Название | Hoy camino con Dios |
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Автор произведения | Carolina Ramos |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Lecturas devocionales |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877982909 |
Él es experto en arreglarnos, pero más que eso: hoy quiere transformarnos y prepararnos para cuando veamos todo con perfecta claridad. Puede ser como ese paño limpio que borra las imperfecciones y suciedades del lente a través del que vemos todo. Puede mostrarnos, a través de su mirada limpia, cuál es su plan.
Dios pregunta - 18 de enero
¿Entiendes lo que lees?
“Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?” (Hech. 8:30).
Cuando era pequeña, jugaba a memorizar las historias y el momento exacto de dar vuelta las páginas. De esta forma pretendía “leerle” a mi hermana. ¡Tenía tantas ganas de poder leer de verdad!
La pregunta de hoy no la hace Dios, sino un hombre dirigido por Dios. Esta historia no es común. Un hombre acepta cambiar la agenda de su día y sale a caminar por el desierto. De repente, comienza a hablar con un extraño. Ni siquiera sabemos si Felipe saluda al etíope; solo se le acerca, lo observa y le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” Luego, procede a hacer con él un ejercicio de comprensión lectora y, para terminar, lo bautiza. ¡Qué insólito!
Sin embargo, todo tiene sentido si comprendemos quién es Dios y cuál es su plan, si entendemos cómo actúa y cómo actúan quienes lo siguen y lo aman.
Todo aquel que regala libros, que enseña a leer, a gustar de las buenas historias y a valorar los innumerables beneficios que produce el hábito de la lectura desde la niñez, no solo abre el mundo ya conocido, sino que además brinda herramientas para comprender mejor la Palabra de Dios.
Hoy muchos no entienden lo que leen y están ansiosos por encontrarse con alguien que les recuerde el valor de la historia más hermosa que se haya contado alguna vez.
“Este etíope simboliza una numerosa clase de personas que necesita ser enseñada por misioneros como Felipe; esto es, por hombres que escuchen la voz de Dios y vayan adonde él los envíe. [...] En todo el mundo hay hombres y mujeres que miran fijamente al cielo. Oraciones, lágrimas e interrogantes brotan de las almas anhelosas de luz en súplica de gracia y de la recepción del Espíritu Santo. Muchos están en el umbral del reino esperando únicamente ser incorporados en él. [...] Hoy también los ángeles guiarán los pasos de los obreros que consientan en que el Espíritu Santo santifique sus lenguas y refine y ennoblezca sus corazones” (Los hechos de los apóstoles, pp. 90, 91).
¡Qué hermoso! Dios tiene un plan para cada uno de sus hijos. No solo lo cumplió en un camino desierto a Gaza, ¡puede cumplirlo hoy!
¿Entiendes lo que lees? Pregúntatelo y también prepárate para preguntárselo a otros.
El poder de la música - 19 de enero
Secretos de rodillas
“Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
Los niños prestan especial atención cuando nos arrodillamos frente a ellos, a su altura. Con muchos alumnitos me ha pasado que, al posicionarme de esta forma, ellos se animan a contarme sus secretos. Se acercan y con su cálido aliento y aguda vocecita me cuentan las verdades más importantes de su vida: que tienen un gatito nuevo, que fueron invitados a una fiesta de cumpleaños, que ayer se rasparon la rodilla, etc.
A niños como ellos, Isaac Watts quería enseñarles del amor de Dios, de la creación, de la salvación y del gran sacrificio que significó que Jesús viniera a esta Tierra, el mayor motivo de alegría para el mundo.
Escribió el primer himnario para niños y uno de los himnos que hoy cantamos, trescientos años después, enseña del maravilloso poder de Dios.
En nuestro himnario mantiene una melodía inglesa, pero con la letra del español José Zorrilla, del poema “Las nubes”. Esta extensa y magnífica obra narra el comienzo de una tormenta y toda la respuesta de la naturaleza ante ella. Pero sobre todo, resalta la presencia del “Hacedor supremo del Universo”.
La grandeza del Creador, la maravilla de un amor tan profundo, que atraviesa los cielos y atravesó las manos de quien nos dio vida para siempre, puede ser algo que reconozcamos inmediatamente al contemplar su obra natural.
Su oído atento quiere escuchar nuestras alegrías y tristezas, pero también tiene la capacidad de escuchar cuando no tenemos más palabras. A punto de desatarse una tormenta en nuestra vida, él nos recuerda que está por encima de todas las cosas, controlando todo.
El Universo entero lo adora y nosotros muchas veces nos damos el lujo de ni dirigirle la palabra.
Ojalá hoy podamos cantar:
“Señor, yo te conozco, mi corazón te adora, mi espíritu de hinojos ante tus pies está; pero mi lengua calla, porque mi mente ignora los cánticos que llegan al grande Jehová”.
Nos imagino arrodillados a su lado, listos para contarle algo en confianza, porque él se acercó a nosotros y se puso a nuestra altura. Pero al querer decir algo, quedamos mudos de asombro, gratitud, y reverencia en su presencia. Y disfrutamos simplemente del acto de alabar en silencio.
Historias de hoy - 20 de enero
La basílica de Santa Fe
“El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan de verdad” (Sal. 141:18, NVI).
La mujer tenía una mochila de Barbie rosada, una cartera marrón cargada de cosas grandes que no suelen llevarse en una cartera, una bolsa de plástico y una mirada perdida.
Abrimos juntas la puerta de la basílica y entramos con esa reverencia que caracteriza a los que saben que entran a un recinto sagrado no porque el edificio en sí tenga algo especial, sino porque saben a quién fueron a buscar.
Con la angustia, la desesperanza y la impotencia pintadas en un rostro de 35 años prematuramente avejentado, se arrodilló. Dejó sus bártulos a la misericordia de los cuidadores del lugar y se entregó completamente a rezar.
Era pleno mediodía.
Adentro estábamos solo nosotras dos y, aunque intercambiamos un par de frases cortas antes de entrar, decidí otorgarle ese espacio que me daba la impresión que necesitaba.
Me senté unos bancos más adelante y, aunque no recé y mis creencias probablemente diferían de las suyas, compartimos la sinceridad de corazón.
Cinco minutos después, se fue. Un hombre me invitó a retirarme también. Apagó las luces, movió las llaves y cerró.
Salí en silencio, pensando que ese día había conocido a una Ana moderna, pero también consciente de que no hay iglesias, ni catedrales, ni monasterios, ni mezquitas que puedan contener al Dios en el que creemos.
Nadie puede venir a echarnos si nos dimos cita con el Rey. Podemos conversar con él adentro, pero también del lado de afuera.
Todos aquellos con quienes nos crucemos este mediodía estarán sumidos en sus preocupaciones y vivencias, y tienen una necesidad.
Presta atención. Quizá te encuentres con alguna Ana moderna por quien interceder. Quizá necesites volcar tu corazón como lo hizo ella.
No dejes pasar aunque sea un rato para conversar con él. Está cerca de quienes lo invocan.
“La oración de Ana no fue escuchada por oídos humanos, pero llegó al oído del Dios de los ejércitos. Fervientemente le rogó a Dios que le quitara su afrenta [...]. Ana había estado en comunión con Dios. Creía que su oración había sido escuchada, y la paz de Cristo llenaba su corazón” (La oración, p. 134).
Que esa misma paz llene tu corazón hoy, donde sea que estés.
Valores