Feminismo para América Latina. Katherine M. Marino

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Название Feminismo para América Latina
Автор произведения Katherine M. Marino
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079946555



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Chapman Catt). Tanto una como otra asumían que sus países representaban el liderazgo continental. Finalmente, sus diferencias las llevarían a una ruptura.

      El conflicto entre Luisi y Lutz representó una fisura ideológica más amplia entre quienes creían que el panamericanismo debía celebrar la cultura política de Estados Unidos como modelo para el continente y quienes creían que esta premisa debía rechazarse de manera explícita. Los desacuerdos a partir de las diferentes visiones de las participantes sobre el idioma, la raza y el imperio demostraron ser fundamentales para los orígenes del feminismo panamericano y darían forma al movimiento durante las décadas siguientes.

      PAULINA LUISI Y LOS ORÍGENES DEL FEMINISMO PANAMERICANO

      En 1916, cinco años antes de su encendida correspondencia con Lutz, Paulina Luisi pronunció el discurso inaugural del Primer Congreso Americano del Niño en Buenos Aires. En él, afirmaba que los derechos de la mujer debían ser un objetivo panamericano. El término panamericano, más que referirse a la hegemonía económica o la intervención militar estadounidenses, estaba transformándose en un movimiento social encabezado por América Latina. Sus objetivos interrelacionados incluían la democracia, la paz internacional, la mejora social y, en particular, el crecimiento de los Estados de bienestar y la protección de las mujeres y la infancia. Mientras que en Europa la guerra dificultaba los avances en materia de bienestar social, Luisi proclamó que América, cuyas revoluciones democráticas habían roto las cadenas con la “vieja Europa”, se estaba uniendo para llevar a cabo “una obra de vida y de progreso que no florece sino a la sombra del árbol de la paz!”.3 Ahí presentó proyectos de resolución sobre educación sexual y salud pública, aunque su discurso ponía énfasis en una nueva exigencia: el voto de las mujeres, que en su país se hallaba en proceso de debate, pues ya se estaba considerando el sufragio universal. El derecho de las mujeres a votar perfeccionaría los objetivos fundamentales del panamericanismo: la soberanía política y el progreso cultural del hemisferio occidental.4

      Hasta entonces, los derechos de la mujer no se habían articulado como demanda panamericana. Aunque en 1916 eran una meta marginal en la mayoría de los países de América Latina, durante los años siguientes se transformaron en una cuestión central para la misión panamericana.

      El congreso de 1916 marcó un punto de inflexión también para Luisi. Poco después de su regreso a Montevideo, creó la primera organización nacional de sufragistas de Uruguay, el Consejo Nacional de Mujeres Uruguayas (Conamu), una filial del Consejo Internacional de Mujeres creado en 1888 (ICW, por las siglas de International Council of Women), que ya tenía sedes en Argentina y Chile. Luisi conectó al Conamu de manera formal con un nuevo grupo panamericano de mujeres creado para mejorar el bienestar de mujeres, niñas y niños del hemisferio: Women’s Auxiliary [Conferencia Auxiliar de Señoras], con base en Estados Unidos y auspiciado por el segundo Congreso Panamericano. En 1917, en las páginas de Acción Femenina, el boletín del Conamu, Luisi usó la palabra feminismo por primera vez en un documento impreso y describió lo que ella entendía por ese término:

      Quiere el feminismo demostrar que la mujer es algo más que materia creada para servir al hombre y obedecerle como el esclavo a su amo; que es algo más que máquina para fabricar hijos y cuidar la casa; que la mujer tiene sentimientos elevados y clara inteligencia; que si es su misión la perpetuación de la especie, debe cumplirla, más que con sus entrañas y sus pechos, con la inteligencia y el corazón preparados para ser madre y educadora; que debe ser la cooperadora y no la súbdita del hombre, su consejera y su asociada, no su esclava.5

      Esta colaboración, explicó Luisi, requería “plenos derechos” en relación con el trabajo, la propiedad, el salario y el cuidado de la infancia. La mujer necesitaba ser “dueña también, a la par del hombre, de la dirección y el destino de esa misma humanidad”. Más allá de estos derechos individuales, Luisi también tenía en mente los derechos sociales que entrañaban “la responsabilidad” implícita, herramientas para la transformación social más radical que podía provocar el feminismo.6 En el transcurso de los años siguientes, ella colaboró con amigas de Chile y Argentina para incluir los derechos de la mujer en el corazón de un nuevo movimiento de feminismo panamericano.

