Название | ARN, The Forbidden Fruit |
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Автор произведения | Frank Pedreno |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412444704 |
–Tiene usted toda la razón, Dr. Erans, toda la razón –repitió la frase, mostrándole una irónica sonrisa al mismo tiempo que negaba con la cabeza. En el aire quedó que se estaba riendo del azote del MIT.
Y no contento con eso, soltó otra de sus perlas.
–Aunque, deberíamos tener en cuenta que en este mismo momento los sapiens ya tenemos bastante avanzada la sexta extinción masiva del planeta y que estamos empleándonos también muy a fondo en la extinción de varias razas de nuestra propia especie, como la de los aborígenes de Australia o los de Sudamérica, sin ir más lejos.
–Lo siento, pero debo insistir, –arremetió Erans– disiento una vez más, no hay evidencias científicas de lo que está mencionado.
Jimmy volvió a sonreírle con ironía. «Maldito racista –masculló–, si por ti fuera, en este mismo instante extinguirías a todos los que no son como tú, solo te quedarías con los altos de metro ochenta y pico, rubios y de tez blanca marmórea». Trató de controlarse y prosiguió con la ponencia.
–Bien, independientemente de si los sapiens extinguieron o no al resto de especies Homo, lo interesante es que se quedaron solos porque «algo» les pasó. Ese «algo» les hizo evolucionar hace 70.000 años y les permitió adquirir la posición de supremacía en el árbol filogenético de todas las especies del planeta. Ese «algo», parece que fue la adquisición de un elevado grado de complejidad en el lenguaje, lo que les permitió entrar en el nivel del leguaje verbal y, sobre todo, en el del lenguaje simbólico. Esto, unido a la gran capacidad de aprender que tenían todas las especies Homo, incluida la nuestra, obviamente, les permitió pasar al siguiente escalón de complejidad evolutiva, el que yo llamo «el nivel de enseñar lo aprendido». A partir de ese «algo», –ya era la cuarta vez que Jimmy dibujaba las comillas con los dedos en el aire cuando se refería a ese algo– fueron capaces de aprender, pero por primera vez, una especie Homo también fue capaz de enseñar de forma eficiente lo aprendido, y eso, mis queridos colegas, la hizo extremadamente competitiva y, por qué no decirlo, peligrosa, muy peligrosa...
–Interesante lo que está postulando, Dr. Andersen –lo interrumpió la Dra. Damon–, ¿quiere decir que la secuencia «aprender–enseñar lo aprendido», fue el motor que nos hizo ser lo que somos?
–En parte sí, pero la secuencia no solo fue «aprender–enseñar lo aprendido». Esta secuencia ya la tenían también las otras especies Homo, lo que nosotros tuvimos se completó con lo que llamo «refutar por terceros». Solo de esta forma, los sapiens de aquel momento sabían que lo aprendido realmente funcionaba o, por el contrario, que no era útil. Este fue el primer paso hacia la innovación, que, en mi opinión, sí que fue lo que nos hizo ser lo que somos. Y solo entonces, cuando la eficacia de ese nuevo conocimiento era confirmada por otros, se incorporaba al acervo del grupo como algo nuevo para ser utilizado por todos sus miembros –contestó a su amiga, diligente.
–Pero si no me equivoco, eso parece ser una forma arcaica del método científico, ¿no lo cree así, Dr. Andersen?
–Sin duda, así lo creo, Ina –Jimmy sonreía, empezaba a sentirse cómodo y la llamó por el nombre que siempre utilizaba en la intimidad. –La adquisición de un lenguaje más sofisticado, junto con un elevado simbolismo, les permitió desarrollar un método científico arcaico, basado en un rudimentario proceso de observación y experimentación, seguido de aprendizaje y posterior enseñanza de lo aprendido a otros miembros del grupo, lo que permitió que estos refutaran, o no, el nuevo conocimiento. Pero en este caso la refutación por terceros fue muy precaria pues estaba limitada solo a ese colectivo. Obviamente, esta limitación hizo que existieran notables diferencias tecnológicas entre los diferentes grupos. Por esta razón los sapiens estaban siempre viajando en busca de nuevas herramientas y tecnologías, interaccionando pacífica o agresivamente con otros grupos e incorporando a su comunidad todo aquello que supusiese un avance tecnológico. Es lo que yo llamó la era de «la búsqueda de la innovación».
