Propios y Próximos. Luis Íñigo-Madrigal

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Название Propios y Próximos
Автор произведения Luis Íñigo-Madrigal
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789560013286



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epífrasis conceptual aclarativa un pensamiento a otro que, aunque puesto antes, corresponde a una fase posterior en el curso de acontecer; se encuentra, por ejemplo en “Anoche quedó en claro: ya no soy el mismo del año 20”; la subnexio, como unión de uno o varios pensamientos a otro (u otros), está ya ejemplificada en el entinema, la antítesis, etc.

      III) Entre las figurae per inmmutationem se cuentan algunos de los recursos más importantes de Artefactos:

      Alusión: Así, entre los tropos que sustituyen un pensamiento por otro, el énfasis que oculta la manifestación de un pensamiento importante tiene, en su variante lúdica, gran representación; se trata de la alusión, figura que exige al oyente un esfuerzo intelectual y que sirve a la obscuridad alienante y a la broma, por ejemplo: “El humo no deja ver las nubes”, “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”, “Sacre cœur de Jésus, ayez confiance en moi”, “Si fuera justo Fidel, debiera creer en mí tal como yo creo en él. La historia me absolverá”, etc.

      Ironía: De la misma manera, la ironía como tropo de pensamiento (esto es, la substitución del pensamiento indicado por otro que está en relación de oposición con aquel) está presente en multitud de ‘artefactos’. La ironía, en tanto ocultación de la propia opinión, se manifiesta a través del énfasis, la perífrasis y otros tropos; de la vuelta a la situación-discurso, en ejemplos ya citados. En tanto defensa de la opinión de la parte contraria, a través de la parodia como imitación parcial en varios otros, también ya citados. La ironía como tropo de pensamiento es, en primer lugar, ironía de dicción, y los ejemplos de ella también pueden sumarse a los dados. En Artefactos la ironía quiere siempre ser entendida como tal, es decir, con sentido antitético.

