El patriarcado no existe más. Roxana Kreimer

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Название El patriarcado no existe más
Автор произведения Roxana Kreimer
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789505567867



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destacando que estos dos últimos conceptos no suelen estar basados en hipótesis falsables (Fleischman, 2019). En su artículo “In defense of evolutionary psychology” (“En defensa de la psicología evolucionista”), Nathan Nguyen señala que quien formula esa crítica estaría de acuerdo en que al menos algunas características de los humanos son adaptaciones, como el hecho de que nuestros riñones filtran desechos de nuestra sangre o que nuestros pulmones absorben oxígeno del aire o que nuestra piel nos protege de los patógenos. Se pregunta por qué tendríamos que detenernos allí. “Si la selección natural construyera con precisión la estructura de nuestros riñones, de los pulmones y la piel, ¿por qué no actuaría sobre el órgano más importante de nuestro cuerpo, el cerebro? En resumen, cualquier crítico de la psicología evolucionista tendrá que explicar qué tiene el cerebro que lo hizo inmune a las presiones selectivas de nuestros ambientes ancestrales, y esa es una tarea difícil”.

      “Parece adaptativo que los seres humanos cuiden a sus parientes, busquen comida y sientan dolor. ¿O debemos creer que estas disposiciones son únicamente los productos de nuestra socialización, como las tendencias de la moda?”, escribe Nguyen. ¿Cómo podría el constructivista social explicar las conductas que surgen muy temprano en el desarrollo y que son evidentes en todas las culturas y especies? “Agitar simplemente las manos y decir: ‘La sociedad lo hizo’ no cuenta como una explicación satisfactoria”, agrega.

      Otra objeción común a la psicología evolucionista es la que sostiene que si hombres y mujeres tienen rasgos diferentes irreductibles a la exclusiva influencia cultural, eso legitimaría desigualdades de todo tipo. Ya hicimos referencia a este tema en el prólogo y lo ampliaremos in extenso en el capítulo siguiente, pero por ahora destacamos que nada del universo de lo existente prescribe conductas en el mundo de los valores y en el ámbito jurídico. Caso contrario, se comete la falacia naturalista, que consiste en sostener que dado que las cosas son de cierta manera, deben necesariamente ser así. Por ejemplo, si se señala que los hombres tienen disposición a tener más parejas sexuales, eso no significa que estén predeterminados por la biología a ser infieles en parejas que pactan exclusividad sexual, dado que la evolución nos dotó también de un sentido moral. Durante la mayor parte de la historia humana, vivimos con niveles de subsistencia, al borde del hambre, escribe Nguyen. Pero esto no motiva a ningún psicólogo evolucionista a pedir el fin de la agricultura. Los ejemplos se pueden multiplicar indefinidamente.

      Otra objeción que recibe la psicología evolucionista desde grupos feministas es que “forma parte de la institución de la heterosexualidad”. Con este argumento nuevamente se acusa a una disciplina que describe nuestros procesos mentales en términos de su papel en la promoción de la aptitud reproductiva, de apoyar normativamente determinadas conductas. También se objeta que “pretenda explicar todos los fenómenos culturales y sociales”. Eso tampoco es cierto: sólo se concentra en las adaptaciones que se derivan de los desafíos reproductivos en nuestro entorno ancestral. Nguyen termina diciendo: “La psicología evolucionista está en pleno auge y explica fenómenos tan diversos como la formación de coaliciones, la búsqueda de estatus, las preferencias de pareja, el cuidado de los padres y la prevención de enfermedades”. No hay duda de que se pueden hacer críticas legítimas sobre muchos de los métodos empleados por los psicólogos evolucionistas, termina, pero nadie leyendo críticas como las mencionadas las encontrará.

      La posibilidad de testear las hipótesis evolucionistas es mayor que en otras disciplinas, ya que se supone que son universales y están presentes en todas las sociedades humanas, a lo largo del tiempo, y en muchos casos están presentes en diversas especies. Así que los datos que pueden ser encontrados son potencialmente infinitos (Saad, 2018). Muchas personas altamente motivadas trataron de falsar las teorías de Darwin y fallaron, justamente porque hay gran cantidad de evidencia en favor de ellas. Veamos algunos de estos rasgos universales.

