Feminismo para América Latina. Katherine M. Marino

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Название Feminismo para América Latina
Автор произведения Katherine M. Marino
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079946555



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Estados Unidos.61 Sin embargo, el grupo también buscaba promover las inversiones y la hegemonía económica estadounidenses en América Latina. Cuando la directora ejecutiva de la filial de la LWV en Maryland propuso la idea a su presidenta, Maud Wood Park, resaltó los beneficios comerciales como primer motivo de la conferencia.62

      La propuesta de Luisi de una nueva asociación panamericana de mujeres intentaba contrarrestar la hegemonía estadounidense en todas sus formas. Ella creía que “Uruguay debería ser quien lo hiciera; ¡el más pequeño pero el primero!”63 Aclaró que este nuevo grupo promovería un panamericanismo basado en la igualdad y el respeto mutuo, en lugar de en la superioridad y el imperialismo económico de Estados Unidos. Antes de que Paladino se marchara a Baltimore, Paulina le entregó copias de su propuesta y la reciente publicación de Brum, Solidaridad americana, en la que sugería la creación de una Liga Panamericana de las Naciones que reconfiguraría la Doctrina Monroe en una política hemisférica multilateral.64 Luisi urgió a Paladino para que se asegurara de que la organización que propusieran alcanzara “el eco que merece en el corazón de todas las mujeres de América que luchan por la solidaridad y la fraternidad de todos los pueblos y de todas las razas”.65 También le encomendó no apoyar ningún otro plan sin antes garantizar la aprobación expresa de la alianza.66

      Luisi creía que una de sus interlocutoras más recientes, la joven brasileña Bertha Lutz, apoyaría su búsqueda de un feminismo panamericano opuesto a la hegemonía de Estados Unidos. Después de que Lutz se presentara por medio de una carta un año atrás, Luisi había conseguido hacerla miembro de la IWSA.67 Durante los meses siguientes, ambas se escribieron con cierta regularidad, intercambiando noticias sobre los derechos de la mujer en Brasil y Uruguay, y sobre la IWSA. Ahora, Paulina le decía a Bertha: “Me agradaría mucho saber que Ud. va a Norteamérica para representar a las mujeres americanas del sur” en la Conferencia de Baltimore. Urgió a Lutz para que la consultara y “poder ponernos de acuerdo” sobre la agenda de la conferencia.68 No hay constancia de una respuesta de Lutz en los archivos de una y otra, pero sí de una disminución de la correspondencia entre ambas mujeres a partir de entonces. A pesar de que Lutz apoyó la propuesta de Luisi de una nueva organización feminista, abrazó un feminismo panamericano distinto al de la hispanohablante Luisi. La propuesta de Paulina saldría victoriosa, pero fue Bertha quien sí acudió a la conferencia.

      BERTHA LUTZ Y LA CONFERENCIA PANAMERICANA DE MUJERES DE 1922

      En 1921, cuando empezó su correspondencia con Luisi, Bertha Lutz empezaba a hacerse conocida como cerebro del movimiento sufragista de su país.69 En el transcurso de los años siguientes se transformaría en la feminista más visible de Brasil, hasta llegar a ser la líder reconocida del movimiento de mujeres ahí durante casi medio siglo. Cerca de 20 años más joven que Luisi, Lutz había nacido en São Paulo, de madre inglesa; su padre era un reconocido científico suizo-brasileño. Educada primero en Brasil y luego en Europa, Lutz se había graduado en la Sorbona con estudios en botánica, zoología y química biológica.70 El alcance del movimiento feminista del que Lutz había sido testigo en el Reino Unido, durante el auge de la militancia sufragista, inspiró su activismo por el voto en Brasil cuando volvió de Europa. En 1918, publicó un artículo que desencadenó el movimiento formal por el voto de las mujeres en Brasil. Abogando por la independencia económica de las mujeres, hizo un llamado a sus hermanas brasileñas a no vivir “parasitariamente de su sexo”, sino a involucrarse en la vida política del país y “transformarse en instrumentos valiosos para el progreso de Brasil”.71 En 1920 formó un pequeño grupo de estudio por los derechos de la mujer, la Liga para a Emancipação Intelectual da Mulher [Liga para la Emancipación Intelectual de la Mujer]. Al año siguiente creció su fama, al volverse la segunda mujer en la historia de Brasil en ganar un nombramiento para un trabajo en la administración pública, tras haber superado a sus competidores hombres en los rigurosos exámenes de ciencia e historia natural para ser secretaria del Museu Nacional de Rio de Janeiro.

