Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña

Читать онлайн.
Название Escorado Infinito
Автор произведения Horacio Vázquez Fariña
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418337086



Скачать книгу

comprensión de la realidad física hasta aquel momento conceptuada como “moderna”. Pero, bueno, eso a nivel de top secret. La ciudadanía sólo conocía aspectos superficiales, y la verdad, el Estado, no mucho más.

      “Gracias por tu atenta explicación querida” –obsequió Teip a su querida Eti, mientras pasaba delicadamente una mano por su mejilla. La morphoide parecía derretirse al contacto de su piel. Terminó la explicación confirmando que aquella especie de multifajín que terminaría circunvalando toda la superficie terrestre como un ovillo, y que sería a prueba de bombas como allí se solía decir, cosas del destino, Dart -quién si no- lo había derivado hacia un sistema de protección mundial del planeta.

      -Él se quedó mucho tiempo después de mi muerte antes de regresar al futuro y continuó y remató el proyecto antes de volver a partir. Yo me moriré... dentro de dos años.

      El que se quedara durante ese dilatado tiempo había sido necesario para poder forjar el proyecto en su presencia, pues tarde o temprano tendría que regresar al futuro y a su retorno al “aquí”, las cosas volverían al mismo pasado. Así que lo había terminado antes de partir. Hábilmente supo rodearse de las personas apropiadas y también contando, cómo no, con sus colaboradores.

      -Aunque las autoridades estaban al tanto, los ciudadanos estaban absolutamente ignorantes de todo lo que sucedía bajo tierra, como ha explicado Eti. En fin, Dart orientaba todo siempre a cosas como estas. Al final se consiguió ambos objetivos ¿Os dije lo persuasivo que puede ser Dart, en tantos regresos desde su mundo?

      Rió. El sí de aprobación, “teóricamente” -ya confundía todos los presentes- se lo había dado hacía un par de meses, y su hoy –su último hoy- lo había enterrado con su vanidad en una cajita.

      Las sucesivas visitas que le había realizado no habían influido en la realidad paralela que él había cerrado. Después de dos años tras su propia muerte, se materializaría una realidad paralela, en la que habría un Dart trabajando en ese proyecto y finalizándolo. Los presentes eran maleables según unas leyes muy extrañas para la mentalidad humana. Le dirían, “lo puedes cambiar”. Y él respondería, “yo no”. Pero Dart…, Dart había comenzado el proyecto al día siguiente de su muerte. Era por entonces cuando comenzaban a reproducirse las primeras disensiones graves a nivel mundial. Los fondos financieros -todos los fondos en realidad- se desviaron entonces a otro proyecto, el de las estaciones-lanzadera; en su propia ciudad. El comienzo de una incipiente industria espacial de construcción de las naves que iba un día a rescatar a la Humanidad de aquel tizón en el que se había de convertir algún día, avivado por la endémica estupidez humana. Eran tantas cosas... No…, él no. Dart… Sí.

      ¿Pero qué estaba diciendo? ¡Él había venido del futuro! No, no cuadraba para nada lo que decía con lo que se suponía debía estar a su alcance. No… Sarie estaba convencida que algo no cuadraba en absoluto. Sobre todo porque si ella había estado sentada sobre su regazo en infinidad de ocasiones y tiempos distintos ¿Él…, ellos tenían siglos de vida, o qué? El desmentido no tardaba en llegar. Nada de eso: él siempre había estado allí. En realidad, tenía la edad que aparentaba –cerca de los sesenta “y poco”- aunque era un poco repetitivo por lo que se veía ¿Otra carcajada? Parecía pasárselo bien.

      -Como mi querida Coruña, el nombre de esta ciudad ¿Sabéis?, cumple 800 años. Mí querida Crunna… El nombre de la primera mujer que vio Hércules tras derrotar al gigante tricéfalo Gerión.

      Anda que sí ¿Les tomaba el pelo? Ist desembuchaba de su nuevo vocabulario palabras acertadas para expresar su desconfianza. Teip devolvió el resto con ironía de la tierra: “no, son cosas de la mitología”, fingiendo que se refería a la leyenda. Rayos con el pitorreo del viejo. No, hombre, él se refería a lo de… Pitorreo, seguro.

      -Ah, claro que sí, siempre he estado aquí.

      Pero, pero, pero... Entonces el resto de grupo... Sarie ya estaba deduciendo por su cuenta todo lo que se podía y debía desprender de aquellas palabras y de ello se infería algo espectacular.

