La democracia en Chile. Joaquín Fermandois

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Название La democracia en Chile
Автор произведения Joaquín Fermandois
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789561427280



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pero sí en Lircay hubo varios centenares de muertos, lo que también se debe mencionar en estos casos. Los sucesivos gobiernos ganaron la puja. Después de 1859 no hubo una revuelta seria, sino hasta 1891. La paz con pluralismo político y una cierta mayor participación general se prolongarían durante casi treinta años; es difícil definir la calidad que estos elementos alcanzan, en este o en cualquier otro sistema.

      3. ¿POR QUÉ EL MODELO OCCIDENTAL?

      Cómo definir democracia

      A lo largo del libro se habla bastante acerca del “modelo occidental” como un concepto intercambiable con democracia. No se tratan exactamente de lo mismo, aunque conviven en estrecha relación. Quizás podría hablarse de “sociedad abierta”, según la terminología generalizada por Karl Popper, como lo más íntimo y definitorio de la travesía del modelo occidental.194 Más que un análisis de Occidente, al que también se alude, se quiere hablar de la democracia como una de las propiedades que le ha llegado a ser más característica y que también desde el XIX comenzó a extenderse como paradigma global. Por esto es necesario definir lo que en este libro se entiende por democracia.195

      Se caracteriza porque, habiendo aproximadamente un grupo de definiciones teóricas o del lenguaje político de relativa convergencia, el concepto ha admitido también significados distintos y subentendidos que pueden chocar con cualquier unanimidad supuesta. Añade al problema el que se le extiende a otro tipo de campos cuando se habla de democracia económica o social, o a veces en la educación. Este último empleo no toca lo sustancial, aunque no es arbitrario; refleja una proximidad de procesos que se desarrollan en la sociedad humana y que han sido concomitantes con la democracia, al menos con aquella que es tomada como modelo. Su utilización práctica, sin embargo, entraña propuestas polémicas y muchas veces ha llevado a extender el nombre a sistemas completamente antitéticos con la democracia, y no pocos intelectuales asumieron esta última visión. Se trata en todo caso de un debate de la modernidad. Hay otra, no menos moderna por lo demás, que se refiere a si la versión de los últimos siglos —en la medida en que se trate de un mismo proceso de continuidad o desarrollo (o crecimiento)— proviene de los rasgos que asomaron en Grecia y Roma, o si se trata solo de una similitud formal para fenómenos históricos muy distintos, y sin que ambos ejemplos de la antigüedad pudiesen siquiera ser comparados como si tuvieran parentesco o analogía.196 Más adelante se retorna a esto.

      Se debe emplear una definición que en primera instancia sea instrumental. Esto, en el sentido de que se explican los criterios que en su conjunto permiten calificar un sistema político como democrático, en lo esencial en su acepción moderna con raíces en la antigüedad. Se parte de la base de que la democracia es parte de ese fenómeno humano que llamamos lo político, un área de nuestro existir que constituye y distribuye formas de poder mediante actos e instituciones que llamamos políticos en el marco de un cuerpo social. Es allí donde se moverá la definición que aquí se establece. Sin embargo, la discusión sobre la democracia es inseparable del papel de la sociedad y de la relación de los grupos sociales entre sí. En este sentido, el bienestar relativo de estos últimos pasará a ocupar un papel protagónico en el proceso democrático y nunca dejará de serlo. Con todo, esto no puede abolir el carácter fundamentalmente político de la democracia como sistema.

      Rasgos fenoménicos del proceso democrático

      Existe un trasfondo al proceso democrático que no se deja traslucir si enumeramos solo instituciones, actores y prácticas. Es un ambiente que se desarrolla como parte de la evolución civilizatoria, y que casi se confunde con el mismo fenómeno al que denominamos historias o existencia histórica.

      1.- A la democracia le corresponde un autogobierno, dentro de la idea de autonomía; es un cuerpo político el que se gobierna a sí mismo, no solo lo constituye un individuo o una cadena de mando, un aparato que solo responde a sí mismo, sin ningún tipo de asentimiento del cuerpo social; algún tipo de participación de este le es sustancial.197 En teoría, el cuerpo podría ser la humanidad entera, pero la existencia histórica articuló a los hombres en sociedades, la base del cuerpo político198. Una de las traducciones más comunes de esta idea es la de la “soberanía popular”. Se trata de una legitimidad que se construye “desde abajo” o, como preferiría decirlo, sobre un consentimiento deliberado y renovado con periodicidad.

