Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña

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Название Escorado Infinito
Автор произведения Horacio Vázquez Fariña
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418337086



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General Coi, aparentaría como Yert rondar los sesenta y tantos ciclos.

      -Tenemos problemas; nosotros, y usted. Le voy a presentar a mis más directos colaboradores. Bueno, ya ha conocido al Comandante-General Yert; pues aquí tiene a mis dos oficiales de máxima confianza, Gie y Sarie. Mis hijos.

      Sus hijos, eh… Qué bien, qué interesante. A tomar viento. Los retoños comenzaron a retirar sus cascos para saludarle y ser formalmente reconocidos.

      -Alférez Gie. Se encuentra entre amigos.

      Eso esperaba. La categoría de alférez era un tanto singular dentro de la escala; se situaba como un rango aparte, paralelo, y sus difusos cometidos abarcaban la realización de todo tipo de funciones o dedicaciones especiales.

      Y el otro era... El… La. La alférez Sarie desplegó su melena de medio corte. Una mujer... La primera mujer que había conocido como adulto -fíjate-. Bueno, antes que Eva, había disfrutado de un buen ramillete de buenas hembras patrocinio de la casa... que... Pero aquella medio melenuda era “de las de verdad, amigo”. De las que no se les desconecta. Le pareció que un bicho nox le mordisqueaba el estómago.

      -Soy Sarie. Encantado de conocerlo.

      Encantada ella y por lo visto más encantado él. Anda…, ¿y así que le necesitaban...? Bueno, eso era secundario. Primero estaba lo del encantado y tal. Como un bucle en su cabeza se reproducía un “¡Ri, vete al ñec!”, acompañado por un otro “¡mira qué maravilla superlativa de lo paradigmático de lo excelso, de lo más exagerado que se pueda expresar, hasta el infinito y más allá!” ¿Y el tal Gie ese qué le decía? Ah, sí: que el tal General –blablablá- le iba a explicar la situación. “Ooohhhh se lo iba a explicar... Menuda hembra. Ist parecía haber renunciado ya definitivamente a la profilaxis de sus buenos hábitos militares, para recitarse todos los coños de exaltación del producto. Bellísimos ojos, pero es que resto... No más, pero sí tanto. Tanto como el infinito elevado al infinito del infinito ¡Cómo engañaba un traje gom, por Dios! Por fuera, una prudente apariencia, mal llevada, a lo recio militar, disimulaba malamente sus desbocados instintos biológicos. Coi lo despertó de la levitación con su voz aplomada. Era eso de la explicación. Sí... eso... pero... Qué hembraza. Y esa voz… ¿De dónde salía esa voz?

      -Pues la situación es esta... ¿Comandante Ist? Oiga... Oiga... ¿Oiga?

      -Perdón... ¿Qué…? ¿Cuál es la situación General?

      Estaba maravillado. Extasiado. Hipnotizado. Tanto gozaba el pobre hombre de la esencia vital de su contemplativa estampa, que sin mucho esfuerzo la propia afectada por el visual asedio se estaba percatando de aquella descarada mirada golfa y… Y... Y que no sabía cómo reaccionar. Un poco halagador sí que era, vamos, para qué engañarse; pero, la verdad, la cosa no estaba como para venir con flirteos en esos momentos precisamente. Bueno, halagador, halagador… Pues… Sí que lo era. Jo-der, qué bueno estaba el amig… “¡¡¡Mujer, céntrate!!!”. Pero es que... a pesar de todo –incluido la fallida auto censura- él… Él estaba como un… Estaba… ¡Nada mal! Un apañito sí se le hacía. Un apañito pero de los buenos. Un apañito total. Un apañito de esos de… ¿Y ese eco que se le introducía por oleadas dentro de los oídos?

      -¡¡Alféreeeez!! ¡¡Alféreeeeeeez!! ¡¡Entréguele el código yaaaa!!

      -¡¡Perdón mi general!! ¡¡A la orden!! ¡¡El código...!!

      -Mmmmm... Relájese alférez, relájese.

      La mirada zorra del viejo general adivinaba sin mucho esfuerzo la clara súbita híperatracción entre ambos idiotizados.