      Como Luisi, Lutz creía que hombres y mujeres eran equivalentes, aunque biológicamente distintos; a diferencia de Paulina, Bertha creía que su anatomía ponía trabas a las mujeres. Tal como explicó en un artículo de una revista médica en 1920, los cambios en el mundo hacían posible una vida económica e intelectual para las mujeres fuera de los límites del hogar y la maternidad. Estos desarrollos podrían ayudarlas a superar sus limitaciones biológicas. Como delegada de Brasil a la Conferencia Internacional del Trabajo de 1919, apoyó políticas protectoras de las condiciones y los horarios de trabajo de las mujeres. Lutz también creía en igual remuneración por igual trabajo, así como en la igualdad de oportunidades en la educación, a pesar de que consideraba el derecho al voto y la plena ciudadanía como el punto crucial de estas metas.72

      El feminismo de Lutz abrevaba de ideas de clase y raza similares a las de Luisi. Creía que las mujeres blancas instruidas de clase media y alta debían promover el bienestar y los derechos, luchar por la democracia y la paz internacionales, y ayudar a levantarse a sus hermanas menos afortunadas. A diferencia de Luisi, Lutz nunca estuvo a favor del socialismo, a pesar de que ambas insistían en las garantías de bienestar social financiadas por el Estado para mujeres, niñas y niños. Las dos creían que esfuerzos internacionales como el ICW y la IWSA en Europa, y los proyectos panamericanos de desarrollo podían ayudar a conseguir esas metas. En 1920, Lutz escribió que, en ese momento, todo dependía de la acción colectiva.73

      Sin embargo, para llevar a cabo esta acción colectiva, Lutz se dirigiría a las feministas angloparlantes más que a las hispanohablantes, como hacía Luisi. Bertha, que hablaba portugués, inglés, francés y alemán con fluidez, pero no así español, no suscribía el panhispanismo de Paulina.74 Como lo demuestran las interacciones entre Catt y Luisi, el idioma era una cuestión fundamental en las dinámicas feministas internacionales. De manera significativa, Lutz le escribía a Luisi en francés, en lugar de en portugués, lo que molestaba un poco a Luisi, quien, aunque hablaba francés con fluidez y era el idioma que utilizaba en la mayoría de su correspondencia con feministas inglesas y europeas, le contestaba a Lutz en español, subrayando que esperaba que este fuera un idioma familiar para ella.75 Mientras que las cartas de Paulina a Bertha eran cálidas y generosas, las de Bertha a Paulina eran escuetas y más formales. Por contraste, la correspondencia de Lutz en inglés con sus interlocutoras británicas y estadounidenses era más cálida y extensa. Y lo más significativo: cuando Luisi la instó a promover sus planes para una Conferencia Panamericana de Mujeres en Baltimore, parece que Lutz ignoró su petición.

FIGURA 2. Bertha Lutz, 1925, en el Grace Dodge Hotel, Washington (DC), durante una de sus visitas a Estados Unidos. Colección de la autora.

      FIGURA 2. Bertha Lutz, 1925, en el Grace Dodge Hotel, Washington (DC), durante una de sus visitas a Estados Unidos. Colección de la autora.

      A pesar de que la brasileña reconocía a la uruguaya como la vanguardia, no buscaba colaboración con ella sino con la IWSA, con lo que conseguiría prestigio para su grupo en Brasil. En 1921, cuando Lutz escribió por primera vez a la IWSA para unirse al grupo, su secretaria Margery Corbett Ashby le encomendó comunicarse con Luisi, que había sido designada para reclutar miembros en América Latina, y le recordó la primera carta de Lutz a Luisi.76

      Al igual que muchas de las integrantes de las élites brasileñas de principios del siglo XX, Lutz consideraba que Brasil, antigua colonia portuguesa y monarquía hasta el siglo XIX, era una nación superior y separada de lo que en aquellos años empezaba a conocerse como América Latina. Como explicaría más tarde, Brasil había alcanzado su independencia de manera pacífica, primero como monarquía y luego como Estado-nación, sin haber librado las violentas revoluciones de las repúblicas españolas. Lutz creía que Brasil era joven y estaba libre de prejuicios y del peso muerto de las tradiciones. Por lo tanto, argumentaba, podría adaptarse más rápido que las naciones hispanohablantes a las ideas progresistas, entre ellas el feminismo.77

      Lutz utilizaba este excepcionalismo de Brasil para justificar un tipo particular de panamericanismo