La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana. Guillermo Hurtado Pérez

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Название La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana
Автор произведения Guillermo Hurtado Pérez
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786073038027



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      Los científicos pensaban que era indispensable crear un partido oficial que pudiera garantizar la realización de un programa de gobierno de largo plazo. Este partido no podría ser único, pero sí tendría que ser hegemónico, pues sólo así se garantizaría la continuidad en las políticas: una especie de PRI avant la lettre. Sin embargo, Díaz, que siempre se cuidó de no darle todo el poder a los científicos, no aprobó la creación de ese partido político. Tal parece que don Porfirio era incapaz de entender la política más allá de los nombres propios. Y los nombres que manejaba para el tema de la sucesión eran muy pocos y todos con objeciones: Limantour, Reyes, acaso Teodoro Dehesa. El tiempo pasó sin que se hiciera nada en serio y la elección de 1910 empezó a aparecer en el horizonte. Quien alebrestó el gallinero —para usar una metáfora avícola como las que a él le gustaban— fue el propio Díaz. En una entrevista concedida al periodista estadounidense James Creelman a finales de 1907, Díaz aseguró que México estaba listo para la democracia y que él vería con buenos ojos la formación de grupos políticos. El impacto de la entrevista en la opinión pública fue fulminante. De repente, pareció que se abría el juego político. Fue entonces que muchas miradas se volvieron hacia Bernardo Reyes. De inmediato surgieron clubes de apoyo para su candidatura a la vicepresidencia. Pero él no declaraba sus intenciones. Como alguna vez dijera Madero, Reyes era valiente con los débiles pero cobarde con los poderosos. No se atrevía a lanzarse sin el apoyo de Díaz y cuándo éste no se lo dio, no rompió con él y con los científicos para buscar el poder por su cuenta. De manera humillante, aceptó un insignificante encargo oficial y salió rumbo a Europa. La desilusión entre sus simpatizantes, que no eran pocos, fue mayúscula. Muchos de ellos se pasaron al bando de Madero. Las redes ya estaban hechas, lo que faltaba era alguien que se atreviera a usarlas.

      Madero transformó la política mexicana desde antes de la Revolución. La creación del Partido Nacional Antireeleccionista en 1909 marca el nacimiento de la democracia moderna mexicana. Éste era un partido basado en principios, no en la promoción de una persona o un grupo. Era también un partido nacional, es decir, que abarcaba no sólo todo el territorio nacional, sino todas las clases sociales y grupos de otra índole: regionales, sindicales, religiosos. Con la creación del Partido Nacional Antireeleccionista en tan poco tiempo y con tan pocos recursos, para no hablar ya de los obstáculos a los que se enfrentaba, Madero demostró ser un político visionario, hábil, un líder de proyección nacional. La labor de Madero fue frenética: se entrevista con las principales personalidades de la oposición, negocia con ellos, hace pactos, viaja por el país, forma grupos de simpatizantes en cada ciudad que visita, da discursos, es una máquina de hacer política en un país que vivía adormecido. De la nada, en unos cuantos meses, funda un partido con presencia en la mayor parte de la República. En este periodo, Madero atrae a su causa a opositores al régimen que luego serían personalidades destacadas de la historia de México como Aquiles Serdán y José María Pino Suárez, por mencionar sólo a dos de una larga lista. También logra que se le unan intelectuales respetados como Francisco Vázquez Gómez, Fernando Iglesias Calderón, Toribio Esquivel Obregón y otros intelectuales más jóvenes pero que luego ocuparían un sitio destacado en la historia de México como José Vasconcelos, Luis Cabrera, Félix Palavicini, Roque Estrada y Moisés Sáenz.

      La Convención que se celebra en la ciudad de México del 15 al 17 de abril de 1910 nombra a Francisco I. Madero como candidato a Presidente y a Emilio Vázquez Gómez como candidato a Vicepresidente. El programa del Partido Nacional Antireeleccionista va más allá del sufragio efectivo y la no-reeleción, y adopta un conjunto de reivindicaciones que preocupaba a los miembros del partido, que, como sabemos, venían de toda la República. Estos temas tocan una serie de asuntos agrarios, laborales, indígenas, educativos y de política interior y exterior que serían retomados por los revolucionarios en los planes lanzados por las diversas facciones. Se puede decir, por lo tanto, que éste es el protoprograma de la Revolución, puesto que aborda muchos de los asuntos discutidos en años posteriores.

      El discurso que Madero ofrece en Puebla el 15 de mayo de 1910 merece una consideración especial, ya que en él ofrece la que quizá sea la exposición más completa y más radical de lo que sería su proyecto de gobierno. Madero comienza su alocución señalando la importancia de la educación, no sólo de la pública, sino de la privada, que siempre debería ser protegida por el principio constitucional de la libertad de educación. Ningún niño debe quedar fuera de la escuela y es responsabilidad del gobierno que esto sea así, sobre todo, afirma, en las comunidades indígenas, que han estado marginadas y que de esta manera podrían integrarse al resto de la comunidad nacional. Para Madero la educación es la base de la vida democrática, el instrumento que nos permite que en un régimen de libertad podamos gobernarnos a nosotros mismos de una manera correcta y beneficiosa. Posteriormente, Madero considera el fenómeno de la lucha entre el capital y el trabajo que tenía lugar en Europa. Dice así:

      Es tarea del gobierno impulsar en el Congreso un paquete de leyes laborales que protejan al trabajador sin que perjudiquen los intereses legítimos de los patrones. Pero los trabajadores también deben organizarse de manera libre en sindicatos para luchar por sus intereses y para ayudarse entre sí. Para lograr estos fines, la instrucción pública será indispensable y también habrá que combatir los vicios del juego y el alcohol. Por lo que respecta al tema agrario, Madero sostiene la tesis de que:

      Madero afirma que no será fácil lograr tal cosa, pero que, por el momento, los terrenos nacionales se reservaran para formar colonias agrícolas entre pequeños productores y para repartirlos entre los indígenas, especialmente entre los mayas y yaquis. De esta manera se podrá poner fin a la sangrienta guerra con estos pueblos indígenas, porque, afirma:

      Por último, Madero toca el tema de la discriminación laboral de los mexicanos en su propio país. Dice así: