Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña

Читать онлайн.
Название Escorado Infinito
Автор произведения Horacio Vázquez Fariña
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418337086



Скачать книгу

los cuatro primeros puestos.

      -Entiendo.

      -Gracias por entenderlo Gie, pero es importante aclarar que no me refiero a una promoción “o algo parecido”.

      ¿Si no se refería a eso, a qué entonces?

      -Gie, me refiero a un ranking, muy peculiar. Al de nuestro ya superpoblado planeta.

      Comenzaba fuerte el hombre: copaban los cuatro primeros…, de una selección mundial. Más fuerte imposible. Dart y él eran nativos del lugar en que se encontraban. El proyecto de la máquina del tiempo era suyo, y por tanto se le había concedido desarrollarlo donde más me gustase ¿Dónde mejor que en donde vive uno? Bien, entonces, Yert, ¿era malvado? Tenía sus dudas ¿Codicioso? Nooo. Para nada ¿Gordo...? Un poquito. Esto último hizo que estallara en una carcajada riéndose su propio chiste.

      -Sí, podía ser muchas cosas, ¡pero no era un zoquete!

      Claro que no, sabía muy bien el terreno que pisaba. Cuidado con la idea que pudieran haberse formado de él. Sin el concurso de su brillantez muchos de sus trabajos, y de los otros tres, simplemente no habrían fructificado, o por lo menos se hubieran retrasado a saber cuánto. Él era como una maravillosa enzima catalizadora de las ideas ajenas, y sobre todo, un gran planteador de interesantes hipótesis. En ocasiones, cuando alguno de ellos se “atascaba” solía emerger del mar de la confusión mágicamente con su curiosa intuición al rescate, para hacerles ver precisamente la luz que ya les estaba iluminando. Simplemente les hacía tener fe en ellos mismos ¡Oh, muy bien, oh, magnífico!, pero, a ver, “¿todos estos años siendo los primeros?” -enfatizó Sarie, muy dispuesta a no perder el hilo, y la lógica, de la interesante historia.

      -Querida Sarie, te gusta saber, ¿verdad? Todos estos... Siglos. No, no digáis nada, dejadme continuar. Todos estos siglos en nuest... sus manos, en realidad ¿Qué podía hacer una civilización que era transbordada continuamente para ser, digamos, “reprocesada” en Naves según las “necesidades”?

      Cuántas cosas desconocían y cuántas creía saber. Quien salía de Ría, ya no regresaba. O los dirigían hacia otros sistemas planetarios o permanecían como nómadas errantes de nave en nave de por vida.

      -Como sabéis, hay naves de transporte decenas de veces más grandes que Ría y son un mundo en sí, obra y gracia de nuestros conocimientos sobre la conversión masa-energía en un plasma dotado de características increíbles.

      Que se olvidaran de lo que consideraban como normal. Ría sólo era el primer planeta vivero de tantos; un primer eslabón en una cadena de montaje. El primer filtro para sus exportables ciudadanos.

      -Todo esto lo sé porque me lo han ido contando vuestro padre y Yert. Y, sí: el mismísimo Dart en persona. Pero sobre todo también por los cek de memoria que me ha pasado en tantísimas ocasiones para acoplar al implante que llevo sobre mi cabeza... mi buen, mi fiel amigo... Coi. Vuestro padre. Es lo bueno que tiene tener amigos de verdad; quieren saber de ti, y no es necesario que tú vayas a ellos, ellos vienen a ti. Se interesan por lo que haces, indagan en tus proyectos, te preguntan qué motivos y qué clase de emociones te han llevado a crear tal o cual nueva invención, con tanto ánimo de curiosidad como de verdadero aprecio. Antes que científicos éramos amigos. Vuestro padre… Me sentí tan acompañado cuando... Ya sabéis. La soledad del corredor de fondo. Y él estaba ahí, siempre; para apoyarme, estimularme. Simplemente, ¡¡¡estar!!!

      ¿Qué le ocurría a Teip? Menudo final de frase. Su semblante había tornado a inexpresivo, sus ojos miraban en perdido. Sus manos eran dos puños.

      -Aprecio mucho a vuestro padre porque no me falló en aquellos días que no tenía ni un milímetro de margen de error. Y en ello ganó saber de mí y de mi proyecto mucho más que los otros dos. Un hombre no necesita entender lo que le dicen, sino ver lo que le hacen. En realidad, ellos, Yert y Dart, estaban más preocupados por un experimento que consistía en bloquear y redirigir sistemas de comunicación a distancia mediante el empleo de una tecnología revolucionaría de plasma-energía que otra cosa. Sí, Dart estaba muy centrado en todo lo suyo, pero conmigo… Bien, sus trabajos eran una maravilla ¡¡Eso sí que no lo puedo cuestionar!! ¡Pero...!