      -¿Sarie?

      -Nuestro padre y los demás han remontado este presente. Su hogar es el último hogar: allí de donde venimos.

      -Yo moriré dentro de un par de años, ya os lo dije. La verdad es que ni Yert, ni Dar, ni Coi tienen la edad que aparentan. Ellos sí han vivido realmente tanto tiempo.

      -¿¡Yo tengo siglos desde mi presente!?

      -Sarie, tú naciste en realidad hace... Diez siglos menos.

      Bueno, yo me quedé aquí, pero ellos siguieron otro camino. Ist reventó. Tampoco a él le encajaba en la mollera tantas cosas ¡Todo era una locura! ¡Necesitaban saber la verdad! “Pues eso era lo que iba a hacer, hombre de Dios” –aclaró el de los misterios.

      -Clonación, queridos, clonación. Los tres: tu padre, Dart y Yert, han muerto y resucitado en infinidad de ocasiones. Es lo que llaman entre ellos eufemísticamente como “anochización”.

      La inevitable cara de sorpresa, también lo era de suma expectación. Nadie dijo nada. Querían saber, saber, saber...

      -Una noche mueren y al día siguiente siguen siendo ellos. No eres tú, pero no sabes, o mejor dicho: no sientes, que no eres tú. Y por eso, tú, Gie, ejem, tú nacieste un par de siglos después que tu hermana.

      -¿Qué? ¿Es broma?

      -Es demasiado complicado explicarlo ahora.

      Iba con la explicación que les estaba dando. La anochización. Al principio el intervalo de tiempo que iba desde nacimiento a la edad adulta era el del proceso normal del desarrollo biológico de una persona: bebé, infancia, juventud, madurez... pero luego este se había ido reduciendo. Desde hacía varios siglos del futuro Teip sabía que se conseguía pasar de una fase a otra en... ¡un día! Por eso ellos en un primer periodo se habían servido de gente de confianza que les ayudaban a sobrellevar la diferencia de edad física. Les llamaban -y creía que seguían haciéndolo, aunque de un modo más “romántico” que práctico- el “Comité”. Sólo era buena gente –ex científicos siempre bien entrados en años- de total y probada confianza. De todos modos, no ejecutaban la anochización los tres a la vez. Se turnaban, de modo que siempre había uno de ellos que tenía la madurez suficiente para supervisar que todo se desarrollara según lo establecido. Eso era así, pero hacía una puntualización: uno no era uno, sino sus recuerdos. Recuerdos, no sufrimiento por los recuerdos. Sólo información. La clonación ocurría también para todo riano en naves cuando era necesario. Sólo los miembros del Comité -y ellos tres lo eran- sabían de esa realidad ¿No recordaban lo que había comentado acerca del reprocesado en naves? Sólo era un eufemismo de clonación y “borrado” posterior de memoria ¿No les extrañaba ser prácticamente idénticos a aquella gente que…? Bueno, no los habían visto, pero...

      -Sí los han visto, querido. Cuando los trasladaba hacia aquí en el coche.

      Entonces, ya sabían, en todas aquellas centurias, lógicamente no habían evolucionado físicamente ni un micrón. Podían confundirse perfectamente entre ellos que nadie observaría nada extraño en sus morfologías. Siempre y cuando mudaran de ropa, claro. Aunque hoy en día, reconocía que ya no sabría que decirles. Igual aun les copiaban. La evolución de los tres había sido precisamente ser las mismas personas. No ocurría así con los pueblos rebeldes, que sí seguían el proceso biológico reproductivo normal. Vida y muerte; punto final. Y tanto, a ellos se les exterminaba aduciendo que eran eso –rebeldes-, cuando la verdadera razón era que no debían “conocer” tantas cosas… No debían contaminar la realidad que Ría padecía.

      Por muchos centenares de miles de millones de rianos que pudieran existir, el sistema había concebido y diseñado sin fisuras, como un increíble reloj de precisión. Todos los rianos era “procesados y reprocesados” en y desde el planeta hacia y desde Naves u otros planeta-custodia encubiertos. Imposible escapar. Por eso los comandantes no decidían el plan defensivo de la nave, sino la nave misma. Al escuchar esto Ist, comprendió que quizá estaba recibiendo indirectamente la explicación a muchas de las preguntas que se había realizado día