Feminismo para América Latina. Katherine M. Marino

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Название Feminismo para América Latina
Автор произведения Katherine M. Marino
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079946555



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relacionada con el sufragio federal. Oradora con un carisma brillante y hábil organizadora, Stevens era famosa en Estados Unidos por su activismo sufragista, que la había llevado a la cárcel, experiencia inmortalizada en su libro Jailed for Freedom [Encarcelada por la libertad].59

      El 24 de enero de 1928, ella y el resto de las feministas estaban conmocionadas ante las cerca de 200 mujeres que se apretujaban en el salón de actos de la Asociación de Reporters de La Habana. Allí, feministas cubanas anunciaron el nacimiento de un nuevo movimiento por los derechos de la mujer y denunciaron las ideas de superioridad de Estados Unidos. La líder del Club Femenino, Pilar Jorge de Tella, rechazó la idea de que las mujeres latinoamericanas eran incapaces de ejercer sus derechos políticos: “Entraña esa clasificación una diferencia subalterna, inmerecida y no justificable”, exclamó. “El criterio de una civilización superior en la del Norte e inferior en la del Sur es absurdo.”60 A pesar de que Jorge de Tella no mencionó a Carrie Chapman Catt, la alusión fue evidente para todas las presentes en la sala. Sin embargo, Stevens y el resto de las feministas del NWP que había en La Habana marcaban un contraste con Catt. Jorge de Tella aseguró al público que las militantes del NWP estaban “hermanadas” con las mujeres cubanas y que se presentaban “unidas, hermanadas, en un concepto común” para combatir cualquier noción de inferioridad latinoamericana. Estas feministas estadounidenses habían ido a La Habana, exclamó, “en un gesto de altruismo constructivo” para apoyar la resolución internacional por derechos igualitarios para todas y por una Panamérica más justa.61 El público entero se puso de pie para aplaudirle.

FIGURA 6. Parte de la asamblea de feministas cubanas en el paraninfo de la Asociación de Reporters de La Habana, Cuba, 24 de enero de 1928. De pie frente a la ventana, de izquierda a derecha: Plintha Woss y Gil (República Dominicana), Helen Winters (Estados Unidos), Muna Lee de Muñoz Marín (Estados Unidos), Doris Stevens (Estados Unidos), María Montalvo de Soto Navarro (Cuba), Jane Norman Smith (Estados Unidos), Serafina R. de Rosado (Costa Rica) y Julia Martínez (Cuba). Sentada ante la mesa (sin sombrero): María Collado (Cuba). Cortesía de la Schlesinger Library, Radcliffe Institute, Universidad de Harvard.

      FIGURA 6. Parte de la asamblea de feministas cubanas en el paraninfo de la Asociación de Reporters de La Habana, Cuba, 24 de enero de 1928. De pie frente a la ventana, de izquierda a derecha: Plintha Woss y Gil (República Dominicana), Helen Winters (Estados Unidos), Muna Lee de Muñoz Marín (Estados Unidos), Doris Stevens (Estados Unidos), María Montalvo de Soto Navarro (Cuba), Jane Norman Smith (Estados Unidos), Serafina R. de Rosado (Costa Rica) y Julia Martínez (Cuba). Sentada ante la mesa (sin sombrero): María Collado (Cuba). Cortesía de la Schlesinger Library, Radcliffe Institute, Universidad de Harvard.

      Al día siguiente, Doris Stevens escribió una carta a casa en la que contaba cómo había casi enloquecido con la pura emoción que sintió por ese triunfo. Decía que el encuentro había sido electrizante, que la prensa no había dado cuenta ni por asomo del entusiasmo vivido por un auditorio que desbordaba la sala.62 Más tarde recordaría el momento comparándolo con un gran incendio forestal que la hubiera quemado, dejándola como un árbol chamuscado. Agregaba que, aunque se suponía que ellas estaban al mando, en realidad eran las demás quienes las habían devorado por completo.63

      El movimiento feminista en Cuba estaba creciendo, en parte gracias al activismo de líderes como Ofelia Domínguez. Como consecuencia del rechazo de Machado a promover el sufragio, estas feministas buscaron ejercer presión internacional. A pesar de que el presidente había prometido defender el sufragio femenino ante la asamblea constitucional de 1927, no cumplió su promesa (el voto no se consiguió en Cuba sino hasta 1934).64 Las feministas veían el trabajo que había llevado a cabo Domínguez en el Congreso de Panamá de 1926 como un paso importante hacia lo que esperaban conseguir en la Conferencia Panamericana de La Habana de 1928: un compromiso interamericano por los derechos de la mujer que presionara a Machado a hacerlos realidad.

