Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña

Читать онлайн.
Название Escorado Infinito
Автор произведения Horacio Vázquez Fariña
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418337086



Скачать книгу

estados en la barcaza de tele transportación le bastaron para emular a su morpho y hacer un barrido exhaustivo de cada centímetro de aquella cegadora belleza. Pero tres estados son lo que son y ya se encontraba en el hogar. Nave los recibió con recelo. En forma de Eva.

      -¿Invitados? ¿Puedes hablar conmigo, Ist?

      ¿Eva? A Ist le parecía extraño que Nave no aguardara dispuesta en fase militar y Ri en posición ¿Por qué ni lo uno ni lo otro? Pronto cayó en la cuenta que… “Seguramente…”. Que más que seguramente, su inconsciente había enviado “de algún modo” una orden mental -muy concreta- a su implante. Fuera tonterías: claramente debido sin la menor duda a la lujuria mental que festejaba sin pudor alguno su ultraerotizada humana biología. Un equivalente exacto a: “Eva, ven que te…”. Eso. Aunque en lugar de Eva, Afrodita. Qué escándalo en un momento así; pero, en fin, a ver, que no era el momento ni para ese tipo de adorables irreflexiones, ni desde luego para tanta hipócrita autoexpiación de tan firmemente deseados pecados. Pues eso, que incluso había que utilizar la sensatez, y actuar.

      -Pasa a fase militar.

      Nave cumplió. Eva se transformó en Ri.

      -NAVE. Nave en fase militar ¿Objetivo?

      El objetivo era la nave más próxima. La otra Dos de la que habían partido en desmoleculizado peregrinage. IST indicaba a Nave la orden a sabiendas de que sólo iba a producir un rearme convencional, puesto que Nave no podía aplicar a otra nave de la Federación riana protocolos de destrucción automáticos. Todo debía pasar por control manual, lo que equivalía -efectivamente- a nada. El único armamento destacable se situaba en la zona de puente y consistía en, aunque muy destructivos cañones de plasma, algo, por contra, realmente inofensivo para los escudos de cualquiera de las dos Naves. Lo único que en realidad esa orden había activado, a parte del valioso escudo de protección, era la estancaneidad al máximo.

      Continuábase recibiendo nuevos efectivos desde la Nave abandonada. Un centenar por cada operativa. Tras un par de cots, cuando la mayoría de la tripulación había desembarcado, ocurrió lo más temido: una tele transportación fatal. Un centenar de cadáveres bien troceados en lonchas y cubitos formaban un pastel de sangre y asco que pronto fueron reabsorbidos por Nave. “Así que segura, eh...”, pensó Ist, mientras contemplaba a los otros tres compungidos, que no terminaban de dar crédito a lo que veían sus ojos en las pantallas de control ¿Qué se podía hacer? Nada ¿Qué se podía decir? Nada.

      A aquellas alturas, evidentemente los rebeldes ya mantenían el control. Ri, como una noche sin estrellas, aguardaba órdenes. Coi aprovechó para confesarse. En toda su larga vida, nunca se había encontrado en una situación como esa ¿Y él? ¿Él? ¿Estaba de broma? La vida era una putada ¿Qué por qué había confiado en ellos? Ist se negaba a creer que un par de bonitos ojos y uno de bonitas... lo habían convencido para convertirse en el rey idiota de la sumisa obediencia. Era “muy probable” que aquellas curvas tuvieran algo que ver. Pero ya lo decía el conocido dicho riano: “dos tetas tiran más que dos cohetes de masa-energía”. Tanta Academia, tanta Academia, y al final un culo bien hecho tenía más sentido que toda la racionalidad de todo un cerebro entrenado durante quince ciclos. Ist iba descubriendo que el sentido de la vida, desde luego, era algo imposible de explicar.

      -Mejor no pregunte, y cuénteme esa historia que no me podía contar. Aquí y por el momento estamos a salvo.

      Gie tomó la palabra un tanto electrizado. Eso era lo que él se creía. A salvo por el momento, sí, pero cuando recalase la segunda Nave... ¿Otra? Vale, pues entonces sí que sí estaban requeté muy perdidos. De lo primero que aprendía un cadete: la mayoría de Naves decide. Así pues, dos significaba rendición o exterminio seguros. Cosas del Comité: más uno significaba tener prioridad. Podían despedirse del escudo, que desaparecería en una suerte de des atendimientos. La inhibición de la capacidad militar era siempre de carácter recíproco. Así mientras una nave permanecería incapacitada para actuar, una segunda sí podría activar la fase 3. Por muy resistente que fuera el escudo protector de energía básico, acabaría cediendo ante andanadas de tal calibre que mejor ni imaginarlo.

      -¿Cuándo?