      Aversio: Finalmente, la aversio, “modificación de la perspectiva del curso del discurso con respecto a los tres elementos de la situación-discurso: al orador, al objeto del discurso, al oyente”, ocupa gran número de ejemplos: 1) Como apartamiento del hablante de sí mismo (sermocinatio), en que el orador pone su discurso en boca de otra persona, en estilo directo, imitando su modo de hablar característico, se encuentra como: a) Discurso sin diálogo (que incluye a la ironía de la simulación), en “Acúsome, Padre de que en un abrir y cerrar de ojos inoculé muchachas resplandecientes”, “Aquí se está usando demasiado papel higiénico, señores. Propongo que en lo sucesivo cada cual traiga su propio rollo”, “¡Defiéndase, Profesor! Esa Profesora pretende chuparle la diuca”, “Gringos tales por cuales: ¡Los obligaremos a bajar los pies del escritorio!”, “Pierdan cuidado, que para salvar nuestra Santa Madre Iglesia Católica, somos capaces de asociarnos hasta con el Diablo”, “¡Raza de fornicadores!…, católicos tenían que ser”, y varios otros. b) Diálogo, en “–Mao, ¡deja que abran las cien flores! / –No: con 99 basta y sobra”, “–No basta con decir que se es revolucionario: se trata de serlo concretamente. / – ¿Cómo? / – ¡Sepa Moya!”, etc. c) Monólogo o reflexión mental, en varios ‘artefactos’ citados y algunos otros. 2) Como desviación del objeto del discurso (digressio), en que el orador en lugar de la materia propiamente dicha trata otra materia, se encuentra con abundancia en sus diversas variantes: a) Como tratamiento de la situación-discurso, enderezada a lograr la credibilidad: i) haciendo patente la estructuración del discurso, por ejemplo en los ‘artefactos’ “Juguetes para gigantes. Armas de fuego para menores de edad. Poesías para grandes y chicos”, “Léaseme al revés con un espejo”, “Necesito reírme del prójimo. Si no me río de alguien ando de malas pulgas todo el día”, “No por ambición. Ni siquiera por deporte: en defensa propia”, etc. ii) confesando que el contrario tiene razón en uno u otro argumento sin importancia, quedando así cerca de la ironía (concessio), por ejemplo en “¡Claro que cantan bien!…, pero Violeta Parra hay una sola”, etc. iii) exteriorizando un pensamiento chocante, que enemista al público con el orador (licentia), por lo que suele acompañarse con una fórmula de excusa, así en “No será poesía, pero es cierto que la cumbre del Cerro Santa Lucía sirve de cagadero municipal”, etc. (los ejemplos pueden multiplicarse y abarcar incluso todo el conjunto de la obra, si se elige como final de esta el ya citado ‘artefacto’ “Chao. Y perdón si me he excedido en el uso de la palabra”). iv) pidiendo consejo al público con respecto a la conformación del discurso, a la vista de la dificultad de la materia: “¿Qué hacemos con la Universidad? Los grados que otorga son títulos nobiliarios”, etc. b) Como introducción de pensamientos narrativos, descriptivos, de ornato y argumento, y generalizantes (loci communes epidícticos que alaban o censuran objetos infinitos), como en los ‘artefactos’ “El Padre eterno terminó fugándose con una colegiala”, “La música no me agarra; ni menos la puesía [sic]”, “Plataforma de lucha: rehabilitación del yo; supremacía del individuo; completa amoralidad y el Club de los Ególatras”, “¿Qué más canción que el transcurso del tiempo”, y en varias decenas más, a los que se pueden agregar los lugares comunes en forma de frases que pretenden validez normativa para el conocimiento del mundo y de la vida (sententiae), como en los ‘artefactos’ “Condecoración: toda medalla tiene dos caras”, “Death has not future”, “El culo de un hombre no se cambia por las nalgas de una mujer”, “El pensamiento muere en la boca”, “Entre dos novias se ama a la que nunca existió”, “La catástrofe es una e indivisible”, “La muerte es un hábito colectivo”, “Mendigo alegre no inspira piedad”, “No se termina nunca de nacer”, “Toda lucha fratricida, todo pensamiento vano”, y muchos otros, algunos ya citados15. 3) Como desviación con respecto a los oyentes (apóstrofe), en que el orador se dirige: a) a la parte contraria, así en “Cuando me muera cómanse mi poto con harina, si quieren; pero no ahora”, “¿Hasta cuándo siguen fregando la cachimba? Yo no soy derechista ni izquierdista; yo simplemente rompo con todo”, “¿Sabe una cosa compadre?… fíjese que su poesía me la meto por la raja”, etc. b) A personas ausentes, ya sean: i) seres sobrenaturales, como en el ya citado “Sacre cœur de Jésus, ayez confiance en moi”. ii) personas imaginadas como presentes, tal en los ‘artefactos’, “Amigo lector: si le besan una mejilla, ponga la otra; o si lo prefiere, responde con un recto al mentón”, “Dime si te molesto con mis lágrimas”, “Estudiantes de humanidades: en vez de escribir palabrotas en los muros de las letrinas (pico – chucha), escriban Dios, escriban Virgen Santísima” y varios más. c) A cosas, como en “Hoja verde, ¡que Dios te marchite!”, y algún otro16.

      Conformación sintáctica:

      La conformación sintáctica de los ‘artefactos’ es la correspondiente a la inserción “relajada y arbitraria de oraciones… cortas” (oratio soluta); su configuración fonética no presenta singularidades significativas17.

      Aptum:

      En cuanto “armónica concordancia de todos los elementos que componen el discurso o guardan alguna relación con él” (las partes integrantes del discurso entre sí: causa, ideas, lenguaje, dispositio, pronuntiatio; el conjunto del discurso con sus partes y con las circunstancias sociales de él: orador, público, momento y lugar del discurso), lo aptum explica las diversas elecciones hechas en Artefactos..

      * * *

      Del examen de la retórica de los Artefactos pueden surgir diversas conclusiones; se trata, en primer lugar, no solo del posible efecto inarmónico que produce la aplicación de un instrumental como el empleado en el análisis a semejante objeto (sensación no buscada que podría llevar a un juicio de valor sobre Artefactos), sino de la demostración del carácter fuertemente retoricado que ostentan (contra la común opinión crítica que postula la, por otra parte imposible, falta de ‘retórica’ en la antipoesía). Empleo retoricado no porque los ‘artefactos’ sigan las “leyes y usos” de la retórica, sino porque son el producto de la sistematización de algunas de esas leyes y usos, esto es de una fórmula o una ‘técnica’.

      “La técnica del chiste” tituló Freud, en su famoso libro18, el capítulo en que examina “los más frecuentes y esenciales medios de elaboración del chiste”, para formarse “un juicio sobre la naturaleza de este proceso psíquico”19. Los recursos por