      -A ver, usted tiene ante sí un instrumento de decisión. Decida pues si quiere confiar en nosotros; o no. Esto es lo que hay: se ha producido un complot contra mí; una rebelión en Nave, y ahora como ya puede imaginar sin mucho esfuerzo, se han formado dos bandos. Nos íbamos a reunir tres Generales por un asunto que ahora no puedo revelarle. Sobre todo por falta de tiempo. Porque no sé cuánto tiempo les costará franquear la barrera... Averiguarán los códigos por el procedimiento especial. Son dos, y pueden permitirse bloquear mí autoridad y acceder así al Comité y conseguirlos. Me refiero a los códigos de seguridad de la barrera energética que ahora les impide acceder a nuestros puestos. Cuando lo consigan, sus fuerzas... Sus fuerzas nos superan en uno a quince, maldita sea. Pero da igual, Nave se rendirá también. La respuesta del Comité les dará también su control, y este será nuestro fin. Yo no puedo activar a Nave contra ellos, por razones de protocolo. Al menos ellos tampoco pueden, hasta el momento, usarla contra nosotros. En cualquier caso, está estipulado que la petición ha de ser formulada en código manual, y eso les llevará por su complejidad al menos un tas.

      Sarie se le adelantó a su respuesta, menos compleja, con una frase simple, pero cargada de sensualidad. Todo lo que dijera o dijese, subjuntivo, rebosaría desbocada metasensualidad. Incluso ese “el tiempo apremia, ¿va a confiar en nosotros?” destilaba feromonas atontantes. ¿Quéeee le estaba pidiendo Afrodita? ¿Confianza? Eso era poco riano. Peeeero qué tremendos ojazos...

      Papi no interrumpió la segregación de endomorfinas y dejó hacer.

      -Tiene en sus manos el código de activación de su propia nave. Sólo usted puede activarlo. Necesitamos su ayuda y su confianza.

      ¿Confianza? ¿Cuántas veces había escuchado la palabrita últimamente? ¡¡Era riano, coño!! “¿Por qué tendría que creerles?” -apostrofó Ist secante-. Aparentemente dirigiéndose con cierta fingida distancia al grupo, pero desde luego con peor disimulo centrando su respuesta exclusivamente sobre la sugerente expositora de aquella línea argumental tan emocionalmente diseñada como su propio cuerpo portador de los pechos mejor “fabricados” de la Galaxia y más allá. En realidad no podía apartar la vista de toda ella. Lo que es un casco. Ahora ya se podía fijar en detalles. Lo dicho: tenso -de emoción- por fuera; descifrable -ojos extra saltones- también por fuera. El papá hacía verdaderos esfuerzos por pasar por alto aquel comportamiento caníbal con su hijita. Aquella encurvada Venus que hacía doler la vista le robaba al pobre hombre toda la concentración. Nunca había abierto tanto los ojos.

      Pero el viejo pero no ciego General, que a fin de cuentas también estaba allí -por cierto- ya sabía qué frase precisa iba a emplear para efectuar la descompresión. En realidad la única que tenía preparada para aquel momento: tendría que llevarse por su instinto. Qué frase más mal elegida. Bueno, se suponía que no se lo iba a tomar al pie de la letra, ¿no? Además, tenía a Gie, que en el peor de los casos le podría arrear una patadaza en la boca, o más abajo, si hiciese falta para detenerle el instinto. Disimuladamente de reojo comprobó que por su extraviada forma de mirar, él también se olía “más que algo”. Y bien, aquello no se aprendía en la Academia. O tal vez sí, pero si algo había aprendido, ya no lo recordaba ¿Confianza? Un viejo, una súperhipermegamaxiplus turbadora súperhipermegamaxiplus amazona de súperhipermegamaxiplus precioso pelo castaño y un rubiales súperhipermegamaxiplus hercúleo le pedían por las buenas “confianza” ¡¡Qué se jodan todos, hombre!! ¡¡Era riano!!

      -De acuerdo. En fin, procedo al desacople.

      Ist ajustó una orden mental al código y este fue inmediatamente aceptado por Nave. Fantástico, tanto entrenamiento, para hacer exactamente lo contrario a lo que manda en firme el protocolo. Estreñido, constreñido y desteñido el cortex, las órdenes del hipotálamo eran percibidas muy claras ¿Estaría babeando o algo así? Ist se pasó los dedos por los labios por si acaso. Coi, miraba a Sarie y lo miraba a él. Realmente la respuesta no le había sorprendido.

      -Gracias Comandante, pero ha de ser mediante teletransportación. Es una normativa reciente y muy específica que seguramente usted desconoce, y es debido a la exclusiva naturaleza de mi estatus. Verá, cuando hay una situación de alarma, por seguridad Nave inutiliza el desacople de la cabina principal. Está configurado así para que esa estructura permanezca en poder de quienes adquieran una mejor posición de poder. Sí, ya lo sé, estará pensando en el señor… Comandante Yert; pero bueno, eso ahora no importa. Esto es así; ya tendrá más adelante todo tipo de explicaciones que desee.

      Y