Argentina: Las canciones de su folklore. Felipe Pinto

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Название Argentina: Las canciones de su folklore
Автор произведения Felipe Pinto
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788417659615



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el apelativo de «monteros», es decir aquello que vive o se cría en el monte.

      Otra versión es la del Concejo Deliberante de Monteros, el cual en 1935 declaró que habitantes de la primitiva ciudad de San Miguel de Tucumán fundaron Monteros el día 4 de Octubre de 1685 con la denominación de ciudad del «Santísimo Rosario de los Monteros». Esta peregrina afirmación quedó registrada en el libro de Actas del cuerpo, Año 1936, paginas 5 hasta 8, y de esa tesis quedó hasta hoy una calle 4 de Octubre, en el barrio Monteros Viejo.

      Se presume que la leyenda se gestó en el siglo actual, y es de origen culto. Quizás no sea más que el fruto de la curiosidad histórica de algunos que apelaron a la imaginación en lugar de hacerlo a los archivos. Monteros nació a la conquista española el día que Rojas, bajando de los valles por la Quebrada del Portugués, hizo su entrada al actual departamento. Bajó por la orilla del río Pueblo Viejo sin detenerse mayormente en la zona. De su paso por la zona de Monteros no quedaron fundaciones, pero sí quedó establecida una ruta que luego habrían de seguir otras expediciones en las cuales vinieron muchos de los que formaron parte de ésta primera entrada.

      Se puede afirmar por ello que en el Departamento de Monteros es donde llegó por vez primera la conquista española, dentro de lo que hoy es la provincia. Y en esa misma zona habrían de tener lugar las primeras fundaciones posteriormente llevadas a cabo.

      Y así a Monteros y a su historia compusieron esta bellísima zamba Pedro Favini (quien fuera integrante del colosal grupo Trío San Javier) y el Chango Nieto.

      A MONTEROS

      Zamba

      Letra y Música: Pedro Favini y Chango Nieto

      Grabado por: Mercedes Sosa, Luis salinas, Trío San Javier, Chango Nieto, Los Tucu Tucu, Las Voces del Norte, Sebastián Soria, Grupo Amanecer, Aguablanca…

      A ella que le gusta que todos la nombren

      con una guitarra y un bombo legüero.

      A ella que le gusta que le enciendan coplas

      por eso te nombra mi canto Monteros.

      A ella que me viera de chango mirando

      al ingenio tibio corazón de hierro.

      A ella que las cañas la visten de verde

      por eso te nombra mi canto Monteros.

      Y más dulce que tu guarapo

      son las niñas que hay en tu pueblo

      sé que por tus venas de azúcar despiertas

      toda la alegría mi linda Monteros.

      A ella que el poeta la vio tempranera

      tarareando duendes de vinos pateros

      y dejó tu cielo la rosa galana

      por eso te nombra mi canto Monteros.

      A ella que en noviembre le pide a los grillos

      otra vez el canto del hombre zafrero.

      A ella que le gusta que le enciendan coplas

      por eso te nombra mi canto Monteros.

      007. A qué volver

      Se trata de una zamba muy popular, cuya música compuso el virtuoso de la guitarra, Eduardo Falú, nacido en la localidad salteña de El Galpón y cuya letra escribió la cantautora tucumana Marta Mendicute, evocando sus estancias veraniegas en el Norte.

      El pueblo jujeño de Tilcara está abrazado por dos ríos: el Grande, que recorre la Quebrada de Humahuaca de norte a sur, y el Huasamayo, que vierte sus aguas en el Grande de este a oeste. Ambos cursos están casi completamente secos la mayor parte del año. Los Chalchaleros, que ya habían cambiado en la canción anterior el velo de Angélica por el pelo —cosa poéticamente aceptable— en este caso, cambiaron el final del estribillo primero involuntaria y luego deliberadamente. Decían «para que muera tu ausencia» y así lo hemos cantado muchos. Esto cambiaba el sentido de la canción, porque la ausencia muere con la presencia del ser querido.

      Y lo que la Mendicute quería decir era otra cosa: «Para que duela tu ausencia... ¿a qué volver?». Que conste que todo esto lo ha reconocido el propio fundador del grupo Juan Carlos Saravia, al final de su carrera.

      A QUÉ VOLVER

      Zamba

      Letra: Marta Mendicute

      Música: Eduardo Falú

      Grabado por: Eduardo Falú, Los Chalchaleros, Mercedes Sosa, Julia Elena Dávalos, Los Granjeños, Trío Siboney, Tomás «Tutu» Campos, Alma Salteña…

      La casa ya es otra casa,

      el árbol ya no es aquel.

      Han volteao hasta el recuerdo,

      entonces, ¿a qué volver?

      Mi perro allá arriba inmóvil

      viendo la tarde crecer.

      Y este vacío de ahora,

      entonces, ¿a qué volver?

      Volver, ¿para qué?

      ¿Para sentir otra vez,

      que se desboca tu ausencia,

      dormida en mis venas,

      borrada en mi piel?

      Para que duela tu ausencia,

      entonces, ¿a qué volver?

      Mi puente, mi viejo puente.

      ¿qué río verás correr?

      Si lo han llevado de Tilcara,

      entonces, ¿a qué volver?

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      La magia ya se ha perdido,

      ¿quién la pudiera encender?

      Ni la tierra ya es de tierra,

      entonces, ¿a qué volver?

      Volver, ¿para qué?

      ¿Para sentir otra vez,

      que se desboca tu ausencia,

      dormida en mis venas,

      borrada en mi piel?

      Para que duela tu ausencia,

      entonces, ¿a qué volver?

      008. A Villa Guillermina

      La frase tan conocida del viejo «chamamé», trae remembranzas de un tiempo que parece ir perdiéndose lentamente. El pueblito más conocido del Norte santafesino que resplandeciera con La Forestal, aquella compañía inglesa que luego explotara hasta su muerte, los quebrachales y la esperanza de mucha gente, languidece allí a la espera de otro despertar, para seguir existiendo.

      —¿Sabe porqué le pusieron su nombre don Miño?

      ¿Sabés porqué?. Nací mellizo y mi hermano estaba bien, pero yo era el que había salido mal. Ante eso los dichos del médico fueron: «hay que salvar a uno de los dos», y me dejaron a mí esperando lo peor. Por esto estuve en estado de coma durante tres días. Mi padre, ante una reacción que experimenté en la salud, dijo: «vamos a ponerle por nombre Manuel del Jesús, y aquí estoy —comenzó su relato Don Miño…

      —Eramos nueve hermanos entre los que peleamos a la vida para ganarnos el par de “alpargatas” en la calle, para ayudar a nuestro hogar, por lo que hicimos de todo. Villa Guillermina, donde nací, era