Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña

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Название Escorado Infinito
Автор произведения Horacio Vázquez Fariña
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418337086



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silencioso que sufren.

      Que se fijase en su edad –refiriéndose a Ist-. Con toda seguridad todavía no se había relacionado sexualmente con una mujer ¿Se equivocaba? Silencio. Y Sarie que no siguiera sonriendo, que ella lo tenía peor... Más siendo quien era. Gie, qué consuelo que no fuera el único, ¿verdad? Así pues, que levantase la mano quien disintiese de lo que había dicho ¿Ninguno? Se lo imaginaba ¡Qué bien venía para quien le convenía que las naves fueran de tamaño planetario y más! Allí dentro era donde se ejercía un mejor control, y allí, por supuesto, se reproducía el continuo ciclo de manipulación controlado, cuando no exterminio. Y total, tras la aprobación del molde de un nuevo modelo, crear una nave a base de plasma energético era cosa de niños ¿Tamaño? Tanto plasma tanto diámetro. Lo que apeteciera. No sería por falta de materia en el espacio. Y habiendo controlado la fuerza de la gravedad, ya entenderían que todo eran facilidades.

      -Así que somos clones, eh –replicó Sarie.

      Eran algo más… Algo realmente especial. No trataba de convencerla, sino de exponer una realidad. Cuando habían nacido ya existía una tecnología espectacular. Y secreta, por supuesto. Quizá no tan desarrollada como lo sería al cabo de los siglos, pero suficiente ¡Cuántos experimentos ocultos a los ojos del mundo y sus autoridades habían desarrollado desde hacía tanto tiempo! Sí, una tecnología espectacular, y naturalmente también a nivel genético.

      -Tu padre os amaba, os ama, con locura. Yo... No sé si quieres saber... Son cosas a cerca de ti, tan...

      -Cuéntame todo.

      -Pero y ellos...

      -No me importa, sigue.

      -Debido a una rara enfermedad heredada de tu madre, a la edad de trece años te detectaron una futura patología consistente en una degeneración paulatina de todo tu cuerpo que se reproduciría en años posteriores. La muerte, horrible muerte, era segura. Tu padre desesperó, pero no esperó. Recurrió a Dart.

      No podía ser, eso no podía ser, no cuadraba con nada. Ella se veía… Ella… Pero lamentablemente Teip corroboraba que sí podía ser, y de hecho había sido así. Dart, sí, Dart; él había puesto todos sus conocimientos y todos sus recursos -que no eran pocos- en tratar de paliar aquel problema.

      -Pero no me digas que este tipo estaba... Y mi padre...

      Ahora no era el momento para malas vibraciones. Tras reprender a Gie rogó la atención de todos. La determinación con que se manifestó –rogar, acompañándose de un violento puñetazo sobre la mesa- acabó por centrar de nuevo a los tres. Prosiguió. Finalmente, sólo se había encontrado una solución aceptable: sustituir su cuerpo por plasma energía-materia, eventualmente, y luego devolver cada partícula “Q” a su equivalente biológico. Una solución por fases. La habían clonado varias veces antes de llegar a producirse el estado de enfermedad, pero en cada ocasión aprovechada, iba acumulándose en aquel infantil cuerpo nuevas sustituciones orgánicas que le permitían vivir en mejores condiciones. No podía hacerse de otro modo o podría correr peligro su vida.

      -Hasta que un día, tu cuerpo ya era totalmente bioplasmático. Bueno, ya dije que provisionalmente.

      Un proceso parecido al que empleaban en Ría para la formación de paisajes sobre planetas, sólo que en su caso, no era la superficie de su cuerpo, sino todo el, átomo a átomo ¡Qué decía!: ¡partícula “Q” a partícula “Q”! Finalmente, llegó la reversión. Sarie pues, no se distinguía en nada de otro ser humano. No cambiaba ni la inclinación de sus instintos ni el desarrollo de su inteligencia. No la convertía en mejor o peor. Tampoco alteraba la percepción moral que le hubiese tocado en el bombo de la vida. La única diferencia que podía ser considerada consistía en que en algún momento de alguna de sus vidas, en lugar de contener células provenientes del proceso natural conocido, eran células naturales copiadas a través de un proceso físico no biológico, filtrado, y por ende exentas del problema. Para que lo comprendiera: a ella la habían “anochizado” poco antes de cada una de sus muertes naturales, antes que comenzaran los problemas, para volver a ser un... bebé. Así le quería su padre. Coi había estimado que lo más conveniente era borrarte los recuerdos anteriores cada vez que le aplicaran el protocolo. Siempre siguió esa pauta con ella. Luego la pauta se convirtió en costumbre. Por eso sólo recordaba su última vida. En realidad, de esta, sólo aquello que papá había decidido que convenía.

      -Lo mismo para ti, Gie. Si a un hermano, pues entonces al otro también.

      Sarie permanecía conmocionada comprendiendo sin comprender, escuchando impactada lo que parecía imposible de creer. Sí daba crédito era por la persona que se lo contaba. Que Dart interviniese quedaba eclipsado como una anécdota al lado de aquella historia que más parecía un sueño. Gie en cambio rondaba una idea, ¿y él? ¿También había padecido el problema genético ese? Teip se le encaró y lo examinó con rostro circunspecto. Lo suyo quizás… No: sin quizás. Lo suyo había sido mucho más… Lo suyo había sido simplemente… Espectacular. Brutalmente espectacular ¿Quería saberlo, o que guardase silencio? Era su opción. Gie prefirió abrir la puerta a su ignorancia. Y si habían sabido de Sarie, a él tampoco le importaba ya que supiesen de él.

      -Tú eras un androide. Ni siquiera un morpho.

      “¿¡¡¡Quéeeee!!!?” Gie, con todas las venas de su grueso cuello a reventar, estaba más indignado que horrorizado. Pero Sarie estaba más espantada que molesta con aquella revelación. A pesar que era como si le hubiesen matado un hermano, le daba igual aquella historia. En su corazón, él era -siempre sería- su Gie. Con mayúsculas ¡Le daba igual, igual! Pese a todo, aquello era demasiado traumático y se abrazó llorando a él.

      -Eres mi hermano, eres mi hermano, eres mi hermano… Te quiero…

      Gie estaba prácticamente catatónico y no supo reaccionar en un primer momento, pero a los pocos segundos fue capaz de sonreírle. Sólo duró un instante. La mirada en sus ojos volvió a apagarse. Ahora peinaba con sus dedos y con un exquisito mimo los cabellos de Sarie, pero su boca era incapaz de articular palabra. Teip se apresuró a continuar la explicación con el frenesí de alguien que anunciaba la buena ventura.

      -Tranquilos, tranquilos, es una historia... hasta bonita... ¡No!, ¡bonita, no! ¡No...! Preciosa… Escuchadla hasta el final, por favor. Gie, te juro que mudarás esa mueca de la cara por otra bien distinta.

      Se resignó, a aquellas alturas, ¿qué otra cosa podía hacer?

      Sí, efectivamente era lo que era, en un principio. Un androide. Concretamente el androide de juegos de Sarie. Al año del nacimiento de su hermana lo habían dejado en su compañía. Para Coi era el compañero perfecto, pues crecía en maduración afectiva a la par que ella. Su tecnología de mejora autoprogresiva era impresionante. Asumía la presencia de Sarie como si fuera un verdadero ser humano, y ella, increíblemente, le correspondía. Así las cosas y viendo que la comunión entre ambos era absolutamente perfecta, Coi quiso regalarle el verdadero hermano que no tenía, pero el perfecto hermano que estaba acostumbrado a ver en él. Uno de verdad, y que a la par no tuviese que lidiar con la enfermedad que había arrastrado Sarie. Se sabía que cualquier hermano engendrado del modo natural, sufriría aquella enfermedad. Ambos padres se resistían a volver a pasar por todo aquel enorme e ineludible proceso que había llevado a curar a Sarie. Ahí tenía la explicación por la cual, entre ambos hermanos había dos siglos de diferencia.

      -El proceso fue inverso que el de tu hermana.

      No había que darle más vueltas: de plasma a tejido biológico puro.

      -Tejido de Sarie. En resumen… Ambos… ¡¡¡Ambos compartís el mismo genoma!!!

      Incluso más que para el propio Gie, para Sarie representaba el acontecimiento ¡más importante de su vida! Aquello cambiaba totalmente las cosas, y sobre todo, anulaba completamente el concepto inicial de máquina. Ya no era una máquina de ningún modo posible. Ni siquiera tras oír eso era discutible. Ahora era tan humano como cualquier nacido de un vientre de mujer. Ahora había un maldito antes y un bendito después, entre ambas locuras. Pero eso implicaba algo, sumamente curioso.

      -Queridos,