Название | La democracia en Chile |
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Автор произведения | Joaquín Fermandois |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789561427280 |
Envolvía a ambos argumentos la idea de que se estaba en una empresa civilizadora frente a la barbarie y, dependiendo del concepto de civilización que se emplee, no faltaban motivos para esto, ya que en la modernidad —o quizás en cualquier época— un grupo más débil que entre en contacto con el fuerte requiere adquirir algunas de sus técnicas y entender el trasfondo de su organización para poder confrontar los desafíos del momento, aunque la noción de civilización en el siglo XX, como se vio, sería sometida a una fuerte crítica. Por último, para una zona mirada en gran medida como virgen, se la quería entregar a grandes grupos de inmigrantes europeos, y así fue.
Aquí descollarían los inmigrantes alemanes, aunque no fueron los únicos. No pocos chilenos también fueron adquiriendo una presencia, transformándose en habitantes de la región y después en nativos.283 Sucedió lo mismo que en zonas de colonización de la empresa imperial europea del XIX (y en otros tiempos), que el Estado de derecho que imperaría en la sociedad no se trasladaba automáticamente a la zona de frontera; aquí funcionaban más por un tiempo las rudezas y barbaridades de las conquistas y de ley del más fuerte, en las que a veces descollaban los propios indígenas. Quizás unas preguntas difíciles de formular en tiempos como los actuales, en donde esto se ve con ojo apasionado, serían cuánto duró, si se fue aquietando en un tiempo razonable y si las víctimas fueron numerosas.
Para los mapuches, las autoridades de la época hallaron que la mejor solución era una agrupación análoga a las reservas de Estados Unidos. Se dividió la tierra entre los pueblos y familias mapuches, y lo que se consideraba abierto se repartió entre inmigrantes chilenos o extranjeros.284 Nació así un nuevo sentido de tierras fronterizas, o quizás una segunda etapa de la frontera para el curso de finales del XIX y una zona con matices propios para todos los chilenos, pasando ellas en el curso del siglo XX a ocupar un papel más y más fuerte en el imaginario de la totalidad de la población. Además, llegó a ser una región económicamente importante del país. La población mapuche quizás sufrió menor pérdida en el siglo que le seguiría que en el período anterior; este último sería el que va de la independencia a la Pacificación. A la vez, la integración y el mestizaje aumentaron, pero persistió una condición de marginalidad económica y social, a veces también étnica. Una fuerte persistencia de los rasgos culturales sería una característica que le otorgó fuerzas al mundo mapuche, aunque no jugó de manera especialmente favorable al momento de la integración. El carácter más o menos estático de la pobreza sería un rasgo común hasta el presente, a pesar de que este tema mantuvo alguna presencia nacional, e incluso a lo largo del Parlamento hasta 1973 hubo nueve diputados mapuches. En general, en el chileno medio predominaba la visión de que el mundo mapuche sería una rémora, lo que era respondido desde este como que más bien habría segregación y a veces ocultamiento. Por otra parte, en el XX la mayor parte de la población de origen mapuche se desplazó a la zona central del país, superando con mucho —las estadísticas están lejos de la perfección— a la que habita en la zona donde radica el conflicto desde fines de siglo.
En el curso del siglo XX, con la ampliación del sufragio, la participación del mundo mapuche no respondió a un patrón muy claro, aunque al parecer se repartía en varios sectores; hubo algunos diputados mapuches conservadores. Algún tipo de violencia latente se mantenía y a veces estallaba, pero es difícil distinguirla de la de movimientos sociales. La rebelión de Ranquil en el Alto Bío-Bío en 1934 tuvo como actores a una población pehuenche, en otros tiempos sometidos por los mapuches, y el conflicto que tuvo como resultado un centenar de muertos parece radicarse tanto en temas sociales como de tierra e ideológicos, y no alcanzó el grado de una rebelión propiamente indígena. Con el incremento de la izquierda en el cuerpo electoral, apareció el discurso de la emancipación de los mapuches, aunque escasamente pasó más allá de proclamaciones de los partidos de ese sector. Como decía, en el comportamiento electoral no se detecta un patrón muy característico en las comunas mapuches, pero los pocos indicios apuntan a que los candidatos que no pertenecían a la izquierda en pueblos predominantemente mapuches obtenían buenos resultados.
