Название | El peronismo y la consagración de la nueva Argentina |
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Автор произведения | Carlos Piñeiro Iñíguez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789507547096 |
En una segunda versión conocida del “Reglamento” no se indica qué miembros integraban las secciones, ya que los espacios donde debían ir los numerales correspondientes están en blanco. Además, se ha agregado una “Sección de enlace con las fuerzas civiles”. Esta versión incluye la lista de “miembros fundadores”, a la que agrega otra de “miembros actuales”. El número 13, Guillenteguy, aparece en blanco en este segundo listado, al que se han agregado nuevos miembros, sin que esté claro en este caso si corresponde al orden de incorporación o no: coronel Eduardo Jorge Ávalos, tenientes coroneles Aristóbulo Mittelbach, Alfredo A. Baisi, Oscar A. Uriondo, Tomás A. Ducó, mayor Heraclio Ferrazzano y coronel Alfredo Argüero Fragueyro, respectivamente numerados del 20 al 2628.
Se suele insistir en que esos hombres no tenían mando directo de tropa a comienzos de 1943, con la excepción del coronel Emilio Ramírez, director de la Escuela de Suboficiales, del teniente coronel Bernardo Dámaso Menéndez, jefe de la Base Aérea Palomar, y del teniente coronel Alfredo Aquiles Baisi, jefe del Arsenal Esteban de Luca. Los mismos documentos iniciales del GOU lo admiten al señalar que, entre sus “bases de acción”, se indica: “Buscamos obtener el mando efectivo en unidad de tropas para ser más efectivos en nuestros anhelos”29. En cambio, no es tan habitual recordar que nueve de ellos (Urbano de la Vega, Perón, Enrique González, Lagos, Ladvocat, Uriondo, Ducó, Bengoa y Filippi) eran oficiales de Estado Mayor, y salvo De la Vega y Ducó, fueron profesores en la Escuela Superior de Guerra o en las academias de sus respectivas armas. Otros doce cursaron estudios en la Escuela Superior de Guerra, aunque sin egresar. Baisi era ingeniero militar, había hecho el Curso Superior del Colegio Militar (su jefe de curso fue el entonces mayor Manuel Savio), del que también fue profesor, además de ser autor de numerosos trabajos técnicos sobre balística y tiro. Bernardo Menéndez, aunque egresado del Cuerpo de Ingenieros del Colegio Militar, luego se especializó como aviador militar y fue instructor; también Pizales era aviador militar, y alcanzaría el grado de brigadier de la Fuerza Aérea al retirarse en 1955; Ducó, aunque se mantuvo en la Infantería, también había hecho cursos de aviador. Otro dato de interés sobre sus carreras son sus destinos en el exterior: Lagos (Francia, 1930), Guillenteguy (Francia, 1928-1930), Ladvocat (Bélgica y Francia, 1930-1931) y Baisi (Francia, 1933) habían integrado comisiones de adquisición de armamentos. Bernardo Menéndez concurrió a la Conferencia Interamericana Técnica de Aviación (Lima, 1937). Enrique P. A. González, oficial de Caballería, en cambio, tuvo una intensa capacitación en Alemania entre febrero de 1936 y setiembre de 1938, es decir, en el momento en que la doctrina y las tácticas modernas sobre el uso de unidades motorizadas y blindadas completaban su desarrollo. En Berlín, González realizó cursos en la Universidad local y en la Academia Militar, y antes de regresar a la Argentina pudo participar en las maniobras en Pomerania de las I y II divisiones acorazadas (Panzerdivisionen), conducidas, respectivamente, por Maximilian von Weichs y Heinz Guderian, su principal impulsor. Por su parte, Urbano de la Vega, que entre diciembre de 1930 y noviembre de 1931 había desempeñado tareas de inteligencia, primero como jefe del Servicio de Censura Militar y después comisionado en la Sección Informaciones de la Secretaria de la Presidencia de la Nación, estuvo destinado, entre enero y agosto de 1932, en Asunción del Paraguay, formalmente como profesor de Geografía Militar y de Transportes y Comunicaciones. Los destinos de Perón también aparecen vinculados a tareas de informaciones que, como se mencionó, ya había desempeñado en Formosa, en el contexto de la Guerra del Chaco. Como agregado militar en Chile, entre 1936 y 1937, es muy conocido el affaire de espionaje, que dejaría mal parado a su sucesor en el cargo, Eduardo Lonardi. También, según afirmaría Perón, tuvo finalidades de información su envío a Italia, para capacitarse en Infantería de Montaña, una especialidad de la que Farrell fue el gran innovador en la Argentina. Farrell realizó esa especialización ya incorporado al 7.o Regimiento de Alpinos, entre 1924 y 1926, un período en el que, conviene recordar, ya estaba el Duce Mussolini rigiendo los destinos de la Península y la Argentina era presidida por Marcelo T. de Alvear, cuyo ministro de Guerra era el general Justo. Perón fue destinado a Italia en 1939, realizando su capacitación en la 2.ª División Alpina Tridentina y la Escuela de Alpinismo de Aosta. Pero luego de que Italia declarara la guerra a Francia e Inglaterra, en julio de 1940, se instaló en Roma, como ayudante del agregado militar en la Embajada argentina, el coronel Virginio Zucal. Si bien Perón afirmaría que en esa estadía en Europa se encontró con “Gonzalito” (Enrique P. A. González), “que estaba destacado en Alemania”, de los legajos surge que no coincidieron en el tiempo. Perón llegó a Europa en abril de 1939, y González ya estaba de regreso en Buenos Aires en octubre de 1938. Sigue igual en pie, aunque es imposible de verificar, la afirmación de Perón de haber visitado Alemania e incluso haber estado en territorio controlado por los rusos. En cambio, hay dos piezas numismáticas que sugieren su presencia en Francia, en fechas que, según el vívido relato del embajador en Francia, Miguel Ángel Cárcano, el general Pistarini, presidente de la Comisión de Armamentos, tomaba las medidas necesarias para abandonar París, junto con el centenar de militares argentinos que se encontraban entonces allí, ante el avance arrollador de los alemanes. Una plaqueta con el texto “Nostra Signora - Lourdes”, con la imagen de la Virgen en la gruta y una representación del santuario, está acompañada de otra menor que reza “Juan Perón - 1940”. El embajador Cárcano, que por entonces manifestaba una gran simpatía por el mariscal Pétain, al frente del Estado francés luego del armisticio con Alemania, por esos días de junio de 1940 también visitó el santuario de Lourdes, en su viaje rumbo a Vichy, y no registra haber encontrado a argentino alguno allí. En todo caso, más llamativa que la plaqueta mencionada es una medalla de bronce de la Fédération Parisienne d’Escrimeurs (Federación Parisina