Название | El patriarcado no existe más |
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Автор произведения | Roxana Kreimer |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789505567867 |
Por ejemplo, la mayor parte de los caballos macho nunca se aparea, sólo lo hace el dominante (alfa), y ese estatus se mantiene de ser necesario mediante confrontaciones en las que se impone el que tiene más fuerza física. Hacia el final de su vida, el dominante es vencido por el más joven. Si un caballo que no es el alfa se aparea, corre el riesgo de que el dominante lo ataque. Descendemos de una minoría de machos que eran más fuertes o tenían más estatus, los preferidos por las hembras, que en promedio todavía muestran esa preferencia.
Estudios arqueológicos de ADN muestran que entre 4000 y 8000 años después del invento de la agricultura, se reproducían 17 mujeres por cada hombre. Dado que unos pocos acumulaban riqueza y poder, cada uno de ellos se reproducía con varias mujeres (Diep, 2015).
El feminismo hegemónico no tiene una sola hipótesis para explicar este fenómeno denominado varianza. Lo ignora por completo o diría, apelando a la explicación simplista de siempre, “es el patriarcado”. Pero lo que no explica esta narrativa es cómo es que muchas más mujeres que hombres han logrado reproducirse.
Entre los Xavantes de Brasil, el promedio de hijos es de 3,6 para hombres y mujeres (Betzig, 2012). Pero mientras una de cada 195 mujeres no tiene hijos a los 20 años, el 6 % de hombres no tiene hijos a los 40. El hombre que más se reprodujo tuvo 23 hijos, y la mujer que más se reprodujo, 8. El fenómeno investigado por Bateman en las moscas de la fruta fue encontrado en innumerables especies animales, incluyendo la humana. Los machos con estatus acaparan más hembras y son los que más se reproducen. Otros no son elegidos y no tienen cría, o dejan una descendencia más reducida.
En un artículo del 2003, Zerjal y otros geneticistas mostraron evidencias de que el 8 % de las personas de 16 poblaciones de Asia (0.5 % de la población mundial) descienden del emperador mongol Gengis Kan.
En su libro Lo que quieren las mujeres, lo que quieren los hombres, el antropólogo evolucionista John Townsend señala que las mujeres no siempre se benefician compitiendo por los hombres de mayor estatus, puesto que muchas otras mujeres también competirán por los mismos hombres, incrementando las posibilidades de ser abandonadas o, si desean formar una pareja con exclusividad sexual, disminuirán las posibilidades de que el varón no tenga relaciones por fuera de la pareja, puesto que la oferta que se le presentará será superior que para otros hombres.
Los machos proveedores entre animales no humanos
¿Cuál es el origen de la figura del “macho proveedor”? ¿Es un invento del patriarcado? ¿Hay “machos proveedores” entre los animales? ¿Existe alguna relación entre este fenómeno y cuestiones que parecen tan desvinculadas de él como la representación de hombres en los puestos de mayor jerarquía de las empresas o la omnipresencia de la guerra en la historia de la humanidad?
Un hombre lleva a cenar a una mujer con la intención de seducirla o, si es más pobre, la invita a tomar un helado con el mismo propósito. Elige un buen restaurante o una heladería especial, y paga. Las siguientes citas, también paga él. ¿Estamos ante un caso de machismo? La respuesta a esta pregunta no pueden darla la estadística ni la biología, pero ambas ofrecen valiosa información para ser tenida en cuenta a la hora de comprender si esas escenas tan familiares expresan algo más que lo que parece ser evidente a primera vista.
Dado que hoy las mujeres trabajan y poseen sus propios recursos, ¿seguirán buscando un “macho proveedor” tal como lo hacían por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX? ¿Qué pasa con las más jóvenes? ¿Siguen priorizando el estatus económico masculino a la hora de buscar pareja, tal como ocurrió con sus tatarabuelas? Un reciente estudio realizado con 2500 personas solteras mostró que el 80 % de las mujeres españolas de 26 a 35 años no saldría con un desempleado, mientras que un 68 % de hombres respondió que no tendrían ningún problema en salir con una desocupada, dando más importancia al amor y al deseo de ambos por estar juntos (Agencia Parship, 2017). Numerosos estudios muestran que, cuando buscan pareja, las mujeres en promedio dan más importancia a la posición económica de los hombres. Por ejemplo, el que realizaron Buss y Angleitner en 37 culturas (1990), y el que realizaron en tres docenas de países Shackelford y colegas en el 2005. Cuando se incrementa el desempleo, también aumentan los divorcios (Amato y Beattie, 2011).
