Hoy camino con Dios. Carolina Ramos

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Название Hoy camino con Dios
Автор произведения Carolina Ramos
Жанр Документальная литература
Серия Lecturas devocionales
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877982909



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La transformación que Jesús realiza en nuestra vida puede costar un poco, pero siempre vale la pena. Ojalá hoy depongamos nuestras excusas y pretextos empapados de dolor y resignación, de comparación con los demás, de búsqueda en vano, y respondamos afirmativamente a la pregunta de Jesús, esa pregunta que en sí misma trae libertad.

      Ojalá las plantas de nuestros pies, así como las de este hombre, este sábado dejen como huella una decisión de fe.

      La danza de los zapatos

      “Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría, para que yo te cante alabanzas y no me quede callado. Oh Señor, mi Dios, ¡por siempre te daré gracias!” (Sal. 30:11, 12, NTV).

      Un día gris conversamos con Guillermo. Él tenía su taller, pero prefería pasar el día pintando en los concurridos adoquines de Caminito, una zona turística de Buenos Aires. Entre tantas cosas, me dijo que con su esposa bailaron por todo el mundo sobre una lona blanca que extendían en el suelo. Ponían pintura en la suela de sus zapatos y dejaban que el ritmo del tango fuese quedando plasmado sobre esa superficie, mientras ellos se movían en un vaivén tan íntimo como internacional. Cuando el bandoneón dejaba de sonar y ellos dejaban de bailar, quedaba inmortalizado un cuadro musical, con mezclas de taco ancho cuadrado y puntitos de taco de aguja.

      Pensando en los zapatos, se me ocurre recordar el recorrido que hacen. ¡Cuántas historias tendrían para contar!

      Son testigos de caídas, tropiezos, triunfos y oportunidades, y dejan una marca que de cierta forma nos hace “inmortales”, aunque sea por un rato, en la vida de las personas que nos rodean. Puede haber baile torpe, no perfeccionado, con intentos, con algunos aciertos sublimes y a veces algunos yerros estridentes.

      Pero el cuadro final puede ser motivo de perseverancia y será tanto más hermoso si refleja la imagen de quien nos creó, quien nos da fuerzas cuando faltan, quien inventó los colores, la música y con ellos nos permite ir dibujando algo aunque no seamos del todo conscientes de que lo estamos haciendo; aunque no sepamos qué es lo que él ve en nosotros, aunque no sepamos que él nos ve...

      ¿Qué está quedando cuando el bandoneón para y la pintura se gasta?

      Nuestra vida, como cristianos, debe dejar una huella positiva; y el apóstol Pablo, parafraseando al profeta Isaías, nos hace una invitación: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Rom. 10:14, 15).

      Dios quiere grabar una alegre danza con tu vida hoy. Quiere llevar buenas nuevas por medio de ti y de tus pies dispuestos.

      ¿Quién tocó mi túnica?

      “Jesús se dio cuenta de inmediato de que había salido poder sanador de él, así que se dio vuelta y preguntó a la multitud: ‘¿Quién tocó mi túnica?’ ” (Mar. 5:30, NTV).

      ¿Alguna vez te preguntaste cuál sería tu reacción si una muchedumbre descubriera algo que querías que pase inadvertido?

      La mujer con flujo de sangre mencionada en la Biblia muchas veces había sido rechazada, aislada e insultada debido a su enfermedad y al trato que habitualmente recibían en aquellos tiempos las personas en esa condición. Por eso mismo su acto fue tan valiente.

      Pero si nos pusiéramos en su lugar, podríamos sentir también el momento de pesado silencio que acompañó la pausa y la pregunta de Jesús. Se nos dice que Jesús se dio cuenta de que había salido poder sanador de él y que, después de preguntar quién lo había tocado, siguió mirando alrededor para ver quién lo había hecho.

      No sé cuántos segundos pasaron desde la pregunta de Jesús hasta la confesión de la mujer, pero la Biblia cuenta que ella se acercó y se arrodilló ante él, asustada y temblando.

      Sin embargo, la timidez con que la mujer extendió su mano y se acercó a él muestra que, en lo más íntimo de su corazón, ella sabía quién era él. Tenía fe. ¡Cuánto tenemos que aprender de ese día!

      Quizás a veces no nos animamos a acercarnos a Jesús, cuando él es el único que puede limpiarnos. ¿Tenemos la fe suficiente como para creer que un simple toque puede restaurar nuestra vida? ¿Acaso estamos entre la multitud que aleja a los que con toda fe y sinceridad lo buscan? ¿Será que alguna vez Jesús sintió poder que salía de él, miró alrededor y nos vio a nosotros? ¿Ya “tocamos su túnica”? ¿Ya lo hemos buscado con esa fe que dejó a toda una multitud en vilo?

      En El Deseado de todas las gentes, Elena de White dice: “No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en él. [...] La fe salvadora es una transacción por medio de la cual quienes reciben a Cristo se unen con Dios en una relación de pacto. La fe genuina es vida” (pp. 312, 313, énfasis añadido).

      ¡Al comenzar un nuevo mes se nos regala una nueva oportunidad de buscarlo con fe, y de tener esa vida!

      Fuente de la vida eterna

      “Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Apoc. 21:6).

      Robert Robinson era un niño pequeño cuando su papá falleció. Como el sistema de asistencia social de esa época no estaba muy desarrollado, tuvo que salir a trabajar ya desde muy joven. Sin un padre que lo guiara y disciplinara, Robert comenzó a pasar su tiempo con malas compañías.

      Un día, su pandilla acosó a una gitana que apuntó su dedo hacia él y le dijo que viviría para ver a sus hijos y nietos. Esto lo conmovió y pensó “Si voy a vivir para ver crecer a mis hijos y nietos, tendré que cambiar mi estilo de vida. No puedo seguir como ahora”.

      Robert decidió ir a escuchar a George Whitefield, un predicador metodista que con su sermón lo concientizó un poco más acerca del pecado. Con el pasar de los años, decidió hacerse pastor también, y en 1757 escribió un himno que expresaba el gozo de su nueva fe. En él, le pedía a Dios que afinara su corazón para cantar de su gracia y que le enseñara los melodiosos sonetos que se entonan en el cielo. Agradecía por la forma en que Dios lo había rescatado y hablaba acerca de su corazón, tan propenso a alejarse del Dios a quien amaba.

      Tiempo después, dejó el metodismo y se hizo bautista. Más tarde comenzó a predicar ideas muy controversiales. Aunque aún seguía amando a Dios, se había alejado mucho del estilo de vida piadoso que llevaba.

      Se cree que una vez viajaba en un carruaje y una mujer comenzó a tararear el himno que él había compuesto años atrás. Él le confesó que era el autor, y con tristeza y nostalgia rememoró las épocas en que estaba más cerca de Dios. Le dijo que daría mil mundos por volver a esa intimidad con él. La parte final del himno, en su versión original en inglés, es una oración que dice: “Señor, toma mi corazón y séllalo”.

      Quizá tu corazón, como el de Robert, es propenso a vagar y alejarse del redil, pero hoy puedes elevar esa misma oración. Ten la seguridad de que Dios la responderá. Él es la fuente de vida eterna y su piedad inagotable se deleita en perdonar.

      El “ángel” del auto blanco

      “Antes que me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando ya los habré escuchado” (Isa. 65:24).

      La casa tenía aspecto de dejadez. De un lado había casas abandonadas, del otro una esquina vacía, y enfrente un terreno baldío