Feminismo para América Latina. Katherine M. Marino

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Название Feminismo para América Latina
Автор произведения Katherine M. Marino
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079946555



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Catt se sintió desilusionada con casi todos los países que visitó, excepto Uruguay, donde encontró cierto ímpetu sufragista. En un informe privado a la LWV, Catt señaló que Sudamérica tenía las organizaciones de mujeres menos modernas de los seis continentes. Señaló que no había encontrado a nadie con el discernimiento, la energía y la firmeza como para encabezar un movimiento de mujeres, aunque hizo una excepción con Lutz, a la que consideraba ajena a la América hispana.112 Los discursos públicos de Catt en América Latina y las reflexiones que publicó concluían que el movimiento de las mujeres en la región se hallaba 40 años atrasado en relación con Estados Unidos. Atribuía esa lentitud a un clima más cálido y al arraigo de las tradiciones católicas. De manera aún más perniciosa, cuestionaba la aptitud de las mujeres latinoamericanas para la organización política y la lucha por los derechos.113 Los periódicos de habla hispana reprodujeron los comentarios de Catt, que se ganó un profundo desprecio, lo que hizo añicos las esperanzas de muchas latinoamericanas en un feminismo panamericano basado en la igualdad. Cuando Elena Torres renunció a su puesto en una reunión del grupo panamericano en Nueva York, en 1925, explicó que la tremenda condescendencia de la América anglosajona hacia Hispanoamérica había hecho “imposible” para “las mujeres hispanoamericanas” trabajar con las estadounidenses.114

      Por otro lado, Paulina Luisi sentía una profunda preocupación por el liderazgo de Catt y Lutz. A pesar de que muchas feministas en la Conferencia de Baltimore reconocían a Luisi como líder espiritual, ni Lutz ni Catt le habían informado sobre su vicepresidencia honoraria.115 En 1923, Celia Paladino de Vitale le escribió a Lutz para manifestar su alarma y la de Luisi ante este silencio, sobre todo teniendo en cuenta que las uruguayas eran responsables de la creación del grupo.116

      Sin embargo, Luisi ya no confiaba en Catt ni en Lutz para forjar vínculos panamericanos: había encontrado una salida para una rama diferente de feminismo panhispánico. En 1923 fue nombrada vicepresidenta de un nuevo grupo, la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, fundada por la feminista mexicana Elena Arizmendi. Incluso antes de la Conferencia de Baltimore de 1922, Arizmendi había contactado a Catt y la LWV para afiliarse a la nueva organización, pero el resultado de la conferencia y los consiguientes comentarios peyorativos de Catt sobre las mujeres latinoamericanas enfadaron a Arizmendi, que publicó una evaluación crítica de Catt en las páginas del boletín de la liga.117 Luisi y Arizmendi impulsaron a muchas otras feministas de la región a unirse alrededor de un feminismo panhispánico antiimperialista. A pesar de que los posteriores conflictos interpersonales hicieron que Luisi y Arizmendi se distanciaran, y que Luisi abandonara la liga, el grupo fue un importante estímulo para el feminismo panhispánico en Costa Rica, Colombia, Puerto Rico, Ecuador, Perú, Nicaragua y República Dominicana, entre otros países.118

      Luisi se sintió reconfortada cuando vio que el feminismo interamericano que había imaginado como contrapeso al imperio estadounidense empezaba a situarse en el discurso regional oficial. En la quinta Conferencia Internacional de Estados Americanos de 1923, celebrada en Santiago de Chile, un grupo de delegados hombres de Argentina y Chile insistió, en un gesto sin precedentes, en tener en cuenta los derechos de la mujer en los procedimientos oficiales. Hasta entonces, esos derechos de la mujer se habían discutido sólo en encuentros de mujeres. Inspirados por el creciente movimiento feminista panamericano y presionados por algunas de las asistentes a la Conferencia de Baltimore, algunos hombres de Estado asumieron compromisos con la Unión Panamericana para estudiar e informar sobre derechos civiles y políticos de las mujeres en las futuras conferencias panamericanas. La propuesta de Máximo Soto Hall, novelista guatemalteco y delegado por Argentina, puso énfasis en la centralidad de la cuestión de la mujer para el progreso de la civilización. Las conferencias panamericanas oficiales ya incluían discusiones sobre la educación, la paz y el trabajo. Él sostuvo que los derechos de la mujer también deberían incluirse, como un imperativo cultural que ayudaría a traer la democracia a América Latina, sobre todo a la luz de los triunfos del sufragismo en Estados Unidos y Europa.119 El delegado chileno Manuel Rivas Vicuña respaldó la propuesta, calificándola “una obra de justicia social, reclamada por la opinión pública en todos los pueblos”.120 El delegado de Costa Rica, Alejandro Alvarado Quirós, destacó “la importancia y trascendencia” de la propuesta. “La mujer americana no es ni puede ser inferior a la europea”, aseguró.121 Esta propuesta, que también ponía énfasis en la inclusión de las mujeres en las delegaciones gubernamentales de futuras conferencias, fue aprobada por unanimidad.122

FIGURA 3. Delegadas ante el noveno Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio Femenino en Roma, 1923. Bertha Lutz marcó con una tilde a Carrie Chapman Catt, ubicada en la fila de atrás, y dibujó una línea vertical sobre sí misma. Paulina Luisi está sentada justo a la derecha de Lutz, luciendo un gran sombrero. Cortesía del Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, Brasil.

      FIGURA 3. Delegadas ante el noveno Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio Femenino en Roma, 1923. Bertha Lutz marcó con una tilde a Carrie Chapman Catt, ubicada en la fila de atrás, y dibujó una línea vertical sobre sí misma. Paulina Luisi está sentada justo a la derecha de Lutz, luciendo un gran sombrero. Cortesía del Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, Brasil.

      Las demandas que había formulado Luisi años atrás en el Congreso Americano del Niño de 1916 y en la Conferencia Panamericana de Baltimore de 1922 habían abierto el camino a esta resolución.123 Su espíritu antiimperialista panhispánico también había influido en la resolución. Soto Hall era bien conocido por sus escritos, en los que criticaba abiertamente el imperialismo estadounidense. En la conferencia panamericana de 1923, su resolución fue parte de un proyecto más amplio que algunos diplomáticos latinoamericanos estaban desarrollando para luchar contra la hegemonía de Estados Unidos en América.124 Esta conferencia en Santiago de Chile representó un punto de inflexión en las conferencias panamericanas; a partir de entonces, los delegados latinoamericanos las utilizaban de manera explícita como oportunidades para “avergonzar a Washington”, en palabras de Alan McPherson.125

      Las feministas de América celebraron que se aprobara la resolución por los derechos de la mujer.126 Durante la conferencia, Lutz le envió un telegrama de apoyo a Rivas Vicuña en nombre de la organización de mujeres panamericanas que ella encabezaba.127 Posteriormente, señaló que América se estaba abriendo a las corrientes del pensamiento moderno, en el sentido de equiparar los derechos entre los dos sexos. Se congratuló por la auspiciosa marcha de la igualdad de derechos políticos y civiles de la mujer en toda América, como evidencia de una ética excepcional: el repudio a los preconceptos y los prejuicios de cualquier clase.128

      A pesar de todo, esos preconceptos y esos prejuicios seguían vigentes en el feminismo panamericano. El chauvinismo nacional y la discriminación basada en la geografía, la raza, el idioma y el imperio desempeñaron un papel fundamental en los diseños feministas mundiales que atestiguaron el afianzamiento de los vínculos entre Lutz y Catt, a medida que se enfriaban los lazos que tenían con Paulina Luisi. Estos conflictos sufrieron una escalada meses después de la conferencia en Santiago de Chile, durante el congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio Femenino, realizado en Roma en 1923. Este encuentro sería la primera y única vez que las tres mujeres estarían juntas en la misma habitación. A pesar de que Lutz y Luisi mantuvieron la cortesía en el trato, se enfrentaron en las reuniones cuando la segunda se opuso a la propuesta de fundir la IWSA con su predecesor, el ICW, de tendencia más conservadora. Para entonces, Luisi ya había roto su relación con la Conamu (ligada al ICW), la primera organización que ella había fundado en Uruguay y que ya no tenía al sufragio como una de sus metas. Se dio cuenta de que la unión entre los dos grupos internacionales distanciaría a muchas de las integrantes de su Alianza Uruguaya (ligada a la IWSA), que continuaba luchando por el derecho al sufragio. Sin embargo, inmediatamente después de que Luisi manifestara su desacuerdo, Lutz apoyó de manera abierta la fusión, argumentando que en Brasil no había tensión entre ambos grupos.129

      Finalmente, la IWSA y el ICW permanecieron separados, pero este debate enmascaró la fisura más profunda entre Bertha y Paulina en relación