      Más allá del debate en torno a si tal o cual conducta es adaptativa o un subproducto de la evolución, hemos visto que hay un consenso generalizado en la comunidad científica de que no nacemos como páginas en blanco, sino con adaptaciones, módulos o disposiciones que han cumplido una función en nuestro pasado como especie. Todo esto es consistente con los resultados de infinidad de estudios de otras áreas del conocimiento (neurociencias, genética conductual, antropología evolucionista, psicología evolucionista, etc.), que reúnen evidencia en contra del presupuesto de que nacemos como páginas en blanco (tabulas rasas).

      Otra disciplina que inclinó la balanza en contra de la hipótesis de que nacemos como páginas en blanco es la genética conductual o del comportamiento, que estudia los factores genéticos y ambientales que originan las diferencias entre individuos. Investiga en particular con gemelos, ya que, a diferencia de los mellizos o de los hermanos en general, que comparten el 50 % de su carga genética, los gemelos tienen en común el 100 % de sus genes, razón por la cual, por ejemplo, no hay gemelos de distinto sexo. Desde el primer estudio con 81 gemelos y 56 mellizos realizado en Minnesota, se ha ido conformando una disciplina que cuenta en su haber con innumerables estudios realizados con gemelos, algunos incluso con los que han sido criados por separado, por lo que resultan particularmente propicios para estudiar el efecto del medio ambiente (Bouchard, 1990; Loehlin, 2009).

      La mayoría de los rasgos de personalidad –como la apertura a la experiencia, la extraversión, la agradabilidad o el neuroticismo- son el doble de parecidos en los gemelos que en los mellizos. Hay un 46 % común en los rasgos de personalidad de los gemelos y un 23 % de rasgos en común para los mellizos. La mitad de los gemelos reportan un mismo nivel promedio de bienestar. Esto significa que el 54 % de los rasgos de los gemelos no son comunes, pero tienen mucho más en común que los mellizos, los hermanos de diferentes edades y las personas en general.

      También se hicieron estudios con gemelos virtuales, que son dos niños adoptados simultáneamente a la misma edad, o uno biológico y uno adoptado, que son criados juntos. En estos casos, a diferencia de los gemelos, correlacionaba poco su CI (coeficiente intelectual), sugiriendo una influencia menor del medio ambiente que la que atribuyen los constructivistas sociales (Segal y Hershberger, 2005).

      Volveremos una y otra vez sobre este tema porque es fuente de confusión permanente y porque admite distintas perspectivas para el análisis: es un error juzgar que de la consideración de lo innato o lo adquirido se siguen ciertas políticas públicas. Desde la extrema derecha, alguien erróneamente podría creer que estamos determinados en materia de biología y concluir que el Estado malgasta su dinero en educación. La inmensa mayoría de los científicos que trabajan estos temas no piensan así. Pero también desde el extremo del constructivismo social, que es la perspectiva del feminismo hegemónico según la cual sólo la sociedad nos determina, se podría pensar que la educación lo es todo, y que si no hay tantas mujeres mecánicas automotrices, relojeras, técnicas en computación, matemáticas, choferes de taxis y conductoras de trenes, eso obedece a un modelado deficiente que reproduce los estereotipos sociales. Como veremos, hay buenas razones para suponer que el componente biológico tiene su peso, aunque interactúe de modo relevante con el medio ambiente.

      Años atrás, una nueva disciplina, la epigenética, comenzó a estudiar en animales no humanos y humanos cómo interactúan genes y medio ambiente, y mostró, por ejemplo que también ciertas experiencias, como un estrés acentuado de la madre embarazada, pueden marcar el material genético de su hijo. Sin embargo, esto no significa, como pretenden algunas constructivistas sociales feministas, que toda la experiencia determine el material genético. Como hemos señalado ya, la genética establece predisposiciones que en general pueden o no desenvolverse de acuerdo a la interacción con el medio ambiente. La pregunta correcta no pasa por enfrentar genes y medio ambiente, sino por examinar cómo genes y medio ambiente interactúan para moldear la conducta. Los sistemas biológicos son complejos y sólo se desenvuelven en interacción con las experiencias de la vida. Se estima que del 40 al 50 % de las disposiciones de carácter son heredadas, lo que –una vez más– no implica determinismo biológico, sino interacción con el medio ambiente (Jang y otros, 1996).

      La buena noticia es que la mitad o más de nuestras