Название | El patriarcado no existe más |
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Автор произведения | Roxana Kreimer |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789505567867 |
Las características que resultan atractivas para hombres y mujeres en el apareamiento, ¿son adaptativas? Por un lado podrían haber sido adaptativos rasgos comunes que prefieren tanto hombres como mujeres: la inteligencia, la amabilidad, la simpatía. Pero también hay características que privilegia más un sexo que otro en las diversas culturas estudiadas: es más frecuente que los varones consideren como prioridad para parejas a largo plazo la juventud y la belleza física, y que las mujeres reparen más en el estatus y en los recursos económicos. La belleza asociada a la juventud puede estar vinculada con el pico de la edad reproductiva, y el estatus y los recursos con la posibilidad de supervivencia de la cría.
En principio, la mayoría de los constructivistas sociales sostienen que los seres humanos son producto de la evolución de las especies. Pero en la práctica, exhiben un dualismo por el cual se niegan a aplicar la lógica de la selección natural a la mente. Del cuello para arriba, todo parece cambiar, como si se tratara del órgano de un alienígena.
Algunos antropólogos imaginaron culturas sin ira, pero la ira es una emoción universal, y emociones básicas como el enojo resultan estrategias biológicamente adaptativas. Es posible que todos estemos equipados con un programa que se pone en funcionamiento cuando creemos que se amenazan nuestros intereses o nuestra dignidad. Hay unos 300 universales identificados en todas las culturas. Por ejemplo, las armas, el mayor interés de las mujeres por las personas, el mayor interés de los varones por las cuestiones técnicas, las distorsiones cognitivas, un mayor deseo sexual masculino (Brown, 2004; Lippa, 1998). Hay innumerables evidencias de que todos los aspectos de nuestra vida mental dependen enteramente de sucesos fisiológicos.
Por qué la psicología evolucionista no es una pseudociencia
El feminismo hegemónico rechaza, ignora o sencillamente convierte en objeto de burla la teoría de la selección sexual de Darwin. En el libro Que la ciencia te acompañe: A luchar por tus derechos, de la feminista y comunicóloga Agostina Mileo, se hace referencia despectivamente a esta teoría como “un cuentito”. Estos desarrollos de Darwin son un lejano antecedente de las investigaciones sobre diferencias sexuales de la psicología evolucionista, que es un programa de investigación que genera hipótesis testeables sobre temas variados. Considera que la mente humana responde a una arquitectura heredada del proceso evolutivo. Entiende que nuestros circuitos neuronales fueron diseñados por la selección natural para resolver problemas a los que nuestros ancestros se enfrentaron durante la historia evolutiva. Como hemos visto, estudia qué rasgos de la conducta humana son adaptaciones que ayudaron a la especie a sobrevivir y a reproducirse. Diferentes circuitos neurales están especializados en resolver distintos problemas adaptativos. Por ejemplo, tal como veremos, los celos, presentes en todas las culturas, son una adaptación asociada en parte a la incerteza de paternidad en los varones y a la incerteza de recursos para los hijos en la mujer, tal como reflejarían los estudios interculturales sobre las diferencias entre hombres y mujeres vinculadas con los celos (Buss, 2016). La psicología evolucionista se pregunta si una conducta tuvo una función adaptativa o si es un subproducto de la evolución. Esto no significa que toda conducta humana sea el resultado de una adaptación, sino que un conjunto de rasgos humanos importantes son adaptativos.
Para la psicología evolucionista, la conciencia es solo la punta del iceberg: la mayoría de lo que ocurre en nuestra mente permanece oculto para nosotros, pero no se trata de la tesis psicoanalítica que plantea al inconsciente como lo reprimido y el retorno de lo reprimido. Ese postulado psicoanalítico no cuenta con evidencia científica (Primero, 2005).
En los últimos veinte o treinta años, la psicología evolucionista brindó una teoría unificada para comprender la mente humana. Sólo esta disciplina ofrece una teoría consistente sobre la maternidad, la sexualidad, la paternidad, la agresión y muchos otros fenómenos. Predice, por ejemplo, que un estatus elevado incrementa las oportunidades de apareamiento. No es cierto, como aducen algunos de sus críticos, que sus hipótesis sean infalsables. Testea sus hipótesis mediante experimentos, estudios arqueológicos y genética molecular, entre otros. Se falsaron hipótesis evolucionistas tales como que la homosexualidad evolucionó para el cuidado de los parientes (kin selection hypothesis) y la que sugiere que evolucionó una preferencia masculina por la virginidad. Como señaló Karl Popper, el conocimiento también avanza refutando hipótesis sin evidencia, y esto abre la puerta al estudio de nuevos patrones explicativos.
Lamentablemente, no hay casi nada escrito en español sobre esta disciplina, aunque poco a poco comienza a publicarse material como el que comenta y traduce el psiquiatra español Pablo Malo en su blog Evolución y Neurociencias, o el que comparte en las redes el mexicano Amauri Tadeo Martínez. Muchas personas, incluso algunos intelectuales escépticos rigurosos cuando se trata de advertir que la astrología o la homeopatía no cuentan con evidencia científica en su favor, consideran sin fundamentos que la psicología evolucionista no es una disciplina seria, y lo hacen básicamente influidos por lo expresado por el filósofo Mario Bunge cuando la psicología evolucionista recién estaba en sus comienzos, en la década del noventa del siglo XX. Años más tarde, Bunge reconoció en su libro Mente y materia que hay autores de psicología evolucionista que cumplen con requisitos del métodos científico, y mencionó como ejemplo a la psicología evolucionista del desarrollo.
Es sorprendente el desconocimiento que muestran los críticos de la psicología evolucionista cuando hablan de ella. Muchos sólo formulan críticas, sin citar estudios o ignorando los que han sido realizados en decenas de países (por ejemplo, Buss, 1989; Buunk y otros, 1996; Schmitt, 2003; Schmitt y otros, 2007; Schmitt y otros, 2008; Stone y otros, 2007). En la mayoría de los casos se advierte que se han formado una opinión meramente fundada en una figura de autoridad, y no se han tomado el trabajo de examinar por sí mismos más de una decena de artículos académicos.
Se suele acusar a la psicología evolucionista de ser demasiado especulativa, pero en las revistas académicas de la disciplina no se suelen publicar artículos meramente especulativos. Al igual que con otras áreas de la psicología experimental, se plantea una hipótesis, luego se diseñan experimentos para testearlas, y se trabaja en conjunción con otras disciplinas científicas como la antropología, las neurociencias o la psicología experimental. Se observa si una conducta como, por ejemplo, los celos, existe en todas las culturas y a través de las especies, y si en las comunidades estudiadas existen las mismas diferencias entre los celos de hombres y mujeres (Buunk y otros, 1996). En el ranking de replicabilidad de los estudios de psicología, que es una evaluación de la capacidad que tienen las investigaciones de arrojar el mismo resultado cuando se repiten los experimentos, dos de las revistas de psicología evolucionista figuran entre los 20 primeros lugares (Replicability Rankings of 120 Psychology Journals, 2020).
Otra crítica frecuente es la que sugiere que es absurdo hablar de rasgos psicológicos originados hace 6 millones de años. Pero si esto fuera así, también habría que negar en su conjunto a la biología evolutiva moderna. “Quienes formulan