Название | Hoy camino con Dios |
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Автор произведения | Carolina Ramos |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Lecturas devocionales |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877982909 |
Podemos extraer varias lecciones de esta historia, y es porque muchas veces pasamos por situaciones parecidas a las de Natanael.
A veces dudamos de la existencia o la naturaleza de Jesús. A veces vemos que las multitudes siguen algunas cosas que a nosotros no terminan de convencernos. A veces necesitamos que alguien nos incentive a tener un encuentro con él.
Es importante que, así como lo hizo Natanael, busquemos a Jesús personalmente. Pero también es importante dejar de lado nuestros prejuicios y conocer a Jesús como realmente es.
Quizá sabemos cosas acerca de él, pero es importante conocerlo a él.
Intenta buscar un lugar tranquilo para orar y meditar. Y ojalá, al encontrarte con él, también pueda decir que ya te conoce.
Aroma a sábado - 27 de febrero
La fosa de las Marianas
“Ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8:39, NVI).
Me encantan los mapas. El que tengo al lado de mi cama tiene bien marcados los relieves con diferentes colores. En su caso, el celeste oscuro marca las zonas más profundas. Y el celeste más oscuro de todos se posa sobre las Islas Marianas, más específicamente en su extremo sur. El abismo de Challenger es el punto más profundo que se ha medido en los océanos.
James Cameron, el renombrado director de cine, descendió en el Deepsea Challenger hasta los 10.898 metros de profundidad. Y así se convirtió en la primera persona que bajó sola al punto más profundo de la tierra.
Pero en realidad, hace más de dos mil años, mi “director de cine” favorito bajó mucho más que eso, también solo y con un desafío. Pero no para batir récords, sino para cambiar todas nuestras historias; las personales, esas que a veces no se escriben en los libros de historia o no aparecen en las noticias. Sin embargo, gracias a él, pueden quedar registradas en el libro más importante: el de la vida.
El hombre ha llegado a la cima del Everest y también a la sima Challenger. Pero Jesús se humilló hasta el polvo y ascendió a los cielos. No hay límites mayores que los que él traspasó por nosotros.
Quizá ves que la gente alrededor festeja los logros humanos y olvida a quien nos dio libertad y volverá a buscarnos. Quizá ves que tus esfuerzos por hacer el bien a veces pasan desapercibidos. Quizá parece que Dios está demasiado lejos como para acercarte a él. Pero no olvides que las profundidades para él son algo relativo.
Ojalá no te concentres tanto en la profundidad del pecado en que estamos inmersos, sino que captes la profundidad de su amor.
Ojalá hoy pases de la sima a la cima. Que esa única letra de diferencia la pueda hacer él. Que lo dejes mostrarte cuán cerca está.
Y es que “ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8:39).
Objetos cotidianos - 28 de febrero
Zanahoria, huevo y café
“Jabes le rogó al Dios de Israel: ‘Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción’. Y Dios le concedió su petición” (1 Crón. 4:10, NVI).
En la Biblia, hay libros que cuentan de forma detallada las historias de algunos personajes, pero hay algunos que apenas reciben mención. Jabes es uno de ellos. Solo hay dos versículos acerca de él.
Jabes recibió un nombre que recordaba continuamente el parto doloroso de su madre. Imaginemos que cada vez que lo llamaban, sonaba algo así: “Dolor, ven aquí”, o “Tú que naciste en dolor, haz esto”. El panorama no parece muy agradable para el personaje de nuestra minihistoria. Pero lo que se nos dice de él es alentador.
La Biblia menciona que Jabes fue más ilustre que sus hermanos y que invocó al Dios de Israel. Su oración fue más bien un anhelo o suspiro expresado en voz alta. Dijo: “¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe!”
Jabes pide exactamente por eso mismo que lo acompañó toda su vida: el dolor. Le pide a la persona correcta. Pide que su mal no sea impedimento para lo que Dios puede hacer con él.
No sabemos más de él, pero con lo que sabemos es suficiente.
Y de Jabes podemos aprender una lección de actitud.
Imaginemos, como dice una ilustración popular, que hay una gran olla con agua hirviendo que representa un mar embravecido con tormentas de la vida. Imaginemos que hay una zanahoria, un huevo y unos granos de café. Los colocamos en el agua hirviendo y, después de un rato, los resultados serán muy diferentes. Ante esa misma “tormenta”, cada uno de ellos habrá reaccionado de forma distinta. La zanahoria se habrá debilitado. El huevo se habrá vuelto más duro. Pero los granos de café… los granos de café se habrán mezclado con el agua y le habrán dado un delicioso sabor. Se habrán adaptado sin por eso perder su identidad, y habrán transformado su entorno.
Jabes, en medio de su tormenta, clamó a Dios. Lee el versículo nuevamente y fíjate cómo termina su historia.
¡Animémonos a orar como él!
Dios pregunta - 1º de marzo
¿Qué tienes en tu mano?
“Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara” (Éxo. 4:2).
Imagino a Jocabed preparando con sumo cuidado la cestita donde colocaría a su hijo. Debió de haber sido muy habilidosa y detallista, porque depositó en el río Nilo su mayor tesoro y tuvo que asegurarse de que estuviese bien protegido. Quizás ese día, al verla pasar caminando presurosamente, la gente haya pensado que en sus manos llevaba una simple cesta, sin saber que adentro se encontraba la liberación de la esclavitud.
Años más tarde, Dios tuvo que enfrentarse a un Moisés que había perdido toda confianza en sí mismo, que temía la reacción del Faraón y que dudaba del éxito de la empresa de liberación divinamente encomendada. En su soberana paciencia, Dios le presentó un par de demostraciones de su vigente poder y lo invitó a experimentar con sus manos lo que lograría por medio de él.
“¿Qué tienes en tu mano?”, le preguntó. Era necesario que tomara conciencia de su posesión más rudimentaria. Quizás antes haya llevado en sus manos las riendas de los caballos más briosos del mayor imperio; y se le haya prometido llevar en ellas el cetro del Imperio Egipcio también. Ahora, en sus manos había alguna oveja desobediente y una humilde vara de pastor, que más tarde usaría en la realización de memorables portentos.
El objeto en sí puede carecer de valor, pero si está dirigido por Dios puede abrir aquel mar Rojo que tan difícil te parece de cruzar (Éxo. 14:16), puede ayudarte a saciar la sed de los que están a tu alrededor (17:5), o acompañarte al interceder por tus seres queridos (17:9).
Elena de White dice: “El hombre obtiene poder y eficiencia cuando acepta las responsabilidades que Dios deposita en él, y cuando con toda su alma busca la manera de capacitarse para cumplirlas bien” (Patriarcas y profetas, p. 260).
¿Qué tienes en tu mano? Recuerda que Dios lo puede usar o transformar para bendición. Así como usó la vara para infundirle confianza a Moisés y luego despertar admiración y asombro en un pueblo pagano, puede usar lo que sea para recordarte su presencia, su poder y su propósito en tu vida.
Usó las manos de Moisés