      Inesperadamente Nave informó visita con exigencias de mandar a tomar por culo. Caramba, aquella osada nave se aproximaba ni más ni menos que desde la lejanía de unos dos mil y pico de pársecs. De bien lejos se anunciaba. Por suerte la tecnología riana había vencido los problemas de detección de señales ultracósmicas y las presencias de naves más alla de distancias intergalácitcas no resultaba problema alguno. Pero es que esta, en concreto, no provendría desde los confines evidentemente, pero desde luego que sí de una marca impresionante incluso para la civilización riana. De todos modos, lo importante era que había tiempo suficiente para pensar sobre cualquier problemática derivada de su futura presencia.

      -NAVE. Identificando: Nave Uno.

      ¡¡¡¡Al ñec!!!! “¡La orden era rendición total! Que se lo comunicaba ya a Nav... “¡¡No haga eso!!” -imploró el General-. ¡Ja, ja y ja! ¡Ya estaba hecho! Y bien hecho ¡¡¡Era una “Uno”, coño!!! Estaría hecho y bien hecho, pero Ist no contaba con la seductora voz de alguien; alguien que casualmente le estaba robando el seso. “Confía en mí” –decía esa voz-. Pero qué bonita voz ¿No entendía la voz que era imposible hacer otra cosa? Que era una Nave Uno... Nooo, que tenían una salida. “Confíaaa en míiiiiiiiiiiiii”. Era como si aquella prolongada nota musical le anestesiara los oídos. Anda, ¿y por qué decía “en mí” y no “en nosotros”? Pero, ¿qué diablos pasaba? ¿Hoy tenía que confiar en toda ñec viviente? ¿A dónde iba a parar todo aquello? Las Nave Uno eran lo mejor y más avanzado de toda la flota. Una Uno tenía todo y más que sus antecesoras, las Dos. En realidad cualquier Nave había sido en algún momento una Uno. Cada vez que aparecía un nuevo modelo, se corría la posición del resto. Uno, Dos, y las “otras”. Ist podía estar orgulloso de la maravillosa máquina que pilotaba -o que lo pilotaba a él- no en vano en algún momento había sido una nave de primera categoría, y de hecho lo seguía siendo; pero de eso a poder compararse con una Uno iba un Cosmos. Y ello era sencillamente así porque cuando salía un nuevo modelo, era la síntesis de todos los últimos avances tecnológicos conocidos. Y no salía un nuevo modelo todos los ciclos; más bien cada quince de media. Otra cosa era que paulatinamente se les pudiese dotar de mejoras. Lo que era imposible mejorar era ese milagro de cuerpazo. Que era una Uno... Y aquello era su mano, que sorpresivamente tomaba la suya; acompañado de una mirada de “venga hombre, ayúdanos, por favor” que derretía la última de sus neuronas hábiles para el manejo de la situación en una tesitura de lógica y normalidad. Ist ya estaba perdido. Otra vez. Algo tan simple como sentir el contacto de la suavidad de sus dedos fresquitos rodeando el vientre de su muñeca lo dejó verdaderamente turbado. O perturbado. Qué estupidez, pero ni Eva en sus mejores momentos con todo su glamur mórphico y su sexo furibundo podría superar eso. A Ist, aquello le había inoculado una carga de inconfesable sensualidad, que relegaba toda sensación mínimamente análoga, reconocible hasta el momento, a la tercera división; no: a la cuarta ¡Quinta! Sexta, séptima... Etcétera. Cuando ella se la retiró, él estaba perdido definitivamente. Sí, estaba realmente loco: había revocado la última orden.

      -NAVE. Orden revocada ¿Por qué?

      ¿Qué era lo que había soltado Nave? Gie parecía intrigado y repitió a Ist lo que este bien había entendido: Nave le había preguntado “¿por qué?” ¡¡Ya lo había oído, coño!! Pero, ¡¿desde cuándo Nave en fase 3 le pedía explicaciones?! ¿Nave en fase 3? No, hombre; que mirase a su bonito morphoide. Se encontraba en fase 1 de guapa. Eva. “Si Nave hubiese estado en la 3 él también lo estaría, ¿o no?”. Maldita sea... Cierto. ¿Qué mierdas le sucedía a su implante? Ist pudo comprobar que efectivamente Ri adoptaba otra vez la manera doméstica, y “para mayor gracia”, reproducía “por algún motivo-dos” de nuevo a Eva. Pues sí, la algarabía de las hormonas suele dejar al cerebro más sensato hecho una deyección de ñec. Su caso. Ist no quería confesar su delito y pensó que mejor era disimular. Ah, claro, faltaba más. Estaba hecho a propósito, y ahora que sí, a bombo y platillo les presentaba, a Eva. Bueno, en realidad que había tenido problemas de configuración;