Feminismo para América Latina. Katherine M. Marino

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Название Feminismo para América Latina
Автор произведения Katherine M. Marino
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079946555



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embargo, en 1928 los esfuerzos combinados de las mujeres por un feminismo panamericano antiimperialista movieron a la acción a cientos de cubanas, lo que culminó en la primera organización intergubernamental de mujeres del mundo: la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM). Los cambios en la legislación internacional que González y Domínguez habían planteado dos años antes en Panamá definirían al feminismo panamericano de los siguientes 20 años.

      LA CONFERENCIA DE PANAMÁ DE 1926: SOBERANÍA PARA LAS MUJERES Y LAS NACIONES

      El congreso celebrado en Panamá en 1926, en el que Ofelia Domínguez Navarro y Clara González anunciaron sus novedosas y audaces metas, fue resultado directo de la Conferencia de Baltimore de 1922, comandada por Carrie Champan Catt y Bertha Lutz. Inauguró el congreso Esther Neira de Calvo, delegada en Baltimore por Panamá y vicepresidenta de la Unión Interamericana de Mujeres, nuevo nombre de la Pan-American Association for the Advancement of Women [Asociación Panamericana para el Progreso de las Mujeres] (PAAAW). Cuando Neira de Calvo supo que Panamá conmemoraría el centenario del congreso de Simón Bolívar de 1826, decidió celebrar un congreso de mujeres como parte de estos actos para revitalizar la inactiva Unión Interamericana de Mujeres.2 Neira de Calvo —que provenía de un entorno de élite, se había educado en Europa y hablaba inglés con fluidez— mantenía una estrecha relación con el gobierno de Panamá y apoyaba a las instituciones y la cultura estadounidenses. Fue para ella una gran decepción que tanto Catt como Lutz rechazaran la invitación a asistir al encuentro.3

FIGURA 4. Clara González, fecha desconocida. Cortesía de la Schlesinger Library, Radcliffe Institute, Universidad de Harvard.

      FIGURA 4. Clara González, fecha desconocida. Cortesía de la Schlesinger Library, Radcliffe Institute, Universidad de Harvard.

      Sin embargo, la ausencia de Catt y Lutz abrió el camino a otras líderes y a nuevas variantes del feminismo surgidas al calor de la conferencia. Neira de Calvo reunió a un grupo de mujeres más diverso que el de la Conferencia de Baltimore de 1922. Unas doscientas mujeres provenientes de Perú, Cuba, Panamá, Colombia, Bolivia (estos dos últimos países no habían tenido representación en Baltimore) y otras muchas naciones asistieron a la conferencia, cuyo idioma oficial fue el español.4

      Clara González se transformó en una de sus líderes. Su fama había crecido hacía poco en Panamá por ser la primera abogada en ese país y por haber fundado una nueva organización feminista. Nacida en la provincia de Chiriquí, de padre español y madre panameña de ascendencia indígena, quienes no se habían casado de manera oficial, González provenía de un entorno más humilde que el resto de las líderes feministas panamericanas. Su acercamiento al feminismo provenía además de una experiencia personal más traumática que la del resto de sus compañeras. Cuando González era niña, su madre buscaba trabajo remunerado fuera del hogar y su padre trabajaba como carpintero ambulante. A la edad de seis años fue violada por el nieto de su padrino, un hombre rico y poderoso de Chiriquí, pero su sexo y su clase hicieron que la culpa recayera en ella en lugar de en su agresor. Esta experiencia persiguió a González durante casi toda su vida y fortaleció su resolución de cambiar las leyes patriarcales.5 Tuvo acceso a la educación gracias a becas y a un incipiente sistema educativo público; más adelante trabajó como maestra mientras tomaba cursos nocturnos para terminar la licenciatura en derecho en el Instituto Nacional. En 1922, a los pocos meses de cumplir 24 años, González se transformó en la primera abogada de Panamá.6 El código civil panameño les impedía a las mujeres ejercer la abogacía, pero sus intercesiones directas con el presidente Belisario Porras consiguieron en 1924 la aprobación de una ley que garantizaba el derecho de las mujeres a ejercer el derecho.7

