejos de la jaula de hierro alienante de la obediencia pasiva irreflexiva, también inspiró a Elena G. de White, quien sostiene:
Se me ha indicado muchas veces que ningún hombre debe renunciar a su juicio para ser dominado por el de cualquier otro hombre. Nunca debe considerarse que la mente de un hombre o la de unos pocos hombres se basta en sabiduría y poder para controlar la obra y decir qué planes deben seguirse.37
En cuarto lugar, el príncipe debe someterse a Dios y rogarle por sabiduría.
Consideraciones finales
Se concluye aquí que, si bien Lutero no hace el análisis exegético relativo al corrimiento de la coma en Romanos 13,1, no deja de hacer una interpretación profunda del texto, destacando que Pablo habla allí de la autoridad y la superioridad. Como solo Dios tiene esa autoridad y superioridad sobre la vida espiritual de los creyentes, el poder secular no puede exigir obediencia alguna donde no tiene poder. Por esto, Pablo