Название | La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana |
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Автор произведения | Guillermo Hurtado Pérez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786073038027 |
El espiritismo llegó a México en la segunda mitad del siglo XIX. Su principal divulgador fue el general Refugio González. En 1872, él tradujo El evangelio según el espiritismo de Kardec, fundó la revista La Ilustración Espírita e impulsó la creación de la Sociedad Espírita Central de la República Mexicana. En años posteriores, la doctrina espírita se difundió por medio de las actividades de la Sociedad, la publicación de la revista y la traducción de otras obras dentro de esta corriente, labor en la que participaron figuras como Federico Gamboa e Ignacio Mariscal. Fue muy comentada la polémica que tuvo lugar en el Liceo Hidalgo, en 1875, entre defensores y detractores del espiritismo. Entre los primeros destacaba el joven Santiago Sierra, hermano de don Justo, y José Martí, el intelectual cubano; en el grupo contrario estaba la plana mayor del positivismo oficial: Gabino Barreda, Justo Sierra y Francisco Pimentel. En el entorno político, los espiritistas se aliaban con los católicos contra el materialismo de los positivistas, pero también se aliaban con los positivistas, masones y protestantes contra la influencia del clero. Cuenta Vasconcelos que a principios del siglo XX, un grupo de sus amigos y él se interesaron en el fenómeno del espiritismo e incluso leyeron los libros de Kardec. Sin embargo, sus intereses no siguieron por allí y su maestro de psicología en la Escuela Nacional Preparatoria, Ezequiel A. Chávez, les recomendó estudios que desacreditaban al espiritismo.76
Madero dio a conocer sus creencias espíritas en varios escritos que han sido rescatados en años recientes.77 El compendio de dichas creencias es su libro Manual Espírita, publicado en 1911 y firmado con el pseudónimo de Bhima. Este libro está redactado con la misma estructura que el Libro de los espíritus de Allan Kardec, en forma de preguntas y respuestas. Madero dedica su obra a los jóvenes y a los obreros. A los primeros les repite lo que había afirmado en la sección sobre educación de La sucesión presidencial en 1910. Madero dice dirigirse a los jóvenes que no han “bebido en las fuentes impuras del materialismo” y en cuyos corazones “no ha hincado sus garras el desconsolador escepticismo”.78 Pero quizá lo más interesante, dado el contexto político, es el mensaje a los obreros. Lo cito:
Nos dirigimos igualmente al obrero, al desheredado de la fortuna, al que no encuentra consuelo en un culto que su razón rechaza; que no encuentra justicia en el materialismo, porque sólo le enseña el triunfo del más fuerte, el premio del más apto para la lucha, y él se considera el más débil, el menos apto en esa desenfrenada lucha por la vida, y no cree justo que su destino sea perecer después de una vida miserable y laboriosa.79
Obsérvese cómo en estas líneas Madero hace una dura crítica al culto —al católico, se entiende, no hace falta mencionarlo de nombre— así como al materialismo y al evolucionismo social de los positivistas.
Lo que hoy podría resultar más inquietante es que Madero parece pedir a los obreros que no se desesperaren por su triste situación. Los obreros no deben sufrir porque cuando conozcan la ley de la retribución entenderán que su vida “no se desarrolla en al miserable cuadro de una existencia terrestre, sino que tiene por tiempo la eternidad, por espacio el Universo.”80 ¿Pide Madero resignación a los obreros? ¿Acaso uno es el discurso del candidato presidencial que buscaba obtener votos y otro distinto el del maestro espiritista que pretendía cambiar conciencias? Cualquier respuesta tiene que matizarse. En la sección final del Manual Espírita, Madero recomienda a los obreros que no desesperen, ya que su situación presente es resultado de sus encarnaciones anteriores y esa condición no puede modificarse bruscamente. La violencia política no es la solución, sino el trabajo ordenado, continuo y perseverante. Pero a fin de cuentas, añade, las diferencias de posición en el mundo sólo importan si se asume la tesis materialista de que ésta es nuestra única existencia. Mas si se adopta la doctrina de la pluralidad de existencias y, además, la ley de la retribución del espíritu a través de las reencarnaciones, los pobres de hoy pueden confiar en la promesa de Jesús de que “los últimos serán los primeros”. Sin embargo, Madero no pensaba que los pobres debían caer en una resignación inmovilista. Los obreros podían cambiar sus vidas para bien por medio de la práctica de las virtudes. Por otra parte, en sus discursos políticos, Madero siempre insistió en que los problemas sociales y económicos de México tendrían que encontrar una solución legal dentro de la democracia. Ni su revolución, ni su gobierno prometieron jamás la realización inmediata de un paraíso en la Tierra.81
En el capítulo V, dedicado a la moral espírita, Madero declara que la felicidad radica en el mandamiento de Jesucristo: “Amaos los unos a los otros”. Al igual que Kardec, Madero sostiene que mientras más se extienda el radio de dicho amor: a la familia, la comunidad, la patria, la humanidad entera, mayor será la felicidad. Para ello, se tiene que evitar el egoísmo, la vanidad, la ira, la pereza, el alcoholismo. Las personas también tienen que ocuparse de las cosas públicas, es decir,
…. que procuren tomar parte directa o indirectamente en ella por medio de su voto y se den cuenta de la importancia trascendental de que sean respetadas las leyes y los derechos de cada quien, porque cualquier atropello contra algún miembro de la colectividad puede serlo contra cualquiera de los otros y desde el momento en que un gobernante no respeta la ley, no tiene otra regla a qué sujetar sus actos sino sus propias pasiones.82
He aquí la puerta que comunica el espiritismo de Madero con su lucha política. En una tiranía, las personas no tienen libertad para ocuparse de los asuntos públicos y, por ello, no pueden extender sin estorbos el radio de sus acciones orientadas por el amor al prójimo. Sin libertad política, los pueblos no avanzan en su desarrollo espiritual, porque aunque cada quien posea libre albedrío, las condiciones de sometimiento, ignorancia y pobreza no permiten que la mayoría de la población pueda avanzar en el perfeccionamiento de su conciencia. Por otra parte, sin libertad no florece la virtud, sino el vicio. En las tiranías se forman pesadas redes de corrupción que hunden a los pueblos en la degeneración moral. Pero para Madero, su actividad política no sólo estaba fundada en su creencia —digamos teórica— en la moral social de la filosofía espírita. Lo que era excepcional, lo que todavía hoy nos sigue asombrando, es que él estaba convencido de que su lucha por la democracia era un mandato de la Providencia. Así se lo habían hecho saber con toda claridad los espíritus más elevados que se habían comunicado con él para informarle que había sido elegido para la salvación de México. Madero tenía que cumplir con esta misión, incluso si ello le costaba la propia vida. Todo esto lo sabemos porque él mismo se lo hizo saber a su padre en una serie de cartas escritas a finales de 1908 y principios de 1909.83
Repito: no se puede entender la conducta de Madero, el hombre público, si no conocemos las creencias de Madero el espiritista.84 Sin embargo, no hay que caer en el error de sostener que no se puede entender al maderismo sin el espiritismo. El movimiento político encabezado por Madero adoptó valores sociales compartidos por millones de mexicanos que no eran espiritistas. En la defensa pública que hacía Madero de estos valores no hubo jamás una mención explícita de la doctrina espírita (tanto así que muchos de sus colaboradores cercanos no supieron de su espiritismo). Y además, esos mismos valores, como la libertad o el altruismo, también fueron enarbolados por otros opositores al régimen, por ejemplo,