      La tesis profesional de González, La mujer ante el derecho panameño, le otorgó prestigio nacional e internacional. Se trataba de un análisis exhaustivo —el primer estudio de este tipo— de la situación de las mujeres bajo la legislación política, penal y civil de su país. Su éxito la llevó a lanzar su propia organización, Renovación, para luchar por el sufragio y la igualdad jurídica de las mujeres.8 En 1923, contribuyó a la formación de un partido político y organización independiente, el Partido Nacional Feminista (PNF), al cual varios historiadores atribuyen el “nacimiento del feminismo” en Panamá.9 A diferencia de la más conservadora Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer, de Esther Neira de Calvo, que aglutinaba mayoritariamente a mujeres de la élite y se enfocaba en el “mejoramiento de la mujer” en lugar de en el voto, el PNF se distinguía por una membresía y un liderazgo más diversos, que incluía a mujeres afropanameñas y trabajadoras, además de por su lucha explícita por los derechos civiles y políticos igualitarios para las mujeres.10

      Durante sus inicios, el PNF de González cambió con éxito algunas disposiciones relativas a derechos políticos, educación y bienestar de la mujer.11 El grupo fundó una escuela nocturna para mujeres y presionó por la promulgación en 1925 de leyes de protección de diversos derechos civiles, entre ellos los derechos de la mujer a administrar sus propiedades, tener representación en los tribunales, actuar como testigo de testamentos y otros documentos legales, y ser admitida en el Colegio de Abogados. Gracias al activismo del grupo, Panamá revisó su ley de matrimonio en 1925 para que, en lugar de que las esposas debieran “obediencia” a sus maridos, una y otros se debieran “recíprocamente respeto y protección” en virtud de la ley; además, se aceptó el divorcio por consentimiento mutuo.12

      Para González, la igualdad de derechos ante la ley representaba el eje de las demandas feministas, así como un medio para alcanzar metas más importantes. A pesar de que en esos años Clara no tenía vínculos oficiales con el Partido Socialista, era feminista y socialista por sus principios intelectuales y organizativos. Influida por La mujer y el socialismo, del filósofo alemán August Bebel, publicado en 1919, cofundó la Federación de Estudiantes de Panamá en 1922 y se unió a la Federación Sindical de Obreros y Campesinos, al Sindicato General de Trabajadores y al Grupo Comunismo, una asociación inspirada en el socialismo, el anarquismo y el antiimperialismo. Además de apoyar el voto y la igualdad civil como necesidades vitales, buscaba promover los derechos de todos los trabajadores, especialmente de las mujeres, además de abordar las disparidades socioeconómicas de la sociedad panameña, todo lo cual ella consideraba como objetivos internacionales. Al ser testigo de cómo la primera Guerra Mundial y las Revoluciones rusa y mexicana habían impulsado animados debates políticos, que abarcaban el feminismo, de la misma manera que habían fortalecido sólidos movimientos sociales de trabajadores y diversos tipos de anarquismo, González ligó su feminismo a ideales anarcosindicalistas e internacionalistas.13

      También vinculó su feminismo a ideales antiimperialistas. En Panamá, el vergonzoso Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903 cedió el Canal de Panamá a Estados Unidos y le otorgó a perpetuidad todos los derechos, los poderes y la autoridad sobre la zona del Canal, una franja de 1 432 kilómetros cuadrados. En 1926, cuando se estaban discutiendo los términos del tratado, Estados Unidos buscó expandir su control en la región.14 Los reclamos por la soberanía panameña continuaron durante esos años; mientras tanto, los argumentos sufragistas de González se basaron de manera explícita en el lenguaje de la soberanía nacional.15

      Estos ideales inspiraron las metas de González por un feminismo interamericano. Después de recibir una invitación de Neira de Calvo para asistir a la conferencia, González explicó en Orientación Feminista, órgano del PNF, que la conferencia sería un acto trascendental que fusionaría preocupaciones locales e internacionales. Esperaba que el congreso representara no sólo a mujeres influyentes, sino a aquellas con distintos orígenes y “a todas las que [...] por diversos caminos [...] se esfuerzan en la persecución del ideal social de justicia encarnado en el triunfo de los derechos de la mujer”.16

      González buscaba en concreto un nuevo feminismo panhispánico que celebrara a las mujeres latinoamericanas de todas las clases, incluidas las pobres y las trabajadoras. Bien consciente del trabajo de base llevado a cabo por Neira de Calvo, Carrie Chapman Catt y otras, Clara estaba preocupada por el elitismo