Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña

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Название Escorado Infinito
Автор произведения Horacio Vázquez Fariña
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418337086



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intimidad del Tiempo” –comentó con aire de resignación-, pero en cambio la habían trasladado a sus cerebros. Sólo estaba seguro de una cosa: que se daba esa paradoja, y y con eso era suficiente. Pues bien venida “paradoja”. Consideraba asimismo que el Universo estaba alineado aquel día en conjunción de todos sus astros para que lo consiguieran como fuera. Había sido mágico. Sólo podía describirse así. Aquel día se abrazaron durante lo menos cinco minutos, gritando como locos y medio confusos. Lo habían logrado.

      -Éramos jóvenes. Coi todavía no te había tenido, Sarie; eso fue al año. Normal, pasábamos toda la jornada entre prerruptores de haz y disblocadores de masa-energía. Así nos iba con las mujeres. Como que Dart llegó a casarse, sí, ¡pero en vuestro futuro, y mucho más adelante, con respecto al mismo! Aunque cierto que en varias ocasiones, para compensar. Coi, por una bendita casualidad... Y yo, en parte debido a mi enorme timidez, me he quedado para vestir santos, jajajá. Menos mal que tengo a mi maravillosa Eti. No podéis ni imaginaros cómo me cuida ¿Qué haría yo sin ella? No penséis mal, eh, jajajá.... Yert... Yert es otra historia.

      Aún quedaban cosas por contar: no les costó mucho descubrir como invertir el proceso. En realidad, sólo se podía conseguir eso, deshacer lo hecho, regresar al mismísimo punto de partida. Con el tiempo aprendieron más cosas. Por ejemplo, que el objeto que funciona como trazador –el que se deposita en la bandejita redondeada– siempre había de ser orgánico y... Sarie lo interrumpió para hacerle un reproche: eso no tenía sentido, él había dicho...

      -Sí querida Sarie, no perdonas una, eh... Yo había dicho que había dejado las llaves...

      Muy bien, pero a ella le informaba el micro cerebro que las llaves, eran de metal más que normalmente ¿No era cierto? O sea, inorgánicas a rabiar. Teip no lo discutía, pero, ¿no contaba el llavero de cuero? A callarse. Era una explicación suficientemente buena para no hacerse redundante innecesariamente. O no. Algo fallaba, porque... sin el implante ¿no estarían condenados a repetir el acontecimiento experimentado en un bucle infinito? Por suerte no funcionaba así. El destino se sorteaba continuamente a sí mismo. El tiempo era como un ser vivo. Dudaba mucho que tras tantas pruebas efectuadas, a pesar que no utilizaban ese tipo de sustrato, no se les hubiese colado algo orgánico en el platito en algún momento, pero lo importante era que con una lotería que se acertase, llegaba.

      Respecto a lo de las llaves, entendía perfectamente que eso no podía saberlo, porque entre otras cosas seguramente ella desconocía que un llavero se complementaba de ese modo. Lo que sí sabía era que ¡con ella uno tenía que hilar muy fino! Su risa se hizo contagiosa, y hasta la intrépida interpeladora incansable soltó una buena e insólita carcajada. Ist la contemplaba con cierto asombro. Hasta tenía sentido del humor. No, no era normal. Pero lo fuera o no, y aunque lo sintiese en el alma por interrumpir los jajajás, a él también le gustaría mucho plantearle un misterio que resolver y que no dudaba que estaba en sus manos desvelarles ¿Cómo era que su pueblo había adoptado su nombre gracias a ese papel? “Mírame, Ist, ¿qué ves?” -le respondió con una voz extremadamente amigable-. Pues veía... a una persona ¿Qué era lo que quería dar a entender? ¿No sería un morpho? No, pero casi lo sentía. Era simplemente una persona de carne y hueso. Aunque si fuera como Eti, no se distinguiría en nada en cuerpo y mente. Eti, Eti y Eti ¡Estaba tan complacida de escucharlo! Se le notaba y no se gastaba un ápice en disimularlo. Daba la impresión que era realmente dichosa en su presencia. Una felicidad innegablemente humana.

      -Bueno, ¿en que año crees que te encuentras?

      Entendía perfectamente que todo en el nuevo mundo era muy distinto a lo que sus ojos estaban acostumbrados a ver, pero a pesar de todo, había algo que debería llamarles mucho la atención: las personas eran idénticas a ellos. Ningún rasgo morfológico diferenciado. Sí, Teip entendía perfectamente la expresión de frustrante ignorancia pintada en sus caras: no saber, nada, es siempre muy cabreante. Ist era el abanderado. Lo único que podía corroborar era que había confiado en Coi. Eso era todo. Sí, la put... la confianza les había llevado hasta allí. Incluía a los otros dos. Y aquellos bellos ojos. Y el resto, que también era muy bello, claro. Pero se lo tenía que callar. “Veréis...” La cosa comenzaba cuando en digamos, “determinado momento” se había producido un éxodo desde el planeta en que se encontraban hacia el espacio exterior. Desde el momento en que la Humanidad había abandonado el planeta origen, habían transcurrido más de... nueve siglos. Concretamente, el año era el 2008, es decir, cerca de un siglo antes de que comenzara el éxodo hacia el espacio exterior. Un anuncio para enmarcar. Lo que escuchaban era algo increíble. Hasta Gíe había abandonado su papel de indiferente meritorio para reencontrarse con la ilusión del conocimiento.

      -El papel, lo había escrito yo. La misma persona que diseñó el armazón para aprovechar y distribuir energía para todo planeta y que, como era costumbre por entonces, había dejado su arconcito -pulcra y concienzudamente sellado- con algún recuerdo para las generaciones futuras, entre los cuales, en un principio, además se incluía, un poema mío, para cuando si por un casual se hubiera construido dicho armazón se incluyera en el mismo. Lo hice de madrugada, acompañado de Eti. Un acto íntimo. No buscaba la publicidad.

      Sarie no entendía eso del “en un principio” ¿Cómo había que interpretarlo?

      -En el último momento me arrepentí y tras arrancarlo bruscamente sólo quedó de él un trocito prendido, justo en el que aparecían dichas letras. El resto eran láminas de plástico con todo tipo de información en letra e imágenes, con el fin de prolongar su integridad el máximo de tiempo posible. Bueno, eso no lo sabía la primera vez; pero este es un recuerdo, digamos, redundante.

      Vaya, vaya, menudo cuentecito. Si hasta parecía cierto. Y debía serlo, porque o era un extraordinario cuentista o la emoción con la que contaba aquella historia sólo podía venirle de las mismísimas entrañas. Oír como narraba, era verlo, era sentirlo. Mas detalles: había depositado la urna en una cavidad en el suelo diseñada para lo que aquello representaba, una inauguración secreta; un poco romántica, reconocía. Se trataba del lugar “cero”, ese en el paseo marítimo exactamente donde habían pisado por primera vez sus pies cuando habían llegado. Un punto de partida y encuentro, rellenado y sellado con plasma energía-materia.

      -Eso que os comento, ha ocurrido para mí y Eti, hace más o menos, unos diez minutos antes de vuestra llegada a la Tierra. Ya veis lo reciente de ese acontecimiento.

      O seam hacía bien poco. Qué curiosa sensación les recorría la piel, como la de estar siendo incrustados bruscamente en un contexto mágico. Tras repasar sus desorientadas miradas prosiguió la explicación.

      -Cuando se hizo realidad el cinturón, alguien recordó que en un contenedor especial había una cajita con algo en su interior para tal fin. Bueno, yo había dejado mis pistas. Lo importante es que me cumplieron el deseo cuando yo ya había fallecido hacía bastantes bastantes años -no digáis nada, es así y ya lo entenderéis-, y lo introdujeron en la parte más intima del armazón, el nivel más profundo.

      Aquel armazón no era un armazón cualquiera: por primera vez se había utilizado el plasma materia-energía-materia que Dart había obtenido a partir de las bases teóricas y que Coi había establecido en el presente “actual”, hacía un par de décadas. Bueno, él había colaborado, sí, pero había sido Dart sin duda el que había desarrollado la teoría, en varios laboratorios subterráneos que se encontraban ubicados bajo...

      -Esta ciudad.

      Eti remachó con inmenso orgullo sin cortapisas. Sí, Dart había conseguido ni más ni menos que sacar el máximo provecho de la teoría al obtener físicamente el fluido energético estabilizado y manipulable. Algo increíble, sí, pero, una aclaración, una muy importante: había sido gracias a que Teip había formulado previamente la teoría.

      -Y por lo cual recibió el primero de sus cuatro premios Nobel -compartido con Dart, Coi y Yert- aunque, la verdad, sólo se dio a conocer algunos aspectos menores de la misma, y por supuesto, nada de la materialización conseguida.

      Eti consolidaba efusivamente la escena, dramatizándolo al máximo.

      -Razones de Seguridad Nacional. En total el grupo había sumado ¡quince