Usar un presente o el denominado “regalo nupcial” para aumentar las chances de tener un intercambio sexual es una práctica común en todo el reino animal. El pájaro correcaminos persigue a la hembra con un bocado que le ofrece a modo de “regalo nupcial”. La araña Pisaura mirabilis macho ofrece insectos, usualmente una mosca envuelta en seda. Sin embargo, a veces entrega regalos inútiles que contienen artículos no comestibles. Cuando la hembra muerde el bocado, se distrae y el macho aprovecha para aparearse. En un contexto experimental se observó que en este último caso la hembra acepta aparearse por menos tiempo, reduciendo las posibilidades de éxito reproductivo del macho (Albo y otros, 2011). Otra araña, la Pisaura mirabilis, también envuelve las ofrendas en seda, y si se encuentra con una hembra receptiva y no tiene ningún regalo para ofrecer, envuelve cualquier cosa que tenga a mano, desde una planta hasta un pedazo reseco de hormiga muerta. La mosca de la fruta es mucho más directa: simplemente regurgita un líquido nutritivo en sus potenciales parejas, lo que vuelve mucho más arduo el engaño.
Los invertebrados tienen una fascinante variedad de regalos de cortejo. Karim Vahed (1998) los estudia en la Universidad de Derby y cree que los grillos son los más fascinantes de todos. Ofrecen a la hembra una sustancia gelatinosa que viene adosada al esperma y, aunque no suele ser muy nutritivo para ella, probándola se distrae mientras el esperma es transferido a su cuerpo. Este tipo de animal suele ofrecer regalos nupciales de bajo valor disimulados con aromas que seducen a la hembra. Producir un regalo de alto valor puede ser muy costoso para los machos, que pierden así nuevas posibilidades de apareamiento. El pájaro Martín Pescador ofrece pequeños peces para seducir a la hembra, pero es impaciente, y si ella no lo acepta rápido, a los diez segundos él mismo se los come. A veces ella pide que le convide parte de su presa, pero a esa altura ya prefiere comérsela solo.
Los zorros rojos salen a buscar alimentos para las crías mientras las hembras permanecen en las guaridas cuidándolas. Cuando el cachorro cumple tres meses, el macho le enseña a buscar comida y a conservarla bajo tierra.
Jill Pruetz, un antropólogo de la Iowa State University, observó que entre los chimpancés, nuestros primos evolutivos, el macho puede ofrecer plantas y carne a una hembra que no pertenece a su grupo, pero ese gesto no precede a una cópula, al menos no de manera inmediata, lo que para algunos investigadores podría implicar que están “jugando a largo plazo” (Bogart y Pruetz, 2011). En el Parque Nacional de Tai, en Costa de Marfil, observaron que si un macho comparte carne con una hembra durante un largo período, incrementa sus chances de aparearse con ella.
El pájaro tejedor africano construye un nido y, si a la hembra le gusta, se aparean. Cuando ella se avecina, él se cuelga del nido patas para arriba y cuando ella ingresa para inspeccionarlo cuidadosamente durante diez minutos, él se aleja y canta en las cercanías. Si a la hembra no le gusta el nido, se va. Si ninguna hembra es seducida de esa manera, el macho destruye el nido. (Collias y Collias, 1970) El ñandú macho también construye el nido para la cría. El pájaro gray shrike, del Negev, junta presas y objetos útiles como plumas y los ofrece en el cortejo. Los machos forman el nido o encuentran un buen lugar para que las hembras pongan sus huevos en algunas especies de pájaros y peces (von Haartman, 1957). También pueden ayudar a alimentar y a proteger a la cría, tal como ocurre entre los lobos y los pájaros monógamos.
En muchas comunidades originarias, entre 30 y 50 % de los hombres mueren compitiendo por el acceso a las hembras. Entre los yanomamis, el hombre que asesinó a otro tiene mayor estatus y más esposas, es decir, más atractivo en el mercado sexual. En Botsuana, donde vive uno de los pueblos más pacíficos de la tierra, los índices de asesinatos son superiores a los de Nueva