      Identificarse con el término panamericano era algo nuevo para Luisi. La América hispana y Europa eran para ella puntos de referencia más fuertes que Estados Unidos. Se identificaba con el panhispanismo, un movimiento popularizado por los modernistas de América Latina de principios del siglo XX, que transmitía un sentido regional compartido de idioma y raza, y una historia de independencia de España y de hegemonía de Estados Unidos. Este país había surgido como un enemigo de la América hispana en épocas tan tempranas como el siglo XIX, con la anexión de Texas en 1845, la guerra con México (1846-1848) y los intereses estadounidenses en el Canal de Panamá. Pero la guerra de 1898 entre España y Estados Unidos impulsó sin duda un panhispanismo antagonista que subrayaba la existencia de dos Américas: por un lado, Hispanoamérica o América Latina; por otro, la América anglosajona. La primera se caracterizaba por el humanismo, el idealismo y el colectivismo; la segunda, por el materialismo, el utilitarismo y el imperialismo. Luisi y una gran parte de las élites latinoamericanas estaban influidas por el intelectual uruguayo José Enrique Rodó, quien en su famoso libro Ariel, publicado en 1900, alertaba contra la expansión imperialista estadounidense, que empezaba a conocerse como “el peligro yanqui”.7 Durante las décadas siguientes, el término raza pasó a designar a las comunidades hispanohablantes de ambos lados del Atlántico. Luisi se identificó con los ideales que su amiga, la feminista mexicana Hermila Galindo, describió en 1919 como profeminista y prorraza.8

      Luisi, nacida en Argentina, era hija de inmigrantes europeos: su madre era descendiente polaca y su padre era ciudadano italiano. A poco de nacer, su familia se mudó a Paysandú, Uruguay. Cuando Luisi cumplió 12 años, se trasladaron a la capital, Montevideo. Contrariamente a las costumbres de la época, sus padres eran progresistas, anticlericales y apoyaban a sus ocho hijas, que sobresalían en terrenos tradicionalmente asignados a los hombres. Paulina, la mayor de las hermanas, estudió medicina; su hermana Clotilde fue la primera mujer abogada de Uruguay; su hermana Luisa fue una poeta famosa.9 Después de obtener un título de profesora en 1890, en 1899 Paulina se convirtió en la primera mujer en Uruguay en conseguir un título universitario y, en 1908, fue la primera médica del país; llegaría a ser directora de la clínica ginecológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República. Durante ese periodo entabló amistad y relaciones profesionales con el reducido círculo de la primera generación de maestras y profesionales médicas hispanohablantes de Uruguay, Chile y Argentina.10

FIGURA 1. Paulina Luisi, “la 1a médica uruguaya, 1a doctorada”, fecha desconocida. Cortesía de la Biblioteca Nacional de Uruguay, Montevideo, Uruguay, Colección Paulina Luisi, iconografía.

      FIGURA 1. Paulina Luisi, “la 1a médica uruguaya, 1a doctorada”, fecha desconocida. Cortesía de la Biblioteca Nacional de Uruguay, Montevideo, Uruguay, Colección Paulina Luisi, iconografía.

      Desde mediados hasta finales del siglo XIX, cuando Luisi era joven, la industrialización, la urbanización y la inmigración transformaron las instituciones políticas y las condiciones de la vida cotidiana en muchos países de América Latina, sobre todo en el Cono Sur, lo que promovió el surgimiento de constituciones democráticas, una clase media y un giro hacia la secularización. Fue en este contexto de grandes cambios que surgió un grupo ilustrado de mujeres, primero como maestras y luego, cada vez más, como médicas, abogadas y educadoras, que encabezaron los primeros intentos por crear organizaciones feministas liberales en Sudamérica, como el primer Congreso Internacional de las Mujeres en Buenos Aires, en 1910, uno de los primeros encuentros feministas internacionales en el continente.11

      Éste fue un suceso crítico para Luisi. Este encuentro regional, que abordó reformas en cuanto al trabajo de las mujeres, la salud pública, la educación sexual, el cuidado de la infancia y el feminismo, buscaba una intervención estatal para el apoyo a las madres y la infancia, a fin de corregir los males