Argentina: Las canciones de su folklore. Felipe Pinto

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Название Argentina: Las canciones de su folklore
Автор произведения Felipe Pinto
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788417659615



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al tono o sombreros de safari o botas de explorador. Sus recorridos por las arterias del centro cordobés son los que le comenzaron a dar fama ya que cada vez que se cruzaba con una mujer, Bertapelle, mientras se quitaba su galera, no perdía ocasión de propinarle elegantes, exuberantes e ingeniosos piropos. Esta costumbre, el caballero, la repetía inexorablemente cualquiera fuese la edad o aspecto de la dama en cuestión.

      «Nada mejor puede suceder en esta esquina: la lluvia y usted»

      Le susurraba a la niña en 9 de Julio y Rivera Indarte. También podía escucharse en la esquina de San Martín y 25 de Mayo:

      «En el mar de las veredas con ojos como los suyos, ¿quién podría salvarme?»

      o

      «Adiós rueda de auxilio para un corazón en llanta».

      También dicen que con motivo de la llegada del voto femenino, en 1952, no se perdió de decir a una mujer que pasaba por allí ocasionalmente:

       «Adiós, hermosa legisladora del mañana…».

      La respuesta en todos los casos era una sonrisa de la dama galanteada. Luego de algún tiempo, y después de varios cambios de actividades, Jardín Florido comenzó a trabajar en la inmobiliaria Villalón, sita en la calle 25 de Mayo al 200, y próxima al Hotel Victoria. Allí hace muy buenos negocios, cuyos beneficios le permiten cumplir su sueño de adquirir un automóvil Packard similar al que usara el cantor Carlos Gardel. A éste coche es que le agrega sendos floreros en los costados, a los que nunca dejaba de mantener en forma.

      Lamentablemente, hacia mediados de los ‘50 protagoniza un accidente producto de su particular afición, ya que mientras pasaba con su Packard por la esquina de Urquiza y Jerónimo Luis de Cabrera, quiso saludar quitándose la galera y arrojándole una flor a una mujer que acertó a pasar por allí, motivo por el cual quitó las manos del volante, ocasionando que el vehículo perdiera el control y lastimara a tres jóvenes. De esta forma perdió el automóvil y su pequeña fortuna para poder cubrir las indemnizaciones correspondientes.

      Luego de esto siempre se movilizó en tranvía, a los que solía ascender en plena carrera, costumbre que conservó hasta sus últimos años. Aseguran que no mucho antes de morir deslizó:

      «Pasarán los días y no me encontrarán, nada más…».

      Finalmente, abandonó para siempre su querida Córdoba una fría mañana de julio de 1963 cuando tendría 88 años.

      Posteriormente, el famoso conjunto folclórico cordobés «LOS DEL SUQUIA» inmortalizarían el vals criollo «A JARDIN FLORIDO», obra de Raúl Montachinique, y que lo pinta en su más galante expresión.

      Actualmente tres sitios recuerdan al entrañable personaje en la ciudad de Córdoba: Una placa de cerámica en la calle San Martín, otra en Antonio del Viso 738 (donde vivió junto con su compañera, Eduvije Guevara), y una mayólica en «su» esquina de 9 de Julio y Rivera Indarte, obra de Nélida Varaldi con versos de Noemí Pedernera.

      A JARDÍN FLORIDO (CABALLERO DE LEY)

      Vals

      Letra y música: Raúl F. Montachini

      Grabado por: Pablo Lozano, Los del Suquía, Los Sauzales…

      Calle 9 de julio esquina Rivera Indarte,

      corazón elegante de mi docta ciudad,

      donde late la vida al compás de los gritos

      de un lustrín y los versos de un cieguito cantor.

      Con su paso altanero se acerca un viejecito

      que guarda veinte abriles dentro del corazón.

      ¿Quién no lo conoce? Ahí va Jardín Florido,

      en el ojal prendido su infaltable clavel.

      El piropo elegante que el caballero brinda

      a la cordobesita que acaba de pasar,

      la niña se da vuelta y esboza una sonrisa

      que es como una caricia para el galán de ley.

      Pasaron muchos años y el centro de la docta

      lo vió todos los días sus calles caminar

      y se fue marchitando el clavel en su pecho,

      a la Dama de Negro no pudo galantear.

      Galantería fina, piropos respetuosos,

      quedaron en el aire del centro cordobés

      y un clavelito blanco se fue rumbo al olvido,

      murió Jardín Florido, caballero de ley.

      004. A los Chalchas

      En 1948 tres guitarristas llamados Juan Carlos Saravia, su primo Aldo Saravia, Carlos Franco Sosa y el bombisto Víctor Zambrano formaron el que sería el grupo más famoso de la música sudamericana de todos los tiempos:«LOS CHALCHALEROS». Por él pasaron también el «Chango» Saravia Toledo, Ricardo Federico Dávalos, el malogrado Ernesto Cabeza, el bombisto Polo Román, Pancho Figueroa y Facundo Saravia. El primero y los tres últimos fueron los últimos componentes del grupo conocido popularmente como Los Chalchas. Los dos Saravias, el fundador del grupo, Juan Carlos, y su último componente, su hijo Facundo, se encargaron de dedicar este bello tema a todos y cada uno de los diez chalchaleros que integraron alguna vez este grupo, que ha sentado cátedra en la historia del folklore argentino.

      A LOS CHALCHAS

      Zamba

      Letra: Juan Carlos Saravia

      Música: Facundo Saravia

      Grabado por: Los Chalchaleros

      Canto que nace en mi Salta

      con changos amigos en el Nacional.

      Cocho y Pelusa en un dúo,

      Aldo conmigo en la Vieja Rural.

      Fuimos formando, fuimos creando

      un canto del corazón.

      Los Chalchaleros nacimos,

      con un tarareo, murmullo y silbar.

      Aldo Saravia nos deja

      y el Chango que trae musicalidad.

      Se fue Pelusa, ingresa Dicky

      para empezar a volar.

      Silencio tan musical

      creado con timidez.

      Fue su guitarra, que encendió el alma

      y su nochera nos dio.

      Y en ella te buscará,

      Ernesto Cabeza, algún diapasón.

      Pasan los años cantando,

      nos deja Zambrano cansado de andar

      y viene un cafayateño golpeando su bombo:

      es Polo Román.

      Para los Chalchas, que desde lejos

      vibran con este cantar.

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      Como la tierra chaqueña,

      arisca y gredosa, también musical,

      sube a la rama del ceibo:

      es Pancho que llega desde el Litoral.

      Trae los acordes donde se esconde

      un