Название | Feminismo para América Latina |
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Автор произведения | Katherine M. Marino |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786079946555 |
Estas mujeres alentaron a Luisi a organizarse por los derechos de la mujer en Uruguay, reconocido como uno de los países más progresistas del hemisferio. Durante y después de las presidencias de José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915), Uruguay impulsó la legislación social más progresista de América: jornada laboral de ocho horas, ministerios de Industria y Trabajo, y un sistema de seguridad social que fue el primero no sólo en América Latina, sino en todo el hemisferio occidental.14 En parte debido a estos avances y a una clase media cada vez más amplia, allí las organizaciones feministas florecieron bajo el liderazgo de Luisi. En 1918, un artículo en la popular revista argentina Caras y Caretas sostenía: “En la América de Sud, al Uruguay le corresponde el haber presentado una más definida corriente feminista.”15
La reputación progresista y feminista de Uruguay potenció el giro que finalmente daría Luisi hacia el panamericanismo. A principios del siglo XX, en los círculos intelectuales en que ella se movía, abogados, médicos y expertos latinoamericanos comenzaron a reformular el significado de panamericanismo como una unión hemisférica por la democracia, el internacionalismo liberal, el saber científico y las reformas sociales. Luisi asistió al Congreso Científico Latinoamericano de 1905, en el que el jurista internacional chileno Alejandro Álvarez promovió una síntesis legislativa interamericana, proponiendo que el próximo congreso científico fuera un evento panamericano que incluyera a Estados Unidos.16
Álvarez era, sin duda, el portavoz más influyente del nuevo panamericanismo entre las élites hispanoamericanas. Al hacer énfasis en el papel de los hechos y la justicia sociales en las relaciones internacionales, lanzó una nueva definición del término: un nuevo sistema de derecho internacional general marcado por el multilateralismo y la paz, en lugar de por la hegemonía estadounidense.17 Álvarez aplicó al hemisferio occidental preceptos del pensamiento internacionalista liberal europeo, incluyendo el arbitraje y la solución pacífica de controversias. Sin embargo, sostenía que América Latina tenía una historia propia y de gran riqueza en cuanto al multilateralismo, la cual debía servir de modelo para otras naciones. Se apoyaba en gran medida en el pensamiento de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, José Martí y otros héroes libertadores del siglo XIX que habían declarado la unidad de las repúblicas hispanohablantes. También incorporó el panhispanismo de Rodó, que consideraba a las culturas latinas como superiores a la anglosajona y sostenía que los países hispanohablantes debían ser los que encabezaran la civilización. Álvarez pensaba que, mientras que la confederación panamericana soñada por Bolívar había sido una fantasía utópica, no era así en el caso de una confederación panamericana. América Latina y Estados Unidos, decía, compartían una historia, la de haber expulsado al gobierno colonial europeo y de haber abrazado formas de gobierno democráticas y republicanas. Por lo tanto, este panamericanismo debía mirar a Estados Unidos como socio igualitario.18
Cabe destacar que la nueva definición de panamericanismo que daba Álvarez, a pesar de poner énfasis en la igualdad, reservaba un papel especial para los países considerados como potencias hegemónicas en el hemisferio: las naciones sudamericanas de Argentina, Brasil y Chile, llamados países del Pacto ABC por su poder político y económico, así como Uruguay, clasificado junto a las otras tres naciones por su estatus cultural y político, aunque no económico.19 Álvarez no buscaba una revisión de la Doctrina Monroe, sino internacionalizarla y extender su aplicación a estos países latinoamericanos mejor constituidos, considerados como los más avanzados.20 En ese momento, los países del Pacto ABC estaban adquiriendo una relación multilateral con Estados Unidos y desempeñarían un papel esencial en la mediación del conflicto entre México y Estados Unidos en 1916.21
La visión que tenía Álvarez del panamericanismo logró un gran apoyo pues defendía una “civilización americana” no definida por el liderazgo estadounidense ni limitada a un árido conjunto de consideraciones técnicas o legalistas. Basándose en conceptos básicos del pensamiento internacionalista progresista, entre ellos la creencia en el poder regenerador de la educación de las mentes y el intercambio de ideas, reivindicó un nuevo panamericanismo que uniera a los pueblos de América de manera más significativa para asegurar la paz, el bienestar social y las reformas sociales. Esa interpretación interpersonal y colaborativa adquirió una enorme importancia. En el continente, los progresos en el transporte y las comunicaciones aceleraron la circulación de publicaciones y de personas, promoviendo el intercambio de ideas, el contacto personal directo y la influencia en la opinión pública. En 1910, la Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas pasó a ser la Unión Panamericana y su revista, Boletín de la Unión Panamericana, se transformó en el difusor de información de una abrumadora cantidad de nuevos congresos panamericanos, entre ellos los de la infancia, y los congresos científicos encabezados por América Latina.22 Las ediciones bilingües del boletín y de otras publicaciones, como la revista Inter-América, fundada en 1917, se distribuían en las principales ciudades del hemisferio occidental.