Del orden al conflicto
Lo que llama la atención en la segunda mitad del XIX, una vez pasado el incidente de la quema del libro de Bilbao, es la gran libertad y, acorde con el desarrollo mundial de la época, la enorme cantidad de publicaciones que reflejaban en la práctica una libertad de prensa casi absoluta. Junto con esto, las discusiones parlamentarias podrían engañarnos por su violencia retórica y hacernos creer que el nuestro era un país pronto a caer en conflictos sanguinarios. La palabra escrita y los discursos formales combinaban un formalismo marmóreo a veces rico en vocabulario, con una odiosidad que apunta al antagonismo irreconciliable. En muchos casos el orden social en democracia se parece a situaciones como estas, aunque en los hechos la gente también vivía con una sensación de normalidad. Y en otras, los actores caen presos de sus retóricas y solo identifican lo que los enfrenta, y ese es el camino a una división aguda. Esta segunda posibilidad fue lo que se desarrolló gradualmente hasta la precipitación final en el gobierno de Balmaceda.285
El apasionamiento adquirió el rostro de una confrontación entre un jefe del ejecutivo que quiere reinterpretar una práctica constitucional como parte de una polarización, y una confrontación, primero larvada y luego más abrupta, con el grueso de la clase política que defiende sus fueros. En un par de años previos, se creó una atmósfera que un autor ha definido de “odio político”, para señalar el ambiente cargado de odiosidad que podría definirse también como polarización.286 En José Manuel Balmaceda existió una transformación no completa, pero sí lo suficiente en la dirección a encarnar la figura del caudillo refundador, en una forma no extraña a la historia latinoamericana del Jefe de Estado que tiende a un estilo de porfiriato.287 Era una tendencia, ya que aunque no sabemos qué hubiera sucedido, de triunfar en un último momento al hacer elegir como sucesor a un hombre de su equipo, Claudio Vicuña, esto podía transformarse en una suerte de dictadura indirecta o bien seguir con esa tendencia al tapado propio de los años más claramente portalianos, aunque en las condiciones muy diferentes de fin de siglo.
Los orígenes de la guerra civil llegaron a ser parte de la historia política de Chile en el siglo XX. Como se decía, los nacionalistas de tendencia conservadora tomarían a Balmaceda como ejemplo positivo de un rescate al “Estado en forma”. Lo mismo haría la izquierda chilena y en la historiografía marxista —en especial, como lo que veían en la actuación inglesa— lo hacían encajar perfectamente en la teoría leninista del imperialismo.288 Balmaceda pasó así a ser una víctima de una alianza entre el imperialismo y la oligarquía nacional entregada o enredada con el capitalismo transnacional. Salvador Allende se refería continuamente a Balmaceda y no es improbable que el suicidio de este —un acto político que al final ayudó a rescatarlo— haya estado también en la base de su decisión final en La Moneda, preparada psicológicamente muy de antemano. Es probable que esta discusión siga siendo parte de la conciencia política del país, a pesar de tanto esfuerzo historiográfico que hace ver la complejidad del tema.
Aquí se le ve más bien como un ejemplo de la relativa propensión a la crisis que ha tenido el proceso democrático chileno, y como un caso que muestra la autonomía de la clase política como un fenómeno propio. Aquella era un agente dado a la controversia y que se apasionó por una dimisión que fue paulatina, en la cual la política sobre el salitre solo tuvo una importancia muy marginal, si es que alguna. Puede ser que los intereses del salitre hayan financiado al ejército del norte, antibalmacedista. La base del quiebre estuvo en una sensación muy parecida a la 1924. Por una parte, había la impresión de una inacción general en el país por la progresiva parlamentarización de la práctica política, al irse interpretando de una manera diferente la Constitución de 1833, fenómeno muy típico de la historia de Chile y de muchos otros países.289 Ello hizo nacer aprestos caudillistas en el presidente