      2.- La democracia supone algún grado de participación igualitaria u homogénea en el proceso de autogobierno.199 A quienes se define como miembros de ese cuerpo poseen, en al menos una instancia, derecho efectivo de tipo igualitario en relación con todos los demás seres humanos comprendidos en el mismo. Esta participación puede ser una de tipo completo, vale decir, en todas las decisiones participan todos los miembros del cuerpo político cuando este último está compuesto por una muy pequeña comunidad, lo que solo puede darse a un nivel de familia o quizás, aunque muy difícil, a un nivel de un clan u organización intermedia. Es discutible que esto pueda constituir un cuerpo político, salvo en un sentido metafórico. La democracia ateniense, la única de Grecia que en verdad tuvo ese rango de manera destacada, aunque en el estilo bastante diferente a la moderna, no duró mucho. Además, la democracia supone un grado de abstracción en las relaciones humanas. Me explico. En un entorno familiar —la familia misma, un clan, una aldea— es difícil que aun con total participación pueda existir una democracia que suponga deliberación; esta es exigida cuando en una comunidad existencial en “sociedad” se yergue una distancia entre seres que se saben pertenecientes a un sistema, un colectivo si se quiere, pero no se conocen y la necesidad de comunicación —y la sospecha— los hace demandar un tipo de igualdad o derechos en decisiones que los afecten. Quizás no se trata de una condición para juzgar si está o no dentro del campo que se puede llamar “democrático”, pero sí que el surgimiento de la democracia tiene que ver con la percepción de esta realidad, sobre todo a partir de la experiencia romana, en la medida en que se la considera como tal. Es también el momento del surgir de la masa, con talante más o menos consciente, como fenómeno. No es lo mejor de la democracia; sí su compañera inseparable.

      3.- La democracia exige la capacidad de renovar, revisar o anular las decisiones ya alcanzadas; y que esa capacidad sea formalizada en principios escritos y en una práctica que se repita con regularidad, en principio sin límite de tiempo. La permanencia y continuidad es un supuesto tácito del sistema. La democracia no consiste en un sistema cerrado, regulado de una vez para siempre. Se está revisando constantemente a sí mismo, entregando plasticidad e incertidumbre, esperanza e inseguridad, mejoramiento e inestabilidad. Escoge ser peligrosa y, sin embargo, donde arraiga crea sociedades más dinámicas comparadas con las no democráticas (estas no constituyen una categoría única), aunque ello no sea garantía de supervivencia. Lo que no puede hacer la democracia es elegir no seguir siendo sí misma y mantenerse como democracia; es un absurdo de la misma una elección libre que tenga la cualidad de ser la última como tal.200 Tema crucial y siempre debatido cuando se arriba a los casos concretos. Los críticos radicales de la democracia, o de quienes más contemporáneamente defienden una “democracia radical”, o contesting democracy, aluden a esta consideración como un límite antidemocrático de la misma.201 Es uno de los corazones del debate democrático. Quizás también se podría definir a la democracia con una expresión chilena, como la institucionalización del “derecho a pataleo”. Esta transformación de lo que podría ser un reflejo condicionado a una manifestación legítima y legal, sí que es una de las manifestaciones de lo moderno.

      4.- Como la toma constante de decisiones por la totalidad el cuerpo político es imposible o impracticable, el derecho a tomar decisiones es delegado en representantes. De ahí lo de democracia representativa.202 Los representantes están sometidos a las mismas reglas de renovación y de acceso igualitarios definidos según la formalización escrita, una Constitución casi siempre. Por cierto, lo que es la totalidad de los que tienen derecho a elegir se ha sido definiendo de manera distinta en cada época, en general con la tendencia a la ampliación; y, por lo mismo, crece la contracorriente, la sensación del ciudadano de a pie de que no está representado. Esta representación en alguna fase de su toma de decisión debe hacer pública su deliberación, de modo de exponer un flanco esencial al debate público; de allí lo de democracia deliberativa, atributo que le es también esencial.

      5.-