Este nuevo panamericanismo alcanzó un auge sin precedentes durante la primera Guerra Mundial, cuando el gobierno de Estados Unidos, de forma rápida y oportunista, incorporó algunos sentidos del panamericanismo provenientes de Latinoamérica en su defensa de la unión del continente. La campaña panamericanista por parte de Estados Unidos guardaba una estrecha relación con el espectacular aumento de su comercio con América Latina, que se incrementó más de 100% después de 1914, con la finalización del Canal de Panamá.23 En el segundo Congreso Científico Panamericano, con sede en Washington, el presidente Woodrow Wilson anunció un nuevo tratado panamericano y propuso una unión continental para garantizar la integridad territorial y la absoluta independencia política, así como tratar todas las controversias dentro del hemisferio occidental por medio de la investigación y el arbitraje. A pesar de que el tratado no fue aprobado, confirió una estructura política muy similar a la Doctrina Monroe multilateral propuesta por Álvarez.24
Paulina Luisi asumía la profunda contradicción en el hecho de que el mismo presidente que pregonaba la igualdad panamericana era quien había dirigido la intervención estadounidense en México en 1914. Incluso después de haber propuesto un tratado panamericano, Wilson supervisó intervenciones militares en Haití y República Dominicana, en un desprecio manifiesto por las normas del derecho internacional.
Pero Luisi estaba de acuerdo con esa nueva interpretación de panamericanismo que promovía el liderazgo continental de los países latinoamericanos bien constituidos, sobre todo del suyo. Uruguay había promulgado el Decreto de Solidaridad Americana después de que Estados Unidos entrara en la primera Guerra Mundial, con mensajes oficiales similares de apoyo panamericano de una gran parte del resto de los países de América Latina.25 En 1919, Baltasar Brum, un ferviente panamericanista que había sido ministro de Relaciones Exteriores, ganó las elecciones presidenciales de Uruguay.26 Brum era el mentor político de Luisi, quien se inclinaba a favor de su definición de panamericanismo, fuertemente influida por Álvarez: “No es [...] una creación norteamericana, ni un pensamiento exclusivo de Monroe”, sino una síntesis de los ideales latinoamericanos y estadounidenses. El panamericanismo de Brum, al explicar que América, a diferencia de Europa, estaría libre del imperialismo y de “los perniciosos prejuicios de razas”, invertía de manera explícita el estatus cultural y racista de los latinoamericanos, que eran vistos como racialmente inferiores por mucha gente en la América anglosajona y en Europa Occidental.27
El apoyo de Luisi al panamericanismo se hizo oficial en 1915, cuando se unió al Pan-American Women’s Auxiliary, creado en Washington. Ese año, el Congreso Científico Panamericano se transformó en un congreso diplomático en toda regla debido a la guerra. Reformistas