      Teip pareció de repente comprender que se le estaban escapando las palabras directamente de las entrañas, y cesó la confesión. Se descubrió así mismo lleno de resentimiento y dirigió la mirada hacia el suelo sin más que comentar. Imposible no percibir claramente aquella cuasidisertación como un desahogo ¿Cuánta rabia permanecía oculta en aquellas manifestaciones de despecho? Sarie prefirió remontar aquel discurso pintado en feo sinsabor, tenía la receta apropiada en forma de petición ¿Sería mucho pedir hacer un alto en el camino y que les explicara cómo había acontecido el experimento? Ahora que lo pensaba, no podía creer que su padre no le hubiese comentado nunca detalles acerca de ello ¿Por qué sería? Y eso de “siglos” relacionado con papá, y ellos mismos, se lo tenía que explicar detenidamente. Sarie, primero rogando y después exigiendo.

      -Te puede la curiosidad, ¿eh? No hay problema, de todos modos lo iba a hacer a continuación ¿Cómo piensas querida que se puede conseguir eso?

      ¿Cómo podía saberlo? Su especialidad era la construcción de Naves, concretamente la rama de transformación de plasmas masa-energía-masa y sobre todo de su aplicación como protección. No podía dar una respuesta muy apropiada. Su padre y ella nunca habían llegado a intercambiar más información de sus respectivos trabajos que triviales comentarios, y eso porque cada uno tenía sus miras propias. Pero se imaginaba que tendría que ver con la domesticación de la partícula Q.

      -Si hubiéramos contado contigo en aquellos tiempos, la máquina sería una realidad mucho antes. Bien, esta partícula, la más elemental que se haya descubierto, posee una triple propiedad como sabéis: materia-energía, espacial y temporal. De acuerdo, pues pudimos comprobar que esta partícula se sincroniza constantemente con una frecuencia infinitesimal en un intercambio energético con “¡la nada!”, es decir: desaparece y vuelve a aparecer una vez en el pasado y otra en el futuro.

      Era como si retrocediera y avanzara hacia sí misma en un vaivén ultramegamaxipluscuántico. Hasta el momento no había sido posible aislar aquella frecuencia pero por descarte de probabilidades en los efectos estadísticos que producían en entornos liberados de otras fuentes de energía habían deducido que había una alta probabilidad de su existencia.

      -Nosotros tampoco lo conseguimos, demasiado ínfima, casi despreciable; tendiendo al cero con desesperación. Pero sí otra cosa: amplificar sus efectos. Sí, así es, sus efectos. Nuestro sistema consistía primero -como ya comenté- en filtrar el resto de frecuencias; cosa fácil teniendo en cuenta que a su lado la más tenue tomaba proporciones comparativas infinitas. Una vez limpiado el espectro estadístico del resto de cualquier interferencia de probabilidad referenciada a niveles de longitud de onda conocida en fase t, ideamos una especie de magnificador de probabilidad de onda que una y otra vez tuvimos que recomponer y mejorar. Después de cientos de intentos logramos obtener los primeros frutos verdaderamente alentadores. Recuerdo el feliz experimento. Usamos como cebo un microrruptor, del tamaño de 10 elevado a menos 9 tis, en fase k. Cuando comprobamos tras la irradiación en la pantalla del Kat que su t-cuanto estado, por deducción estadística, había cambiado más de 6 mil trillones de veces de fase -al menos-, comprendimos que habíamos conseguido plenamente nuestro objetivo. Lógicamente, el siguiente y obvio paso era obtener la más alta amplificación estadística posible. Pero ocurría una cosa: por mucho que lo intentásemos, se conseguía siempre un mismo resultado, el acoplamiento del espacio-tiempo a un espacio-tiempo determinado. Siempre el mismo. El cambio temporal se producía o no, pero si se producía conducía siempre al mismo pasado.

      “¿Y el futuro?” -preguntó Ist, un tanto ansioso-. El futuro consistía en volver, así de sencillo. Se conseguía retornar del pasado forzado al presente que se había abandonado, o lo que era lo mismo, dirigirse hacia un futuro conocido. Pero, a lo que iban; lo extraordinario era que había una impronta fijada en el recorrido temporal. Estaba asociado a un vector que no terminaban muy bien de entender. Habían transcurrido meses sin muchos avances hasta que un día por casualidad se le ocurrió sustituir el sustrato que se posaba sobre el