–Interesante idea, ¿pero tiene usted alguna evidencia científica con la que apoyar esta sorprendente hipótesis?
–intervino Erans.
–De momento no, solo es una hipótesis de trabajo, pero ya me conoce, Dr. Erans, no cejaré hasta que el experimental me permita demostrarla.
–Ah, solo es una hipótesis. –Erans zanjó en seco la discusión.
Las risas del auditorio empezaron a aflorar tímidamente, lo suficiente para que Jimmy fuese consciente de que la batalla había empezado, y eso que solo estaba en los entrantes de la inmensa bacanal que había preparado para sus compañeros.
–Sí, Dr. Erans, es solo una hipótesis –le volvió a dirigir una sonrisa, diciendo por dentro: «asqueroso supremacista, ¿por qué no desaparecerás de una puñetera vez?»
»Bien, creo que todos estarán de acuerdo conmigo en que, independientemente de si se trató o no de un exterminio de especies por parte del Homo sapiens, y si ese «algo» fue la causa, o no, de la aparición de un lenguaje más sofisticado, repito, en lo que estarán de acuerdo conmigo es en que en el Homo sapiens de hace 70.000 años aparecieron una, o varias, mutaciones en el ADN de sus genes que le permitieron evolucionar y por tanto desmarcarse de sus parientes más cercanos.
»¿Está de acuerdo con esta afirmación, Dr. Erans? –le preguntó Jimmy con sarcasmo, a lo que este y los demás prestigiosos profesores de la primera fila asintieron moviendo apenas la cabeza.
»Pero todos sabemos que las mutaciones del ADN de los genes no generan especies nuevas por sí mismas, sino que incrementan la diversidad de una población, dando lugar a un conjunto de individuos con genes diferentes, sobre los cuales puede actuar la selección natural. Sin embargo, desde que Darwin formuló estos postulados, hemos aprendido que la selección natural no premia los cambios genéticos como tales, sino que tiende a conservar los genes que funcionan bien, por lo tanto, es evidente que la selección actuó conservando la mutación o mutaciones que tuvo el Homo sapiens de hace 70.000 años, ¿seguimos estando de acuerdo todos? –Sin apenas darles margen, Jimmy se dispuso a continuar con su ataque.
–Salvo por un matiz… –interrumpió el joven Dr. Milan, la mano derecha del azote del MIT.
Jimmy detectó el peligro, la intervención de Milan significaba que la batalla había empezado de verdad. Auténtico conocedor de cómo funcionaba una jauría, sabía que cuando el macho alfa –en este caso, el azote del MIT– dejaba paso a que un joven macho atacase, era la señal para que todos los demás se envalentonasen y diesen un paso al frente, la presa empezaba a estar lista para ser devorada.
–Espero ansioso ese matiz, Dr. Milan –replicó Jimmy.
–Su planteamiento es correcto, pero desde mi humilde punto de vista, hay un aspecto que chirría un poco. Me explicaré, una mutación o mutaciones tan relevantes como de la que estamos hablando, ¿tuvo lugar en tan poco tiempo? Lo que nos hizo dar el salto evolutivo, lo que nos permitió alcanzar la cima del árbol filogenético de la evolución, ¿solo necesitó unas pocas decenas de miles de años? ¿cómo lo explica, Dr. Andersen? Algo no cuadra, como le digo, ¿no será que su argumento está equivocado y que todo empezó muchísimo antes?, es decir, si asumimos que los Homo sapiens aparecieron hace más de 150.000 años, ¿no será que la mutación o mutaciones de las que usted habla empezaron a ejercer sus efectos desde ese instante? ¿Por qué concentrar todo lo que pasó en el punto temporal de 70.000 años? No creo que, de pronto, apareciera una mutación de este enorme calado y que, de la noche a la mañana, nos convirtiéramos en la especie dominante del planeta. Creo, sinceramente, que la evolución tiene lugar siempre de una forma continua, no puntual, como usted está proponiendo.
–Brillante disertación, Dr. Milan, brillante –replicó Jimmy–, pero ni por un instante he querido insinuar que ese «algo» ocurriese en unas miserables decenas de miles de años. Lo que he dicho, y lo repito, es que las evidencias que tenemos, a partir de los estudios fósiles, nos muestran que hace exactamente 70.000 años el Homo sapiens empezó una nueva etapa evolutiva, caracterizada