Tres (Artículo 5 #3). Simmons Kristen

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Название Tres (Artículo 5 #3)
Автор произведения Simmons Kristen
Жанр Языкознание
Серия Artículo 5
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789583063329



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la oreja, ajeno a todo lo demás a su alrededor.

      —Realmente no lo sé —dijo Jesse—. Estaba fuera cazando cuando lo escuché, una especie de silbido, como esos voladores que solíamos encender en el verano cuando era niño. Luego fue como si comenzara nuevamente la guerra. Los temblores y los gritos… —Se detuvo—. Luego el silencio. Tú te acuerdas.

      Me estremecí al recordar los túneles derrumbándose cuando la resistencia fue bombardeada en Chicago y cómo la tierra estuvo a punto de tragarnos.

      —Lo recuerdo —dijo Chase.

      —Encontré a los demás en medio de las ruinas —dijo Jesse—. Una pareja en la playa. Una pareja escondida en el bosque. Ese tipo de allí. —Jesse señaló a un hombre sentado solo, que miraba fijamente las llamas—. Cargó a su esposa muerta por medio día. Pensó que simplemente estaba inconsciente.

      —Por favor —siseó una mujer, meciendo a un niño—. Por favor, ¿no puedes hablar de otra cosa?

      Yo también había escuchado suficiente. Me levanté y caminé hasta el otro lado del círculo, pasando junto a una chica sentada de espaldas al fuego. Estaba envuelta en prendas de vestir enormes, con los pies descalzos y estirados frente a ella. Me quedé tan sorprendida de ver su vientre de embarazada que por poco me tropiezo.

      —¿Sarah?

      —¡Oh! —Se puso de rodillas y agarró mis manos—. ¡Lo lograste!

      La última vez que la había visto en Knoxville tenía la cara magullada e hinchada, y para poder ponerla a salvo la habíamos cargado en la parte posterior de la camioneta. Traté de recordar cuándo había sido eso. Sentí que habían pasado meses, pero solo habían pasado un par de semanas. Después de que encontramos lo poco que quedaba del refugio, estaba segura de que ella había muerto.

      Sonreí. Las marcas en su cara se habían desvanecido, y aparecieron unos bonitos hoyuelos. Verla a ella me hizo recuperar la esperanza.

      —¿Cómo fue que…?

      Sarah hizo un gesto con la barbilla sobre su hombro.

      —Jesse. Salí a caminar cuando sucedió. Me encontró en la playa y me trajo con él. Nos salvó.

      Volvía a mirar a Chase y a su tío, pensando que me había precipitado al juzgarlo. Había pasado tanto tiempo desde que lo conocí y este mundo tenía una forma de cambiar a la gente.

      Billy avanzaba sigilosamente rumbo a la comida, pero cuando nos vio hablando, disminuyó el paso. Le hice señas para que se acercara. Para mi sorpresa, se unió a nosotras.

      —Nadie tenía un radio —dijo—. Pensé que podría ser capaz de salvar algunas partes y hacer un remiendo lo suficientemente fuerte como para conectarlo con el interior, pero… —Se encogió de hombros.

      Tal vez era mejor que el equipo de Tucker no pudiera contactarnos. Dado que solo habían sobrevivido veintitrés personas, no era que tuviéramos muchas buenas noticias para compartir.

      Cuando miré a Sarah, estaba acomodándose el suéter. Billy levantó la vista, luego apartó su aceitoso pelo.

      Había olvidado que nunca se habían conocido.

      —Billy, ella es Sarah.

      Él la saludó torpemente. Ninguno de los dos habló.

      —Vale —dije ocultando una sonrisa—. Voy a revisar que todo esté bien con la comida.

      No teníamos platos ni utensilios, pero apenas importaba. El anciano que había cocinado el jabalí cortó trozos con una navaja mariposa y me pasó un pedazo grande en forma de corazón. Solo había suficiente para dos sangrientos mordiscos, lo que era mejor que nada. Agarré otro pedazo para Chase.

      Él seguía sentado sobre la hierba con los brazos cruzados alrededor de sus rodillas. Su postura abatida y su golpeteo con el talón me pusieron tensa. Tomó la comida con un gesto de ausente asentimiento y se escabulló para dar espacio a otras personas.

      —¿Está todo bien? —susurré, y me senté a su lado.

      Jesse golpeó el fuego con un palo y sonrió.

      —Mi sobrino y yo estábamos hablando de los buenos viejos tiempos.

      —Ah, ¿sí?

      Chase miró el fuego.

      —Nada importante.

      —Vamos —dijo Jesse—. Cuéntale sobre la vez que atrapaste a ese tipo dentro de la droguería.

      Chase me miró y luego giró la cara.

      Jesse se rio.

      —El hombre entra al lugar sacudiéndose como una hoja, con el cuchillo haciendo un agujero en el bolsillo de la camisa. Los temblores propios de una primera vez lo tenían azotado. —Chase sonrió, pero su talón estaba clavado en la tierra. Me mordí el interior de la mejilla—. El tipo volvió a salir. No traía ni medicinas ni el cuchillo. Solo venía con un ojo morado del golpe que le había propinado el farmacéutico. —Jesse se dobló de la risa, y se limpió una lágrima del ojo—. Chico, en aquel entonces eras tan debilucho.

      Sabía que la educación de Chase durante la guerra ha­bía sido singular. Él aprendió a robar automóviles y también a pelear, cosas que nos ayudaron a mantenernos con vida. Pero nunca había escuchado los detalles de cómo es que aprendió todo eso. No creí que quisiera escucharlos desde la perspec­tiva de Jesse.

      —Ya no soy un debilucho. —Chase arrojó en el fuego una rama partida.

      Jesse se detuvo y se recostó contra el tronco de un árbol caído. Las bayas secas que arrojó al fuego estallaron como pequeños disparos.

      —Si lo que dices es cierto —dijo en voz baja—, entonces ahora eres un hombre.

      Al principio no entendía de qué estaban hablando, pero sabía que el dolor se desprendía de Chase en oleadas y no era difícil imaginar que él estaba pensando de nuevo en Harper y en lo que había sucedido en el hospital de Chicago.

      El rubor me cubrió las mejillas como una bofetada.

      —Eso no te hace un hombre —le dije.

      —En este mundo sí lo hace —dijo Jesse, juzgándome con su mirada—. Te vi con ese tenedor, compañera. ¿Hubieras tenido el coraje de clavármelo en el corazón?

      No me había dado cuenta de que estaba inclinada hacia delante hasta que sentí que mi codo chocaba con el de Chase.

      —Lo clavé en tu pierna, ¿o no?

      Una sonrisa lenta y peligrosa se abrió paso en la cara de Jesse. Me hizo preguntarme qué habría hecho él que se veía forzado a esconderse.

      Miré a Chase en busca de su respaldo, pero él estaba mirando a través de las llamas como si no estuviera escuchando. Puse la mano suavemente sobre su rodilla. Se estremeció, como si despertara de un sueño, y se secó las palmas en los pantalones. Jesse nos miró con curiosidad.

      Al otro lado del fuego, la forma alta de Jack se inclinó para hablar con un pequeño grupo de sobrevivientes. Luego, fue a hablar con Billy y Sarah. Billy se levantó y se dirigió a otro grupo mientras Jack cojeaba en nuestra dirección.

      Nos pusimos de pie. Jack se mordió los labios. Vimos que llevaba atada alrededor de su pierna lo que parecía ser una camiseta.

      —Rat ha desaparecido —dijo—. Algunos de nosotros regresaremos al puente para ver si se encuentra allí.

      No fue hasta entonces que recordé que Rat había pasado corriendo a mi lado durante el ataque. Suponía que había regresado una vez terminado el combate, pero aparentemente no lo había hecho.

      —Atravesó el bosque —dije, omitiendo la parte en la que corría asustado—. Lo vi durante el combate.

      —Tu tío probablemente lo apuñaló. Accidentalmente, por supuesto. —Jack apretó el vendaje alrededor