      De hecho, la Conferencia de La Habana de 1928 estaba en el radar del NWP sólo porque el año anterior Flora Díaz Parrado, una joven abogada amiga de Domínguez y fundadora de la filial del Club Femenino en Camagüey, les había hablado a miembros del NWP sobre él. En diciembre de 1927, Díaz Parrado asistió a la oficina central del NWP en una visita a Washington para impartir una serie de conferencias profesionales. En ese momento se reunió con la presidenta Alice Paul y con Katharine Ward Fisher, editora de Equal Rights, el periódico del NWP, para alentar a que algunos miembros del partido asistieran a la conferencia panamericana.

      Para entonces, el Club Femenino y el NWP ya habían establecido lazos sólidos. A principios de los años veinte, una mujer estadounidense que vivía en La Habana con su marido, un hombre de negocios, estableció contacto con las feministas cubanas en representación del NWP y distribuyó Equal Rights en Cuba.65 Ambos grupos se consideraban aliados en el uso de tácticas radicales que desafiaban a sus respectivos gobiernos. Durante la primera Guerra Mundial, el NWP atacó al presidente Wilson y rechazó apoyar la entrada de Estados Unidos en la guerra.66 Después del sufragio, la organización se volvió mucho más conservadora. En 1923, el NWP decidió que su objetivo nacional sería la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA, por las siglas de Equal Rights Amendment), la cual afirmaba que hombres y mujeres debían tener derechos igualitarios en todo Estados Unidos y en cualquier lugar sujeto a su jurisdicción. Este enfoque, que hacía hincapié únicamente en la igualdad legal, era un anatema para las mujeres trabajadoras de la industria y para las reformistas progresistas, que le temían a la ERA por su llamamiento a tener leyes idénticas para hombres y mujeres, que podían acabar con años de dura lucha por conseguir una legislación específica para las mujeres trabajadoras. Además, hacía que el grupo fuera inaceptable para la mayoría de las reformistas afroamericanas, en especial desde que el NWP rechazara apoyar la legislación contra linchamientos y se opusiera al impuesto al sufragio y otras formas de discriminación racial, aliándose más tarde con senadores del sur de Estados Unidos que habían prometido apoyar la ERA. Sin embargo, en 1927 y 1928, el NWP aún tenía en Cuba fama de ser radical y de vanguardia, además de considerársele mucho más progresista que la LWV, grupo estadounidense más grande y con el que las mujeres cubanas estaban más familiarizadas. En las páginas de Equal Rights, el NWP celebraba el feminismo cubano y señalaba paralelismos entre el Club Femenino y su propia militancia.67

      Estas conexiones precipitaron el viaje de Díaz Parrado a la sede del NWP a finales de 1927.68 Allí le explicó en detalle a la presidenta del partido, Alice Paul, que, a pesar de que la resolución de Máximo Soto Hall de 1923 garantizaba que las futuras conferencias panamericanas incluirían a las mujeres y estudiarían y promoverían sus derechos políticos y sociales, y a pesar de la constante presión que ejercían las feministas cubanas, los derechos de la mujer no se incluían en el programa de la conferencia de 1928. Aunque ella y otras integrantes del Club Femenino habían solicitado al ministro del Interior cubano que nombrara como delegadas a algunas mujeres, sus peticiones no habían sido atendidas.69 Con la convicción de que las mujeres estadounidenses podrían ser útiles desde un punto de vista político para alcanzar su meta de hacer efectivo el sufragio a escala nacional, Díaz Parrado le pidió al NWP que enviara a algún representante a la conferencia para presionar por los derechos interamericanos de la mujer.

      Así como el deseo del Club Femenino de contar con mujeres estadounidenses en La Habana respondía a un carácter instrumental, Alice Paul tenía un interés particular en la conferencia. Después de su reunión con Díaz Parrado, Paul se dio cuenta de que la conferencia panamericana sería una oportunidad perfecta que no debían dejar pasar para reavivar la campaña nacional del NWP a favor de la ERA.70 Ésta había sido paralizada en el Congreso desde su presentación a finales de 1923. Luego de 1925, el Woman’s Party había buscado las vías internacionales para promover su enmienda nacional. Ese año, Paul y Alva Belmont, una heredera que aportaba gran parte del apoyo financiero que recibía el NWP, formaron el International Advisory Committee [Comité de Asesoramiento Internacional], un grupo de presión compuesto por mujeres en alguna posición de liderazgo, provenientes en su mayoría de Inglaterra y Europa Occidental, el cual promovería los “derechos igualitarios”