Название | El peronismo y la consagración de la nueva Argentina |
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Автор произведения | Carlos Piñeiro Iñíguez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789507547096 |
Emilio Ramírez, Urbano de la Vega y Bernardo Menéndez en 1941 aparecieron vinculados al complot nacionalista del general Juan Bautista Molina, junto con hombres que no estaban entre los fundadores del GOU, pero sí se integraron pronto a la “logia”, como los entonces tenientes coroneles Gregorio Tauber, jefe del Regimiento 1 Patricios entre 1939 y 1941, y Roberto Dalton. Posteriormente, no por casualidad, en el final de la campaña electoral de 1946 habría acusaciones de simpatías pro-nazis contra “Gonzalito”, Saavedra, Mittelbach, Agustín de la Vega, Argüero Fragueyro y Lagos, quienes, al igual que otros oficiales ligados luego al GOU e incluidos en esos ataques, como los generales Sanguinetti y Giovannoni, desmentirían a través de solicitadas en los diarios. No cabe duda de que varios integrantes del GOU pertenecían a los sectores nacionalistas del Ejército, manifestaban admiración por la maquinaria militar alemana y se veían atraídos por el “encuadramiento” de las masas que habían logrado los regímenes fascista y nazi; pero, como incluso señalaban varios de los más críticos sobre la acción y el desenvolvimiento de esta “logia”, no constituían un grupo nazi ni mucho menos los financiaba la Embajada alemana35.
De los documentos del GOU sí se desprende una posición que vinculaba nacionalismo con la defensa de la neutralidad argentina en la guerra, algo que generaría luego disensiones internas; una visión que identificaba liberalismo con “plutocracia”, a la que se oponían, y el rechazo sobre todo al comunismo y a lo que aparecía como su “caballo de Troya”, el “frente popular”, que consideraban estaba formándose en torno a la Unión Democrática. Dos documentos, que muestran el encabezado “Estrictamente confidencial y secreto”, daban cuenta de cómo veían la situación internacional y nacional del país. Consideraban posible el mantenimiento de la neutralidad, “por su posición geográfica y por las riquezas de su suelo”, que favorecían cierta independencia, aunque destacaban las presiones de Estados Unidos y su incidencia en otros países latinoamericanos36. En cuanto a la situación interna, destaca que la fórmula presidencial de la Concordancia, que “necesitará hacer uso del fraude electoral para triunfar”, era apoyada “por la banca internacional, los diarios y las fuerzas extranjeras que actúan en defensa de intereses extraños a los del país”, y que, además, aunque aparezca como “oponente natural” de la Unión Democrática, “no es combatida abiertamente” por los dirigentes de esta última, de donde se “infiere que entre los políticos existen puntos de coincidencia o finalidades ocultas que pueden ser coincidentes”. Esta connivencia lleva a considerar negativamente la situación, en un claro rechazo al sistema institucional vigente: “Es indudable que, cualquiera de las dos grandes tendencias que venciera en las elecciones, satisfaría los designios de las fuerzas que hoy se mueven ocultamente detrás de intereses inconfesables de la traición”. Siendo así, “el país no puede esperar solución alguna dentro de los recursos legales a disposición”. Y peor aún: “El pueblo no será tampoco quien elija su propio destino, sino que será llevado hacia el abismo por los políticos corrompidos y vendidos al enemigo”. En ese marco político, analizaban la situación social como un escenario de crecientes tensiones: mientras “los capitalistas hacen su agosto, los intermediarios explotan al productor y al consumidor, los grandes terratenientes se enriquecen a costa del sudor del campesino, los grandes empleados y acomodados de la burocracia disfrutan sus buenos sueldos [...]; los pobres no comen, ni se calzan ni visten conforme a sus necesidades. [...] el productor estrangulado por el acaparador, el obrero explotado por el patrón y el consumidor literalmente robado por el comerciante”. Esta diatriba sobre una realidad que “da lugar a que en el país existan” tendencias comunistas y nacionalistas enfrentadas no está exenta de racismo, al decir que “el político” está al servicio del acaparador, de las empresas extranjeras “y del comerciante judío y explotador desconsiderado”. Y plantea que la “solución está precisamente en la supresión del intermediario político, social y económico”, para lo cual “es necesario que el Estado se convierta en órgano regulador de la riqueza, director de la política y armonizador social”37.
Esta visión adquiere, en algunos textos, matices corporativistas, al afirmar, por ejemplo, que son necesarias “la desaparición del político profesional, la anulación del negociante acaparador y la extirpación del agitador social”, y muestra vínculos con ideólogos nacionalistas, aunque de diferentes extracciones. Además, entre los documentos que los herederos de Juan Carlos Montes le dieron a Robert Potash se encuentra un documento de la Legión de Mayo “para el movimiento político revolucionario”, esencialmente en esa línea. El texto, que llama a “proceder enérgicamente para recuperar la soberanía económica, política externa e interna de la Nación, entregada por los profesionales de la política a la acción extranjera” y a instituir un gobierno “patriótico, argentino enérgico y [que] en ningún caso debe dejar de ser revolucionario”, plantea, junto con la neutralidad en el orden internacional, medidas económicas que incluyen “fijar el interés máximo para concluir con la usura” y “la renta y arrendamiento de las cosas”, y basadas en el concepto: “el hombre tiene derecho a participar por su trabajo, del bienestar general; el Estado, el deber de crear los medios y las situaciones para que el trabajo del hombre lo liberte económicamente, y de impedir que nadie afecte o comprometa ese bienestar general”. En ese marco, señala que “el gobierno no puede ser, ni de derecha ni de izquierda, sino de adelante para una Argentina Libre, Grande, Justa y Fuerte, sin capitales ni cosa que tiranice, ni esclavice”. Aunque señalaba que el régimen político “no puede determinarse por ahora”, proponía una “gran Convención de Notables” que debía sancionar “la nueva Constitución”. Las mayores influencias sobre el GOU, sin embargo, suelen referirse a tendencias más tradicionales del nacionalismo. Es sabido que Jordán Bruno Genta, autor nacionalista simpatizante del Eje, era uno de los muy pocos civiles que tenían vínculo estrecho con el GOU, y es posible que las reiteradas diatribas contra la masonería en los primeros boletines del grupo sean producto de esa influencia. También el sacerdote Roberto A. Wilkinson, capellán militar desde 1934, mantenía contactos estrechos con el GOU, y en particular con Perón, quien en 1950 llegará a nombrarlo vicario general del Ejército. Algunos testimonios muestran a Wilkinson conspirando desde 1942 contra el gobierno de Castillo; su prédica era parte del catolicismo social de la época en cuanto a la noción de justicia social, pero, a diferencia de Miguel de Andrea, mostraba matices marcadamente integristas, como la idea de un “Estado católico”. Gontrán de Güemes suma a estos nombres los de otros intelectuales nacionalistas, como Mario Amadeo, Alberto Baldrich, Adolfo Silenzi de Stagni y Diego Luis Molinari, cuya mención conjunta parece oscurecer el hecho de que representaban vertientes bastante distintas de nacionalismo: de origen conservador y católico, en el caso de Amadeo, uno de los fundadores de la Acción Católica Argentina en 1931; de raigambre yrigoyenista, en el caso de Molinari. Por su parte, Baldrich, hijo del general ingeniero compañero de Mosconi y como este, yrigoyenista, junto con Silenzi profesaban un nacionalismo bastante cercano a las posiciones de Scalabrini Ortiz. Baldrich tendría particularmente muy buena relación con Perón, aunque Jauretche cuestionó ácidamente su desempeño como interventor de Tucumán entre agosto de 1943 y abril de 1944. Por otra parte, son de orientación nacionalista, con sesgos integristas, dos “colaboraciones” anónimas que Potash publicó en su compilación de documentos del grupo, mientras que una tercera suele atribuirse a la pluma del padre Wilkinson, de quien se conservaba, en el archivo del GOU, la transcripción de un discurso patriótico del 9 de julio de 1943. Pero en la “Noticia N.° 5”, es decir, el boletín del GOU publicado inmediatamente después del 4 de junio, con carácter de “Circular” que “debe hacerse conocer a todos los afiliados”, se incluye la “recomendación” de leer y comentar cinco textos: La tragedia argentina, de Benjamín Villafañe; los textos de José Luis Torres38, “Una de las tantas maneras de vender a la Patria”; el folleto “A las Fuerzas Armadas” y la “Carta abierta al Dr. Miguel J. Culiciati”, cuya publicación en el periódico Cabildo había llevado preso a su autor el 23 de mayo; y, finalmente, la Historia de los Ferrocarriles Argentinos, de Scalabrini Ortiz39.