Argentina: Las canciones de su folklore. Felipe Pinto

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Название Argentina: Las canciones de su folklore
Автор произведения Felipe Pinto
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788417659615



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dieron trabajo también de chico para ayudar el sostén de casa. Hice de ayudante de laboratorio químico, ya que había ido a la Escuela de Artes y Oficios en donde aprendí de química la parte práctica».

      —La infancia de Don Manuel nutrida del encanto de un pueblo con reminiscencias de una postal de la campiña de Inglaterra, estuvo inmersa en las alegrías y los sinsabores de una época que marcó profundamente a la amplia comunidad norteña, incluso con huellas de sangre.

      —«Yo estuve en la llamada revolución de Lamazón, cuando lo mataron al famoso “caudillo” Radical, vivía a tres cuadras de su casa y nos criamos juntos con sus hijos. Era un pibe de apenas quince años y como todos los chicos del poblado, iba a los comité cuando había asados, ya que sabían obsequiarlo. Un señor me había dado “una orden” para que vaya a retirarlo. En ese momento cuando estaba llegando se armó el tiroteo en la calle. Se aproximaba el último tren proveniente de Puerto “Piracuacito” de Corrientes, desde donde La Forestal trasladaba el “tanino” (producto del quebracho) a Buenos Aires. Este momento fue el de la emboscada que le prepararon al “caudillo” y donde en un tiroteo infernal, le dieron muerte. Lo mataron por su política —sigue contando Don Manuel— el defendía al pueblo y a los pobres. Yo tenía quince años, como te dije, y presencié este asesinato, el de Rogelio Lamazón. El era opositor de un candidato que “grandes intereses” ponían como “favorito”, y quería que los trabajadores tuvieran todos los derechos y no solo la alimentación, porque trabajo era lo que sobraba por entonces».

      —Cuenta la historia que los pueblos levantados por La Forestal gozaban de ciertas comodidades, que a ciudades como la nuestra, para tomar un ejemplo, todavía le están llegando. Pero la cosa no era tan pareja y el reparto de los bienes para nada equitativo, ya que acentuaban profundamente las diferencias entre la gente. «Guillermina tenía servicio de cloacas, agua corriente de red y teléfonos, es cierto, pero los que gozaban de toda esa modernidad, en tiempos impensados en el Norte, eran nada más que los empleados de una clase media alta. La población estaba dividida, ya que ellos vivían en casas con todas las comodidades previstas. En tanto los trabajadores comunes se alojaban en el llamado “pueblo nuevo”, separados físicamente y además por los créditos de las libretas. Las distinguidas eran de color negro y las de menor poder adquisitivo, amarillas. La división de los pobres con la clase más beneficiada se notaba notoriamente. Los menos favorecidos gozaban únicamente del agua potable, y aunque la compañía no les dejaba faltar nada, lo que les otorgaba por un lado, se lo sacaban por otro. Ellos tenían tienda, almacén, farmacia, correo, todo —continúan los recuerdos de Miño— de allí como dije primero, se desencadena la muerte del “caudillo” Lamazón, ya que su apoyo a la mayoría de los trabajadores, no le convenía a La Forestal, por eso había que eliminarlo. Ellos violaban las leyes y negaban lo que correspondía por sentido común, a la población entera».

      —Así fue el comienzo de una historia contada tantas veces pero de la que siempre es posible despuntar imágenes desconocidas. Más de setenta años en la búsqueda del «oro colorado», al decir de Don Manuel, que recordó que también venía por el ferrocarril a Esperanza, para la vieja curtiembre que aprovechaba los métodos naturales para el curtido de sus cueros. Guillermina, en el «Chaco santafesino», como Villa Ana, Las Mercedes y otros sitios, obrajes despertados a una ambición extranjera desmesurada y luego librados a su suerte. Desde aquella vez, estos perduran por la buena voluntad de los que empujan el carro de la realidad queriendo ser un nuevo amanecer, y no solamente letra de un argumento que hable de olvido y soledad.

      A VILLA GUILLERMINA

      Chamamé

      Letra: Gregorio Molina

      Música: Ricardo Visconti Vallejo

      Grabado por: Tránsito Cocomarola, Trío Taragüi, Atilio Puchot, Luis Angel Monzón, Conjunto Ivotí, Los Guanaqueros, Dúo Coplanacu, Los Granjeños y Patricio Quirno Costa, Los Trovadores del Norte, Los Tucu Tucu, El Chango Nieto, Julia Elena Dávalos,

      Ramona Galarza, Teresa Parodi, Los Visconti, Hermanas Leiva, Antonio Tarragó Ros, Los Indianos, Chango Nieto, Los Indios Tacunau, Las Voces de Orán, Paloma Valdez, Los Reyes del Chamamé, Raúl Barboza…

      ¿Cómo olvidarte, oh, Villa Guillermina,

      si entre tus calles soñé por vez primera,

      en tus veredas, aroma de azahares,

      que perfumaron mi loca juventud?

      Entre el follaje de tu selva bravía

      forjé ilusiones y trace mil caminos

      tuve la dicha de amores y destinos.

      ¿Cómo olvidarte, Villa Guillermina?

      Yo soy uno de tus hijos,

      que en la distancia siempre recuerda

      y aún escucho en mis oídos

      voces y cantos tan queridos.

      Despertaban las mañanas

      el trinar de pajaritos;

      el arroyo Los Amores

      fue testigo de mi adiós.

      Bailando junto con esa china amada,

      sentí en mi pecho latir una esperanza:

      esos amigos, recuerdos de la infancia

      y esa maestra que bien me aconsejó.

      ¿Cómo olvidarte, oh Villa Guillermina,

      si ese tu cielo es tan azul divino

      y las estrellas aún más fulgurantes

      es manto eterno que cubre mi orfandad?

      Yo soy uno de tus hijos,

      que en la distancia siempre recuerda

      y aún escucho en mis oídos

      voces y cantos tan queridos.

      Despertaban las mañanas

      el trinar de pajaritos;

      el arroyo Los Amores

      fue testigo de mi adiós.

      009. Achalay, mi mama

      La mami, la mamá o la madre forman una parte muy importante en el folklore argentino. Son muchos los poetas que han escrito bien a sus madres o bien a la madre en general. El Chango Rodríguez, Peteco Carabajal, Ernesto Villavicencio, Remberto Narváez, Juan D’Arienzo, José Pedroni, Roberto Ternán, Teresa Parodi, Juan Carlos Dávalos, César Perdiguero, Armando Tejada Gómez y Polo Giménez son algunos que han compuesto diferentes pero a su vez bellísimas letras dedicadas a la mamá y que han enriquecido en gran parte el cancionero tradicional argentino.

      En esta ocasión tanto la música como la letra de esta zamba pertenece a Ángel Linares y fue registrada el 10 de agosto de 1961. Lleva por título «Achalay mi mama», donde «achalay», viene a significar «que lindo», es una expresión de afecto, admiración y agrado por quien es en realidad la gran protagonista de la composición, la madre y donde el prodigio de la vuelta al hogar y el recibimiento maternal llegan al corazón del autor, que parece luchar entre la alegría del reencuentro con su ser querido y la tristeza del tiempo que pasó sin poder disfrutar de ella.

      ACHALAY...MI MAMA

      Zamba

      Letra y Música: Ángel Linares

      Grabado por: Carlos Infante, Los Indios Tacunau, Los Litoreños, Los Visconti, Tomás «Tutu» Campos, Los Troperos de Atuel, Los Cantores de Quilla Huasi, Trio Sanchez, Monges y Ayala, Antonio Tormo, Los 3 Amigos…

      Después de muchos caminos

      rodando la tierra con mi soledad,

      vuelvo y la encuentro a mi madre,

      vestirse de fiesta al verme llegar.

      Siempre