Название | Chiribiquete |
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Автор произведения | Carlos Castaño-Uribe |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789585240032 |
La Tabla 1, que aparece en el capítulo Anexos, enumera los yacimientos pictóricos que se han documentado hasta la fecha. Los nombres han sido puestos a partir de algún rasgo especial de cada mural o abrigo rocoso. En esta relación se indica la fecha de los registros, el tipo de hallazgo realizado, su altura y el número estimado de dibujos. Estos números no son exactos, debido a que hay superposición y camuflaje que dificultan el conteo. De todos modos, los valores son conservadores.
LA GEOLOGÍA SAGRADA. Los abrigos rocosos donde hemos podido documentar registros pictográficos se localizan entre 350 y 650 m.s.n.m. Estos abrigos se asocian geomorfológicamente a un grueso estrato de areniscas de cuarzo duras, mejor representadas en los afloramientos de los tepuyes del sector norte del parque. Se localizan encima de un estrato geológico de características diferentes a su base, compuesta de un material más blando y menos apto para pintar. Curiosamente, a pesar de que existían centenares de lugares para hacer las pinturas en medio de tantas rocas, los indígenas usaron deliberadamente solo algunos. Además, estos lugares tienen una gran superposición de figuras, prueba clara de que la mayor parte de estos sitios han sido reutilizados una y otra vez. A veces, el panel de roca para decorar se sometía a una preparación previa, como aquel encontrado en el Abrigo del Falo del Caimán (2015), donde observamos que el área fue intervenida recientemente, desprendiendo intencionalmente rocas con pinturas, raspando a propósito las figuras que había antes pintadas (seguramente para extraer polvo de pintura o pigmento con fines mágicos), y dibujando bocetos de nuevos diseños con algún tipo de tallo o corteza muy bituminosa, encima de las cuales hicieron dibujos ya terminados con pintura mineral (Castaño-Uribe, 2015). Como en este caso, hemos encontrado que muchas veces las paredes fueron preparadas previamente, mediante técnicas de desconchado o exfoliación artificial, para servir de soporte vertical a las pinturas.
Los abrigos rocosos donde encontramos estas pinturas no son muy profundos con respecto a su visera. A pesar de que algunos están cerca de cuevas y oquedades grandes, aparentemente, los artífices nunca hicieron su obra adentro de espacios cerrados u oscuros. Esto nos lleva a pensar que los espacios exteriores fueron elegidos deliberadamente para la realización de las obras pictóricas. En otros lugares por fuera de Chiribiquete, sí se ha dado la práctica de dibujar en cuevas y grutas. Afortunadamente, todas las pinturas están resguardadas de la lluvia, gracias a las viseras o salientes de pared de roca.
Pese a la existencia de infinidad de cuevas, los murales pictóricos de Chiribiquete se hicieron siempre en abrigos rocosos exteriores. Tal es el caso de este sitio –el Abrigo del Arco–, donde las pinturas, aunque resguardadas, no penetran nunca el umbral de las cavernas, lo cual difiere de muchos otros sitios del continente neotropical. Fotografía: Steve Winter.
Dentro de los grandes escarpes rocosos existe la ubicación de un estrato mucho más compacto y duro que en los niveles inferiores y superiores, que son más blandos y deleznables: el estrato medio entre los 250 y 600 msnm. En muchos sitios se detalla una intervención evidente destinada a generar condiciones de resguardo para los murales, que implicó un trabajo extraordinario de remoción y esculpido con el fin de obtener superficies adecuadas. Sendero peatonal de un panel pictórico en el Parque Nacional Capivara, administrado por la Fundación Museo del Hombre Americano (Brasil). Fotografía: Carlos Castaño-Uribe.
Es evidente que la geomorfología tan particular de la serranía de Chiribiquete, con mesetas o tepuyes de paredes verticales y cimas diversas casi inaccesibles, enclavadas en medio de la selva amazónica, llamó la atención de los primeros artífices del arte rupestre ya desde épocas remotas. Probablemente le otorgaron a este lugar un carácter sagrado por múltiples razones, tal vez debido a su posición geográfica-astronómica, a su extraordinario relieve orográfico y al aspecto cristalino de su superficie, un aspecto de especial importancia para todos los pueblos amazónicos, porque consideran el cuarzo un elemento sagrado, que asocian con el poder seminal del Sol. Hasta el momento, la mayoría de los abrigos rocosos con registros pictóricos ya documentados, son de aspecto monumental de grandes dimensiones: miden alrededor de 100 metros de largo por 10 metros de altura en zonas rocosas muy elevadas, de difícil acceso. Las pinturas se encuentran, por lo general, en las partes altas y medias de las zonas escarpadas, que forman abrigos naturales en el sentido contrario al precipicio. Esta ubicación las ha protegido por milenios de la lluvia y las inclemencias de la luz solar.
Como parte de nuestras investigaciones, hicimos un esfuerzo extraordinario para analizar la composición de los estratos, las características de las rocas, la composición química del sustrato –es decir, la capa que se encuentra debajo de la capa que tiene los dibujos– y las anomalías estructurales donde los nativos hicieron sus diseños. En este proceso, el geólogo Germán Vargas nos acompañó en las expediciones. Sus investigaciones permitieron caracterizar geológicamente los sustratos sobre los que se hicieron las pictografías. El resultado es que los muros y abrigos rocosos están compuestos de cuarcitas cristalinas muy gruesas, cuyos espesores superan los diez o doce metros, y parece que, incluso, algunos abrigos fueron creados manualmente. Además, se aplicaron costras formadas de óxidos de hierro (hematites) y titanio (ilmenita y anatasa) como materiales para las tintas, todo ello obtenido del mismo sitio. Así, identificamos tres aspectos geológicos –que llamaremos indicadores– que tienen que ver directamente con la creación de los dibujos. Primero, una litología propicia para trabajar, que en Chiribiquete se asocia a la presencia de cuarcita; segundo, la mineralogía con presencia de óxidos de titanio y hierro para hacer la materia prima –las tintas– con que se realizaron los dibujos; y tercero, la morfología, es decir las formaciones de tipo abrigo rocoso en zonas de escarpes de difícil acceso, donde creemos ver la intervención humana para su construcción. El primero describe las rocas que presentan condiciones adecuadas para hacer los dibujos por ser materiales impermeables de gran dureza. En tal sentido, observamos que los sitios donde se hicieron dibujos están asociados siempre con un estrato geológico que se encuentra generalmente en la parte media de los escarpes o paredones rocosos. Como ya se ha dicho, estas formaciones geológicas se componen de cuarcitas blancas y grises claras, cristalinas y de grano fino (anfibolitas). Reiteramos también que los niveles geológicos que se encuentran encima y abajo de los muros donde se hicieron los dibujos presentan condiciones y atributos minerales que no son aptos para preparar superficies adecuadas para hacer obras pictóricas, porque son blandos, friables y deleznables, tratándose de areniscas cuarzosas de granos medios y gruesos; es decir, son superficies muy porosas y de baja calificación para realizar en ellas trabajos pictóricos (Vargas, 2017:41). Interesante, pues, que los artífices de estos murales entendieron las limitaciones de esos estratos de roca.
El segundo indicador tiene que ver con la fuente de materiales químicos con los cuales se prepararon los colorantes usados para hacer las tintas o pinturas. Estos colorantes se hicieron extrayendo pigmentos minerales a partir de manchas y costras de óxidos expuestos en las rocas